
Tradición
Sara Romero, pionera del maquillaje de carnaval en Cádiz
Sostiene que, cuando este elmento «está en su sitio, los personajes de las agrupaciones son más creíbles»

Además de por cientos de coplas de El Yuyu, Antonio Martín, El Canijo, El Selu, Martínez Ares, Paco Alba y tantos otros autores de culto que se han convertido en verdaderos «himnos», el carnaval de Cádiz, su espectáculo, va mucho más allá. En torno a él, como se respira estos días sobre las tablas del escenario del Gran Teatro Falla y sus camerinos, se ha generado una auténtica industria; esa que, de la mano de esos otros artistas, los artesanos, hace que las agrupaciones y sus repertorios traspasen las fronteras naturales de la fiesta con sus trabajadas y creativas puestas en escena.
Industria que, como tantas otras, ha tenido a sus pioneros. Artesanos del maquillaje, el atrezzo, la caracterización o la peluquería que un día decidieron lanzarse al vacío en un mundo (entonces muy hermético) que, incluso, los miraba con cierto recelo.
Una de esas pioneras fue Sara Romero, que, hace ahora 23 años, decidió poner una pica en Flandes y demostrar que, «no solo no hay un buen tipo sin un buen maquillaje», sino que éste es «primordial para transmitir toda la verdad de los personajes y, con ella, de los repertorios».
De la mano de otro de esos elegidos del carnaval, de la chirigota, José Luis García Cossío «El Selu», Sara Romero debutó a principios de siglo en el concurso con la «Peña flamenca Enrique el alienígena», agrupación con la que dejó su sello y, sobre todo, su clara intención de «hacer carrera». «Aunque nos ha costado mucho trabajo y esfuerzo, de hecho aún hay quienes todavía no lo ven; creo que hemos logrado llevar el maquillaje del carnaval de Cádiz a otro nivel». A un punto en el que, «como yo digo, ya ha quedado demostrado que, cuando el maquillaje está en su sitio, los personajes de las agrupaciones son más creíbles y transmiten mejor el mensaje de su autor».
Maquilladora de cabecera de los grandes de la fiesta gaditana, «he tenido la suerte de trabajar a lo largo de todos estos años con autores de la talla de Martínez Ares, Juan Carlos Aragón, Jesús Bienvenido, El Canijo y Quique Remolino, entre otros»; Sara Romero suma el mérito de ser autora de las grandes evoluciones experimentadas por el maquillaje del carnaval, creando escuela.
«Son incontables los trabajos realizados a lo largo de estas dos décadas. Todos, desarrollados con la misma ilusión, cariño y entrega. No obstante, hay dos agrupaciones con las que creo que llevé el maquillaje de carnaval un poco más allá». «La primera –recuerda–, ‘Las princesas’, y, más recientemente, ‘Los irracionales’», comparsa de Martínez Ares, cuya puesta en escena levantó al Falla de sus asientos, consciente de que estaba ocurriendo algo que iba a dejar huella.
«Se quiera ver o no, cuando se levanta el telón, el primer contacto visual que tiene lugar es el cara a cara entre el público y los miembros de las agrupaciones. Ahí comienza todo y, por ello, la extraordinaria importancia de un maquillaje que conecte y que ofrezca el mejor de los inicios para la ‘historia’ que quiere contar el autor sobre las tablas del Falla».
De carácter «inconformista y perfeccionista», Sara Romero entiende el proceso de caracterización de los personajes en «un mano a mano» con los autores; «ellos, mejor que nadie, te pueden ayudar a lograr el maquillaje perfecto».
No obstante, «a lo largo de todo este tiempo he trabajado con autores muy diferentes». Unos, «como Juan Carlos Aragón, que me dejaba hacer y deshacer y, casi a la primera, le gustaba todo lo que le proponía», y otros, «de perfil muy distinto, como Antonio Martínez Ares, para mí un auténtico visionario; siempre en busca de cosas nuevas». «Gracias a ellos, independientemente de la forma de trabajar, he podido ir evolucionando». Afán de superación que, «pese al tiempo transcurrido, mantengo muy vivo; siempre en busca de nuevos retos».
Camino por y para el maquillaje de carnaval que comparte con otras compañeras. «Entre ellas, algunas que han trabajado conmigo o que he tenido como alumnas». «Compartir con ellas esa adrenalina e ilusión es uno de mis mayores orgullos».
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