Nieve

Andorra, cuando esquiar es tan solo el aperitivo

Hacer un «rally» nocturno con motos eléctricas, «mushing» por el bosque y dormir en un «refugio» a 2.000 metros. Una ruta alternativa en la tierra del oro blanco

Un par de personas practican "mushing" en Grandvalira, Andorra
Un par de personas practican "mushing" en Grandvalira, AndorraLa razon

La nieve, o más bien su ausencia, se ha convertido este año uno de los mayores quebraderos de cabeza de los amantes de los deportes blancos. La realidad del cambio climático ha hecho que la mayoría de las pistas de esquí tuvieran que sobrevivir bajo mínimos, o lo que es peor, que algunas ni siquiera pudieran hacerlo durante las vacaciones navideñas. Todo el mundo deseaba la estampa de cimas nevadas que no llegó. La escasez del oro blanco en las montañas ha brillado ha sido una constante en la mayoría de puertos en la época en la que todo esquiador ansía deslizarse por sus laderas.

Sin embargo, siempre hay un algún refugio donde asegurarse un buen plan nevado. Y es ahí donde aparece Andorra, el país vecino a poco más de 600 kilómetros de Madrid y 200 de Barcelona donde el terreno algodonado nunca falla. Es más, allí, en Grandvalira, la estación de esquí más grande de Andorra, y la segunda mayor de Europa después de las estaciones de los Alpes, tienen la capacidad de innivar hasta el 60% de los más de 300 kilómetros esquiables. Una gozada. De hecho, este año, hasta la esperada llegada de nuevos copos que no se produjo hasta finales de enero, pudieron mantener más de la mitad de su capacidad operativa con una nevada de noviembre.

Aunque es cierto que el Principado es aclamado entre los foráneos por el esquí, el snowboard o las compras «ganga» gracias al ahorro del IVA, la realidad es que lo que ofrecen los 400 kilómetros cuadrados de este país (92% de los cuales son bosques, lagos, ríos y montañas) es mucho más que lo que a priori uno pudiera pensar. Por ello, proponemos una ruta andorrana alternativa en la que disfrutar, por supuesto, de la temporada invernal, pero a través de actividades y visitas menos «mainstream».

Comenzamos en uno de los puntos más altos del país, en La Rabassa, el campo de nieve donde surgieron los primeros kilómetros para practicar el esquí de fondo. A 2.000 metros de altitud (el pico más alto es el de Comapedrosa de 2.942 metros) se encuentra uno de los enclaves de actividades con más encanto, Naturland. Optamos por probar una de las últimas novedades que allí ofrecen, las «moonbikes»: motos de esquí eléctricas de fácil manejo con la que se recorrer varias pistas de la montaña y lo que es más espectacular, llegar al punto más alto a la hora del atardecer para ver una puesta de sol alucinante. Además, más allá de la novedad de estas motos recreativas, lo mejor es que no dejan huella medioambiental, ya que son cero contaminantes.

El tobogán alpino más largo

Tras el paseo, ya de noche, pueden hacer parada en La Borda Conangle Mountain Lodge, un acogedor «refugio» en la cima de la montaña donde además de servicio de restaurante ofrecen hospedaje para ocho personas como máximo. Dormir allí es como hacerlo en la casa uno. Recientemente inaugurado, este hotel supone la combinación de tradición y estilo. Y lo más placentero es que por la noche tan solo escucharán el silbido del viento y algún que otro animal. Una experiencia única. De hecho, los propietarios estudian ya la posibilidad de habilitar una cabaña individual en medio de la montaña para hacer una experiencia todavía más inmersiva.

Allí mismo, los más necesitados de adrenalina pueden probar también el tobotronc, el tobogán alpino más largo del mundo. Súbanse al «trineo» y deslícense por los raíles.

Aunque si hablamos de trineos, lo suyo es practicar «mushing» en Grandvalira. Nos dirigimos hacia Grau-Roig, uno de los dos puntos donde realizan esta actividad. Allí nos esperan doce perros ansiosos de comenzar a correr por el Bosque de Moretó. La experiencia de ir sentado por senderos escoltados por pinos nevados es un «must». Aquellos que quieran conducir el trineo y guiar a los animales también lo pueden hacer, al igual que comprobar el buen trato y cuidados que reciben los canes por parte de los trabajadores. Otra de las actividades imprescindibles en el Pirineo es practicar raquetas para disfrutar de la nieve en su estado más puro.

Dos turistas prueban las bicis eléctricas de nieve, cero contaminantes
Dos turistas prueban las bicis eléctricas de nieve, cero contaminantesLa Razón

Mientras se camina por el bosque, los pies se hunden en nieve virgen por la que todavía nadie ha pisado. No hay prisa, recréense en este momento tan íntimo en el que conectar con la naturaleza. Hay rutas bien delimitadas con sus correspondientes indicaciones si desean hacer la actividad solos. También monitores que pueden acompañar al visitante. Prueben a escuchar el silencio mientras observan las pisadas de zorros que a primera hora de la mañana pasaron por allí. Descubran la vegetación a su alrededor. Ésta es sin duda una de las prácticas más demandadas tras el esquí en pista.

Gastrobar a pie de pista

De los más de ocho millones de turistas que Andorra recibe al año (casi cuatro millones de españoles y más de tres franceses), el 28,13% lo hace para realizar actividades deportivas en temporada de invierno, una cifra que no consigue (todavía) superar a las visitas por «compras», que suponen el 47%.

Tras una buena dosis de deportes de nieve, quizá sea buen momento para hacer una parada y recargar pilas. La oferta gastronómica se ha convertido en otro de los atractivos del Principado y, más allá de los restaurantes de cocina de autor de Andorra la Vella, donde por ejemplo destacan Kanvium (exquisito su canelón de cola de buey) y Can Manel (si acuden a pidan de postre el crujiente con requesón y miel , membrillo y nectum), a pie de pista pueden encontrar gastrobares donde «repostar” con gusto. Es el caso de la Brasseria Piolet. Dejen el material de nieve (ya sean raquetas, tablas o esquís) en la puerta y entren en calor con sus buenos platos a la brasa.

Una de las habitaciones de La Borda Conangle Mountain Lodge, a 2.000 metros de altura
Una de las habitaciones de La Borda Conangle Mountain Lodge, a 2.000 metros de alturaLa Razón

Antes de concluir nuestra visita, no se puede dejar pasar alto un rato de relax más que merecido en uno de los spas y espacios termolúdicos más aclamados del país. El mítico Caldea, e incluso si quieren probar su versión más «pro» cojan entrada para Inúu, es el lugar perfecto para desconectar entre chorros de agua y piscinas calientes al aire libre desde donde divisar las montañas, donde hace tan solo unas horas disfrutaba del placer de la nieve y la naturaleza.