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Corfú, todo lo que aún no sabe de este paraíso mediterráneo

Entre paisajes de ensueño y la serenidad del mar Jónico, esta isla griega se presenta como el refugio perfecto para este verano

Corfú
Espectacular vista de la Ciudad Vieja de CorfúDreamstime

Como una postal que entrelaza el verde intenso de colinas repletas de olivos con el azul brillante del mar Jónico. Así es Corfú, un paraíso mediterráneo donde la belleza de sus paisajes es solo el preludio de bonitos recuerdos y experiencias inolvidables. Por ello, por su autenticidad y sus entrañables pueblecitos resulta un referente para todo viajero que se precie.

Así que, si aún no ha decidido a qué destino escaparse en el inminente verano, esta isla jónica promete ser un acierto seguro con su idílico mar, días sin horarios y vivencias auténticas. Porque más allá de su luz y de sus playas, lo que atrapa de Corfú es la forma en la que seduce: paso a paso, rincón a rincón, como si cada experiencia corfiota existiera para enamorar irremediablemente.

Corfú tiene una capital preciosa, sí, pero sería un error quedarse ahí. Kérkyra, en su nombre en griego, posee el encanto decadente de las ciudades con historia: fachadas envejecidas en tonos pastel, callejuelas que desembocan en pequeñas plazas llenas de vida y rincones como el barrio de Campiello. Pasear por la Spianada o perderse sin rumbo por el casco antiguo es, quizá, la mejor manera de sumergirse en la esencia de la isla. Pero eso es solo el comienzo. Hay mucho más. Otro Corfú que se revela en diferentes experiencias.

Su encanto se revela en diferentes experiencias

Una ruta en bicicleta por las laderas del Pantokrator, la montaña más alta de la isla, es una excelente manera de empezar a descubrir esta otra cara. Desde sus caminos rurales, ideales también para practicar senderismo, se contemplan algunas de las mejores vistas del Jónico. En el trayecto, pequeñas aldeas como Strinilas o Episkepsi conservan intacta su identidad.

Más abajo, en el corazón de la isla y a pocos kilómetros de la capital, el pueblo de Kynopiastes es una de las joyas escondidas. Aquí, una de las localidades más bellas de Corfú, se respira historia y tradición, y muestra de ello es el Museo del Olivo, donde el pasado agrícola de la isla se muestra con orgullo. Y por supuesto, sus tabernas, al igual que en la de los pueblos vecinos de Agios Georgios o Agios Prokopios, son el espacio perfecto para disfrutar de la gastronomía local.

Corfú
CorfúDreamstime

Obligado también es perderse porlos olivares del sur, en la región de Lefkimmi. Esta zona de la isla es más llana, más tranquila y podría decirse aún más auténtica. Se pueden hacer rutas a pie entre árboles centenarios y playas casi vírgenes, como Arkoudilas o Bouka, en las que la naturaleza prevalece por encima de todo. Además, algunas fincas ofrecen diferentes actividades para conocer más de cerca la vida rural tradicional.

Para los amantes de una mezcla entre cultura y naturaleza, hay una visita muy especial: el Monasterio de Panagia Vlacherna. Rodeado de agua, brinda una paz casi mística, mientras que subir a la capilla ubicada en la parte superior regala unas impresionantes vistas. Y la experiencia no acaba ahí: se puede tomar un barco y visitar la isla Ratón, desde donde se ven los aviones despegar y aterrizar muy cerca.

Otros tesoros escondidos

Sumado a sus paisajes de cuento, Corfú guarda pequeños tesoros que no siempre figuran en las guías y que revelan el alma más íntima de la isla, a menudo alejadas del bullicio y del turismo convencional.

En el pueblo de Doukades, por ejemplo, artistas locales han dado nueva vida a antiguas casas de piedra, convirtiéndolas en talleres abiertos al público. Aquí, entre sus encantadoras callejuelas, es posible conocer ceramistas, tallistas y pintores con los que hablar y compartir sus procesos creativos. Sin duda, una forma muy bonita de conectar con el destino y su gente.

La costa norte ofrece otra opción muy interesante, pero sin el ajetreo de las playas más concurridas: alquilar una pequeña embarcación en Agni o en la bahía de Kassiopi. Esto permite explorar calas inaccesibles por tierra, algunas sin nombre, donde nadar en aguas cristalinas, mientras que las tabernas junto al mar cuentan con embarcaderos privados para saborear platos locales como la «bourdeto», un guiso de pescado con un toque picante, o el famoso sofrito corfiota de ternera griega.

Al suroeste, el paisaje cambia por completo en torno a la laguna de Korission. Este humedal protegido, rodeado de dunas, salinas y bosques de cedros, es un refugio de silencio habitado por aves migratorias. Allí, los caminos no tienen prisa y la naturaleza marca el ritmo. Muy cerca, la playa de Issos se despliega en un largo arenal dorado, con un aire salvaje y libre.

Entre paisajes cautivadores y experiencias únicas, Corfú demuestra por qué sigue siendo un paraíso griego. ¿Va a dejar pasar este verano sin descubrirlo?