
Espacio Misterio
Descubren un túnel interestelar que une el Sistema Solar con la constelación Centauro
Es como si el espacio intermedio entre las estrellas hubiera quedado horadado por antiguas explosiones de supernovas, creando corredores que atraviesan la materia fría del medio interestelar.

Un equipo de astrofísicos europeos ha cartografiado, por primera vez en tres dimensiones, la denominada Burbuja Caliente Local (LHB, por sus siglas en inglés): una cavidad de gas a millones de grados que rodea al Sol como un océano invisible de fuego. El hallazgo, publicado en la revista "Astronomy & Astrophysics" por investigadores del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre, ha sido posible gracias a los datos del telescopio espacial eROSITA, especializado en observar el cielo en rayos X.
Lo que más ha sorprendido no es la confirmación de esta estructura, conocida desde hace décadas, sino la aparición de un “túnel interestelar”: un canal de plasma que parece conectar la burbuja en la que se encuentra nuestro sistema solar con otra gigantesca cavidad en la constelación de Centauro.
Una red de corredores cósmicos
Según los investigadores, estas formaciones serían el resultado de antiguas explosiones de supernovas que horadaron el medio interestelar, abriendo auténticos pasadizos de gas incandescente sostenidos por vientos estelares y la actividad de estrellas recién nacidas. El hallazgo recuerda a otro corredor ya documentado, el de Canis Majoris, que conecta la Burbuja Local con la nebulosa Gum. Ahora, con el de Centauro, la imagen que emerge es la de una Vía Láctea atravesada por “arterias cósmicas”, como si se tratara de un organismo vivo que respira a través de burbujas y canales.

Un vecindario cósmico más complejo de lo esperado
El mapa sugiere que nuestro entorno galáctico es mucho menos homogéneo de lo que se pensaba: zonas frías y calientes conviven en una red que rompe la imagen clásica de un medio interestelar uniforme. “Estamos empezando a comprender que vivimos en una estructura dinámica, con conexiones a gran escala que podrían influir en cómo se propaga la radiación cósmica o incluso en la formación de nuevas estrellas”, explica un astrofísico de la Universidad de Lisboa que participa en el proyecto.
Hay además un elemento inquietante: el Sol lleva apenas unos pocos millones de años dentro de esta burbuja, una fracción mínima si se compara con sus 4.600 millones de años de vida. Es decir, nos encontramos casi de manera fortuita en el centro de una estructura colosal que se extiende hacia otras regiones de la galaxia.
La gran incógnita es qué significa este hallazgo para nuestro futuro cósmico. ¿Estamos simplemente de paso por un corredor interestelar? ¿Podría esta red de burbujas condicionar el viaje de la radiación, las partículas de alta energía o, en un futuro, las misiones interestelares humanas?
Por ahora, los astrónomos se centran en perfeccionar los modelos para confirmar la extensión exacta del túnel de Centauro y determinar cómo interactúa con el resto del medio interestelar. Lo que parece seguro es que el mapa en rayos X de eROSITA está ofreciendo una nueva visión de la Vía Láctea: un cosmos menos estático y más vivo, donde el Sol y sus planetas forman parte de un entramado de burbujas y pasadizos cósmicos que apenas comenzamos a explorar.
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