España
Según lo previsto
La FIFA merecería estar presidida por el coronel Hannibal Smith, el jefe del «Equipo A». O, al menos, estaría bien que Blatter adoptase la coletilla aquella de «me encanta que los planes salgan bien». Pese a las defecciones de algunos favoritos, a las tropelías arbitrales y al descuadre de algunos emparejamientos de la fase del KO, los cuartos de final que arrancan hoy prometen una conclusión del Mundial en fanfarria. Como ocurrió con Corea en Asia, África albergará el primer torneo con uno de los propios en semifinales. Que, para abundamiento de la fiesta, se verá las caras con Brasil.
Mañana, el duelo entre Alemania y Argentina asegura un semifinalista con pedigrí. Su rival será el campeón europeo y depositario del maltrecho orgullo del Viejo Continente, España. Los tres últimos citados están equipados por Adidas, la firma comercial que más contribuye a las finanzas fifas. Al contrario que los brasileños, que visten Nike. También cabe la posibilidad de creer en esa gilipollez del «fair play» o, como le ocurre a mi sobrino de seis años, estar convencido de que fue el Ratoncito Pérez el que le dejó una chocolatina en la cama la noche en la que mudó un diente. Allá cada cual con sus ingenuidades.
Desde el punto de vista de las audiencias televisivas, una final Paraguay-Uruguay es el harakiri. Un partido jamás está a salvo de una sorpresa, pero la renuencia a limitar con la tecnología el denominado «error humano» reduce el lado azaroso del juego. No están los tiempos para que una selección cabezota ponga en peligro el business.
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