París

La codicia pudo con el ducado de Fernandina

Pilar de Gregorio es la única mujer de los tres hijos de la Duquesa de Medina Sidonia, abajo a la izquierda
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Unas rencillas familiares han podido con el ducado de Fernandina. Pilar de Gregorio tuvo que pedir su rehabilitación porque llevaba muchos años en desuso y una ley de 1922 se lo permitía.

Pilar de Gregorio es, posiblemente, una de las mujeres más elegantes de la sociedad española. Sigue siendo conocida como duquesa de Fernandina aunque perdiese el título hace unos meses, al prosperar una demanda puesta por su hermano mayor, Leoncio. Un hermano que le cedió los derechos sobre ese título y cuando vio que Pilar lo había rehabilitado decidió dar marcha atrás y pleitear contra ella en nombre de su hijo, que en esos momentos tenía tres años, para arrebatárselo.

Pilar de Gregorio, hija de la llamada «duquesa roja», Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia, lleva en litigios media vida, quedarse sin título no le quita el sueño pero sí que ha erosionado las relaciones familiares. Pleitear contra un hermano es desagradable, pero hacerlo por algo que es imposible que te adjudiquen, es incomprensible.

El título del ducado de Fernandina técnicamente está caducado y duerme en el limbo hasta que no se modifique el decreto de 1988, que impide rehabilitar títulos nobiliarios que lleven más de 40 años en desuso. Como la avaricia rompe el saco, un sobrino mal aconsejado decide seguir con un pleito que puso su padre y ejecutar una sentencia que les deja a los dos, tía y sobrino, sin distinción nobiliaria. Pilar de Gregorio fue, durante diecinueve años, conocida entre la sociedad española, como la XVI duquesa de Fernandina. Pero esa gracia le duró poco porque se vio envuelta en un litigio judicial que contribuyó a enrarecer un poco más la situación familiar de los descendientes de la «duquesa roja», Isabel Álvarez de Toledo, XXI duquesa de Medina Sidonia, cabeza del ducado hereditario más antiguo de España.

Esta vetusta familia se remonta al año 1295, Guzmán el Bueno inicia el linaje. Veinticinco generaciones hacen posible que el palacio de los Guzmanes, tierras y archivo histórico de la Casa Medina Sidonia, con más de seis millones de documentos, llegue a nuestros días. Con seguridad, ninguno de sus nobles antepasados podría imaginar que todo pertenece ahora a una Fundación en manos de una alemana casada in articulo mortis un par de horas antes de fallecer la «duquesa roja». Pero eso, aunque tiene que ver con la desaparición del ducado de Fernandina, no es la clave para que lo hayan perdido. Ese ducado lo crea Felipe II y se une a los de la Casa Medina Sidonia a finales del siglo XVIII por matrimonio con el marqués de Villafranca. El primero en llevar Medina Sidonia, Villafranca y Fernandina es el duque consorte de Alba, José Álvarez de Toledo, marido de Cayetana, la que fuera una musa ligera de ropa para Goya. Los que llevaron ese título fueron hombres de mar, batallaron en Túnez y Argel, fueron virreyes de Sicilia y también Carlistas. Ahí estuvo la primera maldición del título.

A finales del XIX Fernandina queda dormido porque los nobles son obligados a entrar en un bucle burocrático y a pagar por sus distinciones, así que muchas familias se preocupan de los títulos principales y el resto caen en desuso. Hasta que una ley de 1922 permite rehabilitar títulos si alguien puede demostrar que tiene derechos sobre ellos. En esa ley no se pone obstáculo de tiempo, uno se puede remontar, por ejemplo, a 1740 si esa fue la fecha del último que lo tuvo en activo. La siguiente maldición llega con un decreto de 1988, que deroga el permisivo de 1922. Ahí se fija un plazo de 40 años como tope para rehabilitar títulos y esa es la clave. Si el sobrino llevado por una absurda ambición no sabía de esa limitación de 40 años, estuvo mal asesorado y, si pensó: «Ni para mi tía ni para mí, prefiero que se pierda», es que su karma necesita ser saneado.

En Sanlúcar de Barrameda el notario Jorge López levanta acta el 8 de enero de 1980, por el que la madre de Pilar de Gregorio, en calidad de duquesa de Medina Sidonia, y Leoncio Alonso González de Gregorio, como primogénito, le ceden a Pilar los derechos al título de Fernandina. Un mes después, pero en Madrid y en presencia del notario, Julio Albi, el otro hermano, Gabriel, hace lo mismo.

150 años en desuso

Como ese era un título que pertenecía a la familia aunque había caído en desuso, había que rehabilitarlo, algo que Pilar solicita en 1982 antes de que entrara en vigor el decreto de 1988, es decir, que a Pilar se le aplicó una ley de 1922 por la que podía rehabilitar un título que llevaba más de 150 años dormido. Sus hermanos estaban solteros y aún vivían entre el palacio de los Guzmanes y Madrid. Pilar, separada y con un hijo, se va unos años a Argentina y París. A su regreso, el 5 de junio de 1986, reinicia el expediente que se había quedado inconcluso. Después de haber pagado un par de millones de las antiguas pesetas y facilitar muchísima documentación, en febrero de 1993, en el BOE, aparece firmada por el Rey Juan Carlos la rehabilitación del ducado de Fernandina a nombre de Pilar de Gregorio.

La alegría le duró poco porque un mes después, en marzo de 1993, su hermano mayor, Leoncio, que ya se había casado y tenía un hijo, presenta una demanda contra ella en un juzgado de primera instancia en nombre de un niño que apenas tiene tres años. El hermano reclama el ducado de Fernandina para su hijo.

Tras un larguísimo pleito que ha durado 19 años, el Tribunal Supremo declara que Alonso tiene mejor derecho sobre el título y que la cesión que le había hecho la Duquesa de Medina Sidonia a su hija, Pilar, no sirve. En ese momento, Leoncio que es el que inicia todo el litigio, le aconseja a su hijo que no pida la ejecución de la sentencia porque previsiblemente, con la ley en la mano, Alonso nunca podrá rehabilitar un título que ha estado más de 150 años en desuso y a él no le pueden aplicar la de 1922 que sí pudo usar su tía. El joven se empeña en seguir adelante y el Ministerio de Justicia declara nula la rehabilitación, revocan la carta que había firmado Don Juan Carlos concediéndole el ducado y en junio de 2012 aparece la anulación del título de Fernandina en el BOE firmado otra vez por el rey, ahora emérito.

El joven Alonso pide entonces la rehabilitación para él y el ducado de Fernandina es enviado al archivo. Tanto la tía Pilar como el sobrino se quedan sin título. Llama la atención que Alonso reclamase un título menor de dudosa titularidad siendo el padre Duque de Medina Sidonia, Marqués de los Vélez, Marqués de Villafranca del Bierzo, tres veces Grande de España y Conde de Niebla. Curiosamente, Alonso, como primogénito de Medina Sidonia, no es, a día de hoy, Conde de Niebla, título que suelen llevar los «delfines» como Huéscar para los Alba.