
Atletismo
Esto es lo que le pasó al corazón de un hombre que corrió 366 maratones consecutivas
Durante un año completo, Hugo Farias corrió 42 kilómetros al día sin descanso. Lo que descubrieron los médicos sobre su corazón podría cambiar lo que creemos sobre los límites del cuerpo humano

Renunciar a una carrera ejecutiva y cambiar los trajes por zapatillas de correr no es una decisión común. Pero para el brasileño Hugo Farias, de 45 años, se volvió necesaria. Después de dos décadas trabajando en el mundo corporativo, sintió que su vida necesitaba otra dirección. Inspirado por grandes aventureros como el navegante Amir Klink, decidió emprender su propia travesía: correr un maratón diario durante 366 días consecutivos.
No era un atleta profesional ni acumulaba años de experiencia. Hasta entonces, solo había completado una maratón. Sin embargo, el deseo de dejar huella lo llevó a planificar su reto con una precisión quirúrgica: ocho meses de preparación, un equipo multidisciplinario que incluía fisioterapeutas, médicos y psicólogos, y un acuerdo con el Instituto del Corazón de Brasil (InCor) para estudiar cómo respondería su cuerpo -y especialmente su corazón- ante una hazaña sin precedentes.
Lo que descubrieron los médicos tras más de 15.000 kilómetros
Durante el año de maratones, Hugo fue sometido a evaluaciones mensuales: pruebas de esfuerzo, análisis de sangre, ecocardiogramas y estudios de consumo de oxígeno. La pregunta era clara: ¿se daña el corazón cuando se lo somete a una carga tan extrema?
La respuesta, sorprendentemente, fue no. A pesar de correr más de 15.000 kilómetros, su corazón no mostró señales de inflamación, fibrosis ni arritmias peligrosas. Según los médicos, la clave fue la moderación: Hugo mantuvo una frecuencia cardíaca media de 140 lpm, dentro de un rango seguro que permitió la adaptación fisiológica sin generar consecuencias negativas.
El estudio -publicado en Arquivos Brasileiros de Cardiologia- se convirtió en una referencia para la medicina del deporte. Demostró que un corazón entrenado, con seguimiento profesional y esfuerzo bien regulado, puede tolerar cargas que parecían impensables.
El cuerpo se adapta, pero no sin consecuencias
Aunque su corazón salió ileso, no todo fue fácil. Hugo enfrentó lesiones como fascitis plantar, pubalgia y varios episodios de malestar físico. Durante cinco días seguidos corrió con diarrea, perdió peso, tuvo que ajustar su dieta y en más de una ocasión caminó durante horas porque no podía correr.
El dolor formó parte del proceso. Pero su estrategia de recuperación, el apoyo profesional constante y su fuerza mental fueron clave para no rendirse. Su rutina incluía descansos activos, baños de hielo y fortalecimiento muscular. También fue fundamental el acompañamiento psicológico para sostener el desafío emocional de haber abandonado una vida estable por un camino incierto.
Hugo no corrió para impresionar a nadie, sino para probarse a sí mismo que podía reescribir su historia. Hoy, además de haber entrado en el Libro Guinness de los Récords, comparte su experiencia en conferencias, escribió un libro y ya planea su próximo objetivo: cruzar corriendo todo el continente americano, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en solo 300 días.
Más de 5.000 personas corrieron con él en distintos momentos de su desafío. Y ese, dice, fue el verdadero logro: inspirar. "Nadie necesita correr una maratón todos los días, pero sí necesitamos creer más en lo que somos capaces de hacer". Su historia no trata solo de kilómetros, sino de propósito.
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