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Siguiendo el camino de los Buenos Hombres
La ruta de los castillos cátaros lleva al viajero a rincones incomparables de la naturaleza en Aude y Pirineos Orientales, entre paisajes pirenaicos de gran belleza

Los cataros, los "bons homes" como los llamaba el pueblo de Occitania -buenos hombres- y las "bones dones" -buenas mujeres-, fueron practicantes de un movimiento cristiano del siglo XIII que buscaba una vuelta al cristianismo primitivo, defendiendo la pureza y la sencillez frente a la corrupción de la Iglesia Católica de la época. Su rechazo a la Iglesia y su doctrina condujeron a la persecución, la excomunión, el exilio -los supervivientes se refugiaron en el Reino de Aragón- y, en muchos casos a la muerte.
En aras de acabar con la herejía cátara, la Iglesia se amparó en el reino de Francia. La Iglesia para imponer su doctrina y Francia para quedarse con las ricas tierras occitanas. Los cátaros se resistieron a la cruzada Albigense dirigidos por sus prefectos desde 1208 construyendo sus castillos en sitios escarpados que parecen nidos de águilas. La resistencia fue encarnizada hasta la muerte en la hoguera del último cátaro, Guihem Benibasta, en 1231.
Fortalezas como Montségur y Queribus muestran el legado de este grupo cristiano
Varios siglos después, Francia recupera la cultura cátara y se restauran algunos castillos como el de la Cité de Carcasona, escenario de películas como Robin Hood, el príncipe de los ladrones de Kevin Costner. La Cité representa un recinto fortificado con una deliciosa visita por más de tres kilómetros de murallas y 52 torres considerada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Para coger fuerzas es muy recomendable el Cassoulet, del occitano caçolet que podría traducirse como cazoleta en castellano, un guiso de la región -contundente- hecho a base de alubias y donde se suele encontrar carne de cerdo, tocino, salchichas, corteza de tocino y pato confitado y, a veces, morcilla de sangre.
Si Carcasona le sabe a poco, la ruta de los castillos cátaros le llevará a rincones incomparables de la naturaleza en los departamentos de Aude y Pirineos Orientales. Eso sí, vaya preparado para subir hasta donde parece imposible llegar. Las dos principales fortalezas cátaras fueron Montségur y Queribus. Para subir a Montségur coja fuerzas para superar los 800 metros con un desnivel de 170. Cayó en 1244 y fueron quemados más de 200 cátaros que no quisieron renunciar a su fe. A mitad de la subida por un camino empinado y pedregoso hay un recuerdo para esos buenos hombres que allí perdieron la vida. En su momento más importante, vivieron en el castillo más de quinientas personas. Queribus cayó once años después y fue el fin de la resistencia cátara. Está situado en un promontorio rocoso muy escarpado pero si sube primero a Montségur, subir a Queribus le parecerá un paseo relajado.

El recorrido cátaro combina historia medieval con paisajes y entorno de montaña
Además de Montségur y Queribus, este último restaurado de forma muy atractiva, la ruta de los castillos cátaros la forman los castillos de Peyrepertuse, Puilaurens, la ciudad de Carcasona, Lastours, que son un conjunto de cuatro castillos (Cabaret, Surdespine, Quertinheux y Tour Régine Arques), Saissac que coronan un paisaje agreste, y los castillos de Termes, Villerouge-Termenès, Arques, Saissac y Aguilar.

Estos castillos se encuentran en el sur de Francia, en un triángulo formado por Perpiñán, Narbona y Carcasona. Son lugares ideales para hacer una ruta turística y descubrir la historia medieval y la arquitectura militar de la región. La ruta puede hacerse en coche, a través de carreteras principales y de montaña. Es recomendable entrar en Francia por la autopista de La Jonquera para luego perderse en lugares con paisajes maravillosos. La vuelta más recomendable para volver a España es después de la visita a Montségur para adentrarse en los Pirineos y pasar la frontera por las pistas de esquí de Font-Romeu, una de las rutas que utilizaron los supervivientes para refugiarse en el Reino de Aragón y llegar a Berga donde fueron acogidos, entrando en nuestro país por la Cerdanya francesa.
La ruta cátara es una inmersión en la historia medieval complementada con una inmersión en la naturaleza pirenaica. La ruta entre castillos transcurre en más de una ocasión por estrechos caminos que se pueden hacer en coche y si se ve con fuerzas a pie. No en vano, el senderismo es una actividad muy utilizada. Y si es valiente puede ver los castillos en parapente.
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