Hotel Neri: un refugio de historia en el corazón del Barrio Gótico de Barcelona

El Hotel Neri Relais & Chateaux ocupa dos edificios históricos, uno de ellos un impresionante palacio medieval del siglo XII, el cual disfrutó de la restauración de sus elementos arquitectónicos clave para conservar la belleza original del espacio y ofrecerla al huésped actual. Así, el patio antiguo del palacio se ha preservado, lo que hace que los que allí se alojen, desde sus ventanas, puedan admirar el espléndido Barrio Gótico y la Plaza Sant Felip Neri, una de las más encantadoras de la ciudad, repleta de historia, de siglos de transformaciones en que ha jugado un papel importante en la evolución de la ciudad.
El edificio comenzó siendo una residencia privada de una familia noble, en el siglo XII, cuando Barcelona era un importante centro comercial y cultural de la Corona de Aragón. Aún se aprecia hoy su arquitectura monumental y sus detalles ornamentales, como los esgrafiados que decoran su fachada, considerados entre los más importantes de la ciudad. En el XVIII, el inmueble experimentó, al hilo de una serie de transformaciones urbanísticas, se adaptó a las nuevas demandas sociales y económicas, y el palacio pasó a ser propiedad de diversas instituciones y figuras relevantes de la sociedad catalana.
Ya en la centuria pasada, el edificio experimentó un proceso de restauración que permitió recuperar gran parte de su esplendor original, lo cual ha continuado con el Hotel Neri, que muestra al visitante detalles antiguos como las vigas de madera y los suelos de piedra. Sin embargo, esta antigüedad ha sido restaurada para ofrecer una experiencia de lujo en que uno puede sentirse entre muros que son un testimonio vivo de la historia de Barcelona.

Habitaciones hacia la Plaza Sant Felip Neri

El Hotel Neri ofrece 22 habitaciones y suites, y cada una guarda realmente un encanto único. Las habitaciones Classic, por ejemplo, cuentan con una decoración armoniosa en tonos cálidos que crean un ambiente acogedor. Los suelos de madera y los delicados tejidos aportan una elegancia sutil que se combina a la perfección con las modernas comodidades del hotel. Además, cada estancia está decorada con fotografías de la colección La Mirada Transeúnte, lo que añade un toque artístico y contemporáneo.
Por otro lado, una de las mejores cosas del hotel es que da a la plaza Sant Felip Neri, un lugar cargado de sosiego, una suerte de tesoro escondido en medio del bullicioso centro de la ciudad. Su nombre proviene del convento de la Orden de los Padres Filipenses, fundado en el siglo XVII. Este convento, dedicado a San Felipe Neri, fue un centro religioso y educativo, y ocupaba gran parte de lo que hoy es la plaza y sus alrededores; entre sus actividades, había asuntos de índole espiritual y de caridad hacia los más necesitados. La iglesia de Sant Felip Neri, justo en la plaza, sigue siendo un símbolo del legado religioso de la zona, y fue construida entre los siglos XVII y XVIII.

[[H3:«a» Restaurant]]
Uno de los rincones más destacados del Hotel Neri es su restaurante «a», que está además ubicado en un espacio maravilloso, moderno y romántico, con luces tenues que invitan a una velada relajada y a gozar de las formidables elaboraciones del chef Alain Guiard. Este, como todo gran cocinero de hoy en día, ha logrado fusionar la tradición culinaria de la ciudad con una mirada fresca y contemporánea. La carta se compone de platos que van desde creaciones ligeras como el fougasse con hierbas provenzales, hasta propuestas más contundentes como el arroz de bacalao con ajos tiernos y trompeta de la muerte, o la parpatana de atún a la brasa con berenjena escalivada y condimento de pimiento.

La idea de Guiard es que cada plato esté cuidadosamente elaborado con ingredientes frescos de proximidad, buscando siempre resaltar los sabores auténticos de cada producto. En este sentido, entre las opciones más creativas, se encuentran las gyozas glaseadas de rabo de buey, el ramen de cocido y garbanzos, así como el brioche relleno de buey de mar con mayonesa de coral.

El menú, que cambia según la temporada, refleja la filosofía de un restaurante que apuesta por la innovación sin perder de vista sus raíces culinarias.

Y acabemos, tras una buena cena, o empecemos el día, con uno de los magníficos desayunos, a modo de menú, que ofrece el hotel, en un verdadero oasis situado en lo más alto del edificio. Lo llaman Roba Estesa (ropa tendida, en catalán), que cuenta con una piscina y un solárium, y está en la última planta del hotel, mostrando una vista privilegiada del Barrio Gótico y la Catedral de Barcelona: de siglos y siglos de historia barcelonesa.