Usar el metro

Desde hace décadas Sevilla reclama una red de metro digna a su condición de capital andaluza. Luego ya vendrán las comparaciones con otras ciudades españolas, europeas e incluso de la misma comunidad para poner tibia la petición y comenzar con el juego del trilero. Es decir, si de verdad le importara a los partidos políticos que el personal deje el coche en su casa para ir a trabajar o para tomar un avión lo habrían solucionado hace mucho, porque el problema no viene de hace dos meses, ya hace más de 50 años que este «proyecto» se ha utilizado como palo y zanahoria cuando llegaba el tiempo de las elecciones.

Ahora no iba a ser una excepción y ya han sacado las tradicionales cartulinas con las líneas, las paradas y los colorines que nos dejarán una Sevilla más verde, moderna e integrada en las demandas que no pide el progreso. ¡Ja! Nos partimos la caja de risa porque sabemos, por los hechos los conoceréis, que los 470 millones que tienen que poner encima de la mesa los señores del Ministerio van a ser la clave para dos cosas: una, para que la operación salga adelante o dos, para que estemos con el «tran-trán» del 47% de la financiación como argumento de campaña entre los que lo reclaman y los que lo aseguran.

Nos quedamos muy tranquilos porque en Madrid, de donde el alcalde sevillano, Antonio Muñoz, y la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, vinieron con buen sabor de boca, han planteado como primera medida montar una «mesa de trabajo» para sacar adelante el proyecto. Si hay una ciudad que conoce perfectamente para lo que sirven las «mesas de trabajo» o «comisiones» es Sevilla, que tiene en sus cofradías (ay, qué poco nos queda ya), la medida de todo lo que habita en el universo conocido. Si quieres que algo no salga adelante no hay nada mejor que montar una «comisión pro lo que quieras» para que todo quede enfangado, manoseado y en dique seco. Menos vueltas al proyecto y más zanjas abiertas.