Cumpleaños
Curro Romero, 90 años de un mito
El "faraón de Camas" es una figura inconfundible del paisaje sentimental de Sevilla y Andalucía
Francisco Romero López, Curro Romero en los carteles, cumple 90 años este viernes convertido en un mito vivo del toreo y en una figura inconfundible del paisaje sentimental de la ciudad de Sevilla y de la comunidad de Andalucía, que le nombró Hijo Predilecto en 2020 después de superar un cáncer de laringe. Era un reconocimiento que se sumaba a la larga lista de galardones que el camero ha ido acumulando desde que dijo adiós a la profesión tras torear un festival a beneficio de ANDEX en La Algaba (Sevilla), un mano a mano con Morante, el 22 de octubre de 2000. Cerraba así una singular trayectoria que se había iniciado el 25 de julio de 1954, día de su debut en la recordada placita de La Pañoleta.
Romero, que había trabajado como peón en la finca Gambogaz de Gonzalo Queipo de Llano y de mancebo en la botica de Camas (Sevilla) , su localidad natal, había aprendido a torear en el campo de fútbol de su pueblo, aleccionado por un torero gitano, Salomón Vargas. Pero su leyenda comenzó a abonarse desde el mismo día de su presentación en la plaza de la Maestranza, sustituyendo a Mondeño, el 26 de mayo de 1957. Dos años más tarde, el 18 de marzo de 1959, iba a tomar la alternativa en Valencia de manos del diestro toledano Gregorio Sánchez y en presencia de Jaime Ostos, pero ese mismo año ya se anunció en la Feria de Abril de Sevilla iniciando un vínculo ininterrumpido con la plaza y con el empresario de entonces, Diodoro Canorea, hasta la temporada de su adiós.
Era el comienzo de una relación de amor y odio, de cimas y simas que viajó entre el tormento y el éxtasis mucho antes de que Curro -que siempre gozó de buenos y fieles partidarios- se convirtiera en el personaje extrataurino que ha llegado a ser rompiendo ese halo de misterio que rodeaba su figura discreta y alejada de todos los focos sociales desde que comenzó su relación con Carmen Tello. En 1960 había abierto por primera vez la sevillana Puerta del príncipe después de cortar dos orejas a un sobrero de Tassara pero si hay un día que podría fechar el comienzo del ‘currismo’ es la del 19 de mayo de 1966, día de la Ascensión, en la que Romero se encerró con seis toros de Urquijo que despachó en hora y tres cuartos antes de ser llevado a hombros por el Paseo de Colón.
Los 60 serían los años de plenitud -no exentos de escándalos puntuales como el toro que se negó a matar en Madrid llegando a ser detenido- frente a la aridez de los 70 y 80 que alumbran la imagen del Curro de los almohadillazos y los escándalos que alternaba con triunfos tan aislados como resonantes que acabaron de dar forma al mito. Traspasó la Puerta del Príncipe hasta cinco veces a lo largo de su trayectoria y siete fueron las veces que salió a hombros en Madrid. Fueron 42 temporadas entre la genialidad y el ostracismo; entre la gloria y las espantadas hasta firmar su epílogo taurino en 1999, cortando las dos últimas orejas en su plaza de la Maestranza en medio de una impresionante apoteosis.
En 2000 llegó el adiós inesperado que siguió a su actuación en el festival benéfico en la plaza de La Algaba, mano a mano con Morante y organizado en desagravio por la abrupta ausencia de la Feria de San Miguel, en la que estaban anunciados, que abrió una ancha sima con Eduardo Canorea y Ramón Valencia, que acababan de tomar la gerencia de la empresa Pagés al fallecimiento de su padre y suegro, Diodoro Canorea. En medio de esa tesitura, y con el calendario en contra, Curro Romero tomó la decisión de retirarse de la profesión ese mismo día comunicándolo inesperadamente en los micrófonos de Radio Nacional de España. Su último traje de luces -un terno verde y oro- se lo había ceñido en Murcia el 10 de septiembre de ese mismo año. Después del 22 de octubre de 2000 no volvió a torear.
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