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Praga, incluso más bella y mágica en invierno

La capital checa resulta, si cabe, aún más bella en invierno, cuando la nieve envuelve su histórico patrimonio cultural

Praga
Vista aérea de la coqueta capital de la República ChecaDreamstime

«Antes de conocer Praga uno ya sabe que le va a gustar». Considerada por muchos como la ciudad más bonita de Europa, Praga parece sacada de un cuento de hadas. Su arquitectura, romanticismo, misterio y otros numerosos atractivos la presentan como una parada esencial para cualquier viajero más allá de edades, creencias o preferencias. La capital checa es irresistible para todos.

Elegir como destino Praga en cualquier época del año siempre es acertado, pero hacerlo en invierno tiene un gran valor añadido, y es que toda ella se viste con un precioso y mágico manto de nieve que realza aún más su encanto medieval. Además, y a pesar de las bajas temperaturas en estos meses, en Praga se respira una atmósfera cálida y acogedora que emana de su impresionante belleza y mantiene, como dice un antiguo refrán, el corazón caliente («manos frías, corazón caliente»). Sin olvidar que es en los días invernales cuando hay una menor afluencia de turistas, algo perfecto para explorar con tranquilidad la que es conocida como «el corazón de Europa».

Praga seduce de inmediato sin posible resistencia con sus empedradas y estrechas calles, coloridos edificios barrocos, históricas cafeterías y monumentos centenarios que transportan al viajero a épocas pretéritas. Este bonito escenario, que se suma al maravilloso aire ecléctico de sus barrios, ha sido fuente constante de inspiración para escritores, músicos y artistas a lo largo de su fascinante historia, y continúa ejerciendo su hechizo hoy en día.

Bohemia y a la vez solemne, no en vano muchas de sus antiguas calles fueron transitadas por reyes en su Camino Real a la coronación, Praga regala al visitante la oportunidad de descubrir monumentos emblemáticos que aparecen en los libros de la historia europea, siendo el Castillo de Praga el epicentro perfecto para una ruta que abarque los «obligados».

Majestuoso y soberbio, el mencionado complejo arquitectónico, se alza sobre la colina Hradčany y ofrece unas vistas panorámicas de la urbe que quitan el aliento, mientras que sus palacios y edificios conectados por pintorescas callejuelas dan vida a una maravillosa vivencia que parece sacada de un cuento. Entre los tesoros que alberga, destaca la Catedral de San Vito, que se erige como símbolo no solo de Praga, sino de toda la República Checa, y el Callejón del Oro, estrecho y precioso, en el que se halla la casa número 22, donde vivió Franz Kafka, añadiendo un toque literario a la visita.

No puede pasarse por alto el Antiguo Palacio Real; la Basílica y Convento de San Jorge, que dispone de una magnífica colección de arte bohemio del siglo XIX de la Galería Nacional de Praga, ni las imponentes torres Daliborka, Negra y Blanca, que en tiempos pasados funcionaron como prisión. La torre de la Pólvora, construida en 1475, cuenta con una exposición sobre la historia de Praga y la parte superior le brindará una perspectiva excepcional de la ciudad.

Praga
PragaDreamstime

Pero Praga es mucho más que su castillo. Imperdible es pasear por el Puente de Carlos; se trata del monumento más famoso de la capital de la República Checa y comunica la Ciudad Vieja (Staré Město) con la Ciudad Pequeña (Malá Strana). A los lados del puente se encuentran dispuestas 30 estatuas, aunque muchas de estas son copias; las originales se encuentran en el Museo Nacional de Praga y en la ciudad de Vyšehrad.

Todavía en la Ciudad Vieja, la zona más turística, es visita ineludible su acogedora plaza, que está rodeada por edificios de interés, tales como la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, la Iglesia de San Nicolás y el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, con el famoso reloj astronómico, cuya belleza no puede describirse con palabras. La visita al Ayuntamiento incluye la capilla gótica, las salas históricas y la torre.

De ruta por alguna de sus cafeterías más emblemáticas

Uno de los planes más interesantes para hacer en Praga, especialmente en invierno, cuando el frío es protagonista, es sumergirse en sus maravillosos cafés, lugares llenos de encanto y personalidad propia. Son ideales para hacer un alto en el camino.

El itinerario podría comenzar en el célebre Café Louvre, una joya que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo, puesto que fue inaugurado hace más de un siglo, en 1902. En él, Kafka pasaba largas horas, e incluso se cuenta que fue aquí donde conoció a Einstein.

Continúe caminando por las bellas calles praguenses para encontrarse con el Slavia, uno de los cafés artísticos más antiguos y famosos del mundo; está situada frente al Teatro Nacional y ofrece unas espléndidas vistas del Castillo y el Puente de Carlos. En él se han servido cafés a personas ilustres, tales como Václav Havel, dramaturgo y expresidente checo, o incluso Hillary Clinton.

En pleno corazón de Praga, se encuentra la cafetería-restaurante Grand Café Orient, una auténtica joya situado en la Casa de la Madona Negra, la obra maestra de la arquitectura cubista checa. Por otro lado, aquellos que prefieran un toque de elegancia y sofisticación deberían ir al café y restaurante Savoy, del que sobresale su espectacular techo neorrenacentista y sus magníficos desayunos, ideal comenzar el día en Praga.

Para finalizar este recorrido, el Café Imperial es una buenísima opción. Con fachada art déco, en su interior destacan las columnas con motivos arabescos orientales y patrones de animales, mientras que los capiteles son de estilo mediterráneo y techos en mosaico. Una decoración ecléctica que no opaca su oferta gastronómica: ¡sus postres son de lo mejor que hay en Praga!