Teresa Rodríguez

Divorcio: ella siempre gana

La emancipación de Teresa Rodríguez amenaza con devolver a la izquierda andaluza al estado de fragmentación extrema que vivía el comunismo en la Transición

La coordinadora de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, ofrece una rueda de prensa acompañada de su equipo
La coordinadora de Podemos Andalucía y portavoz de Adelante Andalucía, Teresa RodríguezMaría José LópezEuropa Press

La emancipación de Teresa Rodríguez amenaza con devolver a la izquierda andaluza al estado de fragmentación extrema que vivía el comunismo en la Transición, esa división de lo que es casi indivisible que los Monty Python satirizaron en «La vida de Brian» («¡Disidente!», le gritaban cuatro exaltados a un solitario espectador del anfiteatro que se hacía llamar Frente Judaico Popular) y que Vargas Llosa retrató en la posterior «Historia de Mayta», quién sabe si influido por los geniales cómicos ingleses. A Alfonso Guerra, que anda estos días de tournée universitaria, quisieron en cierta ocasión abrumarlo con un manifiesto firmado por una veintena de formaciones más menos comunistas: «¿Veinte partidos? Pero si los militantes al completo de un partido de esos caben en un taxi…». Así, terminaremos la XI Legislatura autonómica con una miríada de grupúsculos disputándose el 15% (con mucha suerte) de los votos que moran a la siniestra del PSOE, lo cual no deja de ser una noticia magnífica para los socialistas… o para el gobierno bi(tri)fronte de la Junta si es que el pueblo zurdo, harto de tanta sopa de letras, decide quedarse en casa. Tras escenificar una separación amistosa con Pablo Iglesias, se barrunta que los términos del divorcio serán favorables para ella. Adelante Andalucía se quedará con el grupo parlamentario y con ayuntamientos emblemáticos como el de Cádiz, que la doña timonea en calidad de consorte. La práctica disolución de IU en la coalición teresiana deja sin mucho margen de maniobra al PCE, un dinosaurio al que Antonio Maíllo se encargó de dejar mellado antes de su mutis. Rodríguez ha agregado, además, al elemento nacionalista en la persona de los últimos náufragos del andalucismo. ¿Qué le queda a Podemos aquí? La menguante marca nacional y la vaga esperanza de atraerse al movimiento jornalero, que siempre estará más cómodo en la oposición cimarrona que de cirineo de Pedro Sánchez. Todo para la señora.