Poesía

Se hace camino al andar

El lunes fue el aniversario del nacimiento de Antonio Machado, una ocasión para releer sus poemas

La sepultura del poeta sevillano, lugar de peregrinaje de personas que lo admiran, luce plagada de flores
La sepultura del poeta sevillano, lugar de peregrinaje de personas que lo admiran, luce plagada de floresMiquel GonzálezShooting

Nuestro querido Antonio Machado cuenta con estas cinco palabras el Tao. Lo cuenta desde su percepción oriental y su insuperable síntesis poética. No sé si algún chino consiguió explicar el Tao en tan pocas palabras y con tal lucidez. Seguramente sí y yo no lo he leído todavía. Machado, el jardinero, conoce las miniaturas del jardín, cada gota de la fuente, cada pétalo, las diversas piedras y raíces que componen el paisaje. Cada pájaro y cada ventana del tren.

Sus Proverbios y cantares mezclan mágicamente los aires del oriente con la música del sur, reúnen la esencia del poema infinito. «No es el yo fundamental / eso que busca el poeta / sino el tú esencial». En tres versos y poquísimas palabras, Antonio cuenta el universo íntimo de la poesía, el diminuto punto de conexión entre personas. El tú esencial. El lunes fue el aniversario de su nacimiento y releí varios poemas, versos que tengo marcados en los libros, más los que marco en cada relectura y cuanto más tiempo pasa, más me maravilla su eternidad. «Entre el vivir y el soñar/ hay una tercera cosa./ Adivínala». Sus preguntas y adivinanzas mantienen un diálogo vivo y genial con nosotros. Nos tienta, nos asombra. Nos regala colores y perfumes inolvidables, viaja con nosotros por el corazón, la memoria y los destinos. Es un amigo cercano que nos invita a pensar.»-Nuestro español bosteza./¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?/Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?/-El vacío es más bien en la cabeza».

Nos cuenta sus Soledades, que son las nuestras. Los paseos por la nostalgia, rincones de la infancia que existen en todos los patios y ciudades del mundo, los momentos íntimos del mar, el camino invisible que guarda nuestras huellas y las Galerías del poeta que solo él sabe contar desde el espejo de sus sueños y «las doradas abejas para labrar la nueva miel con los dolores viejos». «El alma del poeta/ se orienta hacia el misterio./Sólo el poeta puede/mirar lo que está lejos/dentro del alma, en turbio/y mago son envuelto».

Nos cuenta el Tao en cinco palabras y el Tiempo en cuatro: «Hoy es siempre todavía». Tanto que se habla ahora de vivir el presente, practicar mindfulness y la conciencia pura del instante, Machado escribe la duración del presente como único tiempo posible. «Mas el doctor no sabía/ que hoy es siempre todavía».

También alivia el Espacio que ocupa el pasado con fechas, domicilios, datos y otros pesos en la memoria cuando nos cuenta, sencillamente: «Solo recuerdo la emoción de las cosas». Aliviar el peso durante el viaje, despojarnos, no cargar mochilas y otras frases de las novedosas autoayudas viajan en los trenes de Machado: «Yo, para todo viaje/—siempre sobre la madera/de mi vagón de tercera—,/voy ligero de equipaje». Poeta oriental, taoísta, lector de las enseñanzas del Buda, viajero y andaluz mezcla con sus manos antiguas arcillas asomado a la ventana de las vías mientras cambian los paisajes. «Tren: camina, silba, humea,/acarrea/tu ejército de vagones,/ajetrea/maletas y corazones». Su poesía nunca olvida el corazón, esa cosa donde el espíritu, el alma y lo invisible parecen de carne y hueso. Por eso es un amigo cercano que nos habla al oído o desde el espejo. Releer a Machado es un buen plan para este verano, en cualquier paisaje, porque los paisajes del poeta están en el corazón, los conocemos, se parecen a un olor de la infancia, alguna soledad de las tantas, un árbol, una tarde, el jardín. “Abejas, cantores,/no a la miel, sino a las flores.”

Machado escribe el presente por eso su poesía revive continuamente y se mueve, viaja, cambia como la vida. En el poema a Juan Ramón dice que el poeta es jardinero, aparecen los ruiseñores, la fuente, la brisa, los jazmines, las liras y las horas y la frase que cuenta la eternidad del poeta: “¡Apenas soy aquel que ayer soñaba!”. Seis palabras.

Sí, me gusta contar palabras porque me asombra la síntesis genial de la poesía cuando cae en buenas manos, cuando encuentra a poetas como Machado para hacernos llegar sus mensajes. La poesía no siempre está con uno, es un pájaro invisible que se posa en tu rama unos segundos, si no lo ves a tiempo o lo espantas, huye y se posa en otra rama hasta que alguien capta el mensaje, el regalo poético, y lo escribe para dejar una huella entre millones de palabras que crean y reinventan continuamente la literatura.

Cada cientos y cientos de poetas, nace un Machado. Fue en Sevilla, un 26 de julio hace casi un siglo y medio. Cuando lo lees parece que está escribiendo el poema ahora, en un tren cualquiera. “Caminante, son tus huellas/el camino y nada más;/Caminante, no hay camino,/se hace camino al andar.” Feliz verano.