
Opinión | Méritos e infamias
«Espadas», devuelto a los corrales
"En la rueda de prensa de ayer bajó la cabeza, en uno de los actos políticos más humillantes que se recuerdan"

A Juan Espadas, adiós con la manita y hasta siempre, no es verdad que se le haya ocurrido la genial idea de dejar su puesto vacante para que venga otro equipo que lo haga mejor. «¡No hija no!», que diría el maestro Antonio Ozores, porque lo que de verdad sucede es que desde hace ya varios meses le han montado una destitución en diferido desde la calle Ferraz, que ahora es el cortijito de Pedro Sánchez. ¿Recuerdan, aquel hombre que salió en busca del apoyo de las bases en el coche familiar y recorrió toda España en busca de los descamisados? Pues el mismo, después de cambiar de opinión, eso sí, se sacó el dedo de la manga, señaló a Andalucía y le dijo a Juan Espadas que se acabó, que ahora el equipo de María Jesús Montero iba a mangonear. Y así ha ido, perdiendo peso hasta la rueda de prensa de ayer donde bajó la cabeza, en uno de los actos políticos más humillantes que se recuerdan, para reconocer su falta de fuelle o trapío para enfrentarse al Partido Popular de Andalucía que lidera Juanma Moreno desde que tomó el relevo de Susana Díaz. Entiendo que su sumisión, al más puro estilo secta milenarista y alabando al líder que te pega la patada en el culo, llega porque habrá una promesa de recompensa tras ceder el sillón. Es decir, un carguito bien remunerado, pagado por usted y yo, hasta que llegue el momento de la jubilación bien merecida. Enternecedor, ¿verdad? Sobre todo, si son ciertos los rumores que insisten en que será la actual ministra quien aliñe lo que queda de legislatura con ese tono, gamberro y chillón, con el que ya nos deleitó durante su etapa como consejera y que asombra a media España cuando abre la boca en el escaño del Congreso de los Diputados.
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