
Sociedad
AVE Doñana, donde la conciencia ecológica se encuentra con el arte
La directora de Meta Miami, Milagros Maldonado, trae a Andalucía una exposición que une creatividad y conservacionismo

Milagros Maldonado es el ejemplo perfecto del mecenazgo. Una vida dedicada a promover la creación artística y a la vez cumplir con el legado de conservación ecológica que heredó de su familia. La injusticia del robo de sus tierras en el Llano venezolano por parte de la dictadura chavista no ha impedido que esta exiliada y directora de Meta Miami genere sin descanso espacios de creatividad que promuevan la conciencia ecológica, ejemplo de ello es la recién inaugurada exposición, AVE Doñana.
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La historia de AVE Doñana nace de una emoción íntima y de una pérdida. Milagros recuerda que la idea germinó en un momento de profunda tristeza, tras la muerte de su hermano, quien había sido un apoyo fundamental en los proyectos filantrópicos de su familia.
Aquella ausencia coincidió con las alarmas que los medios lanzaban sobre la degradación de Doñana: los humedales en retroceso, las aguas cada vez más escasas y la presión de los cultivos intensivos sobre un ecosistema frágil. «Empecé a leer sobre cómo se estaba secando el parque, explica, las vías de agua que desaparecían, y sentí la necesidad de actuar», señala.
Ese impulso vital se transformó en una propuesta artística y ecológica. Maldonado quiso responder a la crisis de Doñana desde la belleza, no desde la denuncia política. De ahí el nombre del proyecto: AVE, que remite tanto al saludo romano que desea bienestar, «Ave, César», como a las aves que cruzan los cielos del parque rumbo al Caribe.
«Cuando Colón avistó aquellas aves volando sobre el mar, entendió que estaba cerca de tierra firme. Esas mismas especies siguen uniendo hoy el sur de Europa con América», recuerda. En esa doble acepción, el vuelo y el saludo, la naturaleza y la cultura, se asienta el espíritu de AVE Doñana: tender puentes entre ecología y arte, entre España y América, entre la memoria y la creación.
Para Maldonado, la relación entre ambas orillas del Atlántico es tan profunda que a menudo los latinoamericanos continúan viendo en España una «patria grande», el modelo civilizatorio y cultural del que aún se alimentan. Esa mirada transatlántica impregna su trabajo, en el que el arte se convierte en una herramienta para proteger el territorio y, a la vez, para reflexionar sobre la herencia compartida.
Milagros insiste en que AVE Doñana no nace como una reivindicación política, sino como un acto de inspiración poética. «Yo no vengo del mundo de la ecología, afirma, sino del de las bellas artes. Pero entendí que podía aplicar mi formación artística a la necesidad de salvaguardar la naturaleza». Formada en la Academia de Bellas Artes de Roma en los años setenta, Maldonado reconoce que también de ese mundo clásico procede parte del espíritu del proyecto: la idea de la vía, del camino, del legado. «Los romanos construyeron las grandes calzadas. En Itálica, a pocos kilómetros de aquí, está la raíz de esa civilización que unía piedra, arte y utilidad. Por eso quise recuperar la palabra Ave también como eco romano», comenta.
La artista y gestora cultural observa con preocupación los riesgos que amenazan a Doñana, pero se muestra convencida de que el parque tiene una fuerza protectora que trasciende la política. Cree en lo que llama «los guardianes metafísicos» del lugar, esas energías que explican por qué el terreno se mantuvo a salvo de la urbanización cuando todo a su alrededor se poblaba. «Esa fuerza telúrica, intrínseca, es la que espero que siga protegiendo Doñana», confiesa.
Aun así, es consciente de que la amenaza es real y que las decisiones humanas importan. «Si se quita el agua para los cultivos, el equilibrio se rompe. Hay que pensar mejor qué se planta. No todos los cultivos necesitan tanta agua como los frutos rojos. El olivo, por ejemplo, puede ser mucho más respetuoso con el entorno», señala. Para ella, la gestión de los recursos naturales debería tener la misma transparencia que el consumo energético de los electrodomésticos: «Saber cuánta agua gasta cada cultivo y decidir en consecuencia».
El año pasado, la lluvia abundante devolvió momentáneamente la vida al humedal. Maldonado lo ve como una lección sobre la fragilidad del ecosistema y sobre la fugacidad de la armonía natural. «Todo cambia. El paisaje se seca, se inunda, se transforma. Pero el arte puede fijar un instante de esa belleza y convertirlo en conciencia». Esa convicción es el corazón del proyecto: el arte como defensa del territorio. «A través de la imagen se puede despertar conciencia. Así lo hizo durante siglos la pintura religiosa».
En AVE Doñana, esa función moral y estética se canaliza a través de la residencia de artistas que la Fundación Iberoamericana de las Artes promueve en el entorno del parque. «Buscamos creadores con profundidad, no artistas de moda, subraya. Uno de ellos será Adrián Pujol, mallorquín afincado en Venezuela, cuya obra, junto a otras como la de Carmen Laffon, podrá contemplarse entre octubre de 2025 y marzo de 2026 en la sede de la Fundación Biodiversidad (MITECO), junto al Alcázar de Sevilla.
En el proyecto también hay un componente pedagógico. Maldonado ha querido involucrar a los niños de Hinojos, la localidad más próxima al parque, para que crezcan sintiendo Doñana como un legado propio. «Muchos de los guías que hoy trabajan allí conocieron el parque de pequeños y nunca lo olvidaron –explica–. Volvieron convertidos en sus protectores. Eso es lo que queremos fomentar: almas guardianas de Doñana».
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