Tribuna
Desinformación y odio contra la cohesión social
Las "fake-news" se están propagando "a través de canales digitales y los medios juegan un papel clave tanto en su difusión como en su combate"
Nos enfrentamos a un escenario donde la desinformación encuentra pocas trabas para propagarse o, al menos, encuentra la forma de llegar a la sociedad a pesar de ellas. Esta relativa facilidad viene dada por la organización detrás de estas campañas que siempre obedecen a intereses políticos o económicos concretos.
La pandemia de Covid-19 representó un punto crítico en esta problemática, con una proliferación de «fake-news» que demandó esfuerzos significativos para combatirlas. Sin embargo, muchos bulos alcanzaron a la ciudadanía con consecuencias graves. Destacan informaciones como la promoción del consumo de lejía como supuesto remedio contra el virus, que puso en peligro la salud pública, y las campañas antivacunas, basadas en datos falsos, que desalentaron la inmunización en un momento de crisis sanitaria global. Estas campañas encuentran en el odio un vehículo eficaz para polarizar y dividir a la sociedad, utilizando las redes sociales como plataforma principal de difusión. Un ejemplo claro de esta dinámica fue la desinformación sobre la procedencia del virus, que desencadenó una ola de ataques, insultos y agresiones contra personas de origen asiático. Cuando desinformación y odio convergen, las consecuencias son devastadoras.
Durante el año que acaba de terminar, hemos sido testigos de la propagación de noticias falsas que se han utilizado para influir en acontecimientos clave, como las elecciones europeas y estadounidenses. Uno de los casos recientes más ilustrativo de la convergencia de desinformación y discurso de odio ocurrió en Estados Unidos, donde el recién elegido presidente Donald Trump, durante su campaña electoral, acusó falsamente a los inmigrantes haitianos de comerse las mascotas de sus vecinos de Springfield, Ohio. Estas afirmaciones, apoyadas por videos descontextualizados y datos falsos, se amplificaron en redes sociales y medios afines, promoviendo el rechazo y la hostilidad hacia la comunidad haitiana.
Dicha estrategia se trata de una táctica de desinformación dirigida, habitual en contextos electorales. En el contexto europeo proliferan los bulos relacionados con las ayudas a inmigrantes, difundidos durante la última campaña para las elecciones europeas o en distintas campañas nacionales.
Recientemente también hemos observado la difusión de bulos relacionados con la DANA en Valencia, ejemplos evidentes de cómo la desinformación erosiona la cohesión social. Circularon «fake-news», como la que aseguraba que cientos de muertos permanecían en el aparcamiento del centro comercial Bonaire sin ser rescatados. Un bulo desmentido, pero que aún persiste en redes sociales y contribuye a crear miedo, confusión y desconfianza.
Es evidente que la combinación de desinformación y discursos de odio genera un cóctel explosivo con graves consecuencias: violencia, discriminación y una fractura social cada vez más profunda. Por ello, es crucial no solo frenar su difusión, sino también abordar de manera integral sus causas y mecanismos de propagación. En este contexto, en la academia hemos respondido con un aumento significativo de estudios sobre desinformación y los discursos de odio, especialmente desde el auge de las redes sociales. Todo esto ha revelado una realidad: el odio se está propagando a través de canales digitales y los medios juegan un papel clave tanto en su difusión como en su combate.
Es vital, por tanto, no solo identificar y clasificar estos discursos, sino también desarrollar estrategias para evitar su propagación. Desde el Proyecto Hatemedia, liderado por investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja y financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y la Agencia Estatal de Investigación, se ha diseñado un algoritmo que permite la identificación y clasificación de mensajes de odio por niveles de intensidad tanto en redes sociales como en las páginas de medios digitales con el análisis de los comentarios de las informaciones que se publican. Conocer y analizar cómo se difunden las expresiones de odio en los entornos digitales ayuda a entender cómo estas plataformas amplifican el odio y lo legitiman ante la audiencia. Por ello, se debe trabajar además en la detección de estas expresiones, contribuyendo así a frenar su propagación.
La combinación de desinformación y discursos de odio es una amenaza peligrosa para nuestra sociedad ya que promueve la fractura social, la discriminación y, en los peores casos, la violencia. El análisis académico de estos fenómenos es esencial, pero también lo es la acción práctica. Por ello, es fundamental que este tipo de investigaciones sigan avanzando, no solo para estudiar y conocer el fenómeno, sino también para generar herramientas efectivas que puedan utilizarse para evitar la propagación de la desinformación y el odio.
Alicia Moreno Delgado es profesora e investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja.
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