Andalucía

La vía andalucista

“El nacionalismo andaluz no fue más que una herramienta de cohesión a comienzos de la democracia, un pegamento ante el centralismo de la UCD, un cuerpo moribundo en los últimos tiempos y una cuestión de nostalgia para los que se acuerdan del PA”

El 28F es la fecha mágica para calibrar la salud del andalucismo, si es que esto existe,mediante discursos, medallas, banderas y voces entonando el himno. Es así cada año, una semana antes de que arranque la Cuaresma al calor del entierro del Carnaval. No hay mucho más, porque se ha demostrado que el nacionalismo andaluz no fue más que una herramienta de cohesión a comienzos de la democracia, un pegamento ante el centralismo de la UCD, un cuerpo moribundo en los últimos tiempos y una cuestión de nostalgia para los que aún se acuerdan del PA. La cuestión llega, como siempre, por contarle a los andaluces quién quiere más a su tierra, quién la defiende mejor, quién saca más los dientes en Madrid. Tras la agonía y posterior defunción del PA, el resto de partidos se han hecho con el discurso de la verde y blanca, se han apropiado, mejor dicho, de una idea metida con calzador, teledirigida desde un despacho. Si nos ponemos andalucistas, el andaluz por su universalidad no necesita de conceptos de plaza y campanario ni para vivir ni para hacer política, pero ya que tenemos elecciones regionales a la vista habrá que sacar pecho porque vamos a empezar con el mercadeo: ni Galicia, ni el País Vasco ni por supuesto Cataluña han sufrido el maltrato histórico que soporta Andalucía, por lo que chirría ver ahora a Susana Díaz aplaudir a Pedro Sánchez mientras el presidente dobla el cuello ante Torra y desprecia a Juanma Moreno. El PSOE-A, que lleva la A por algo, debería entender que si existe eso que se llama andalucismo no es más que la defensa de los intereses y el bienestar de los que viven en estas ocho provincias frente al discurso supremacista que hoy se lanza desde Barcelona. Es coherente que Sánchez mire al sur donde no se pone en tela de juicio ni la unidad de España ni la Constitución, dos pilares básicos para poner en marcha después de casi 40 años de parálisis a Andalucía.