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Sociedad
Una habitación de una casa de Camas (Sevilla) se ha transformado en un lugar de culto para muchas personas, sobre todo para las fieles de la Esperanza Macarena, que, se consuelan mientras dura la restauración de la imagen viendo en esta casa una réplica casi a tamaño real de esta virgen sevillana.
Y algo así es posible gracias a Ana Santamaría, una vecina de esta localidad que ha colocado en una habitación esta imagen, incluso bendecida, junto a la de la Esperanza de Triana, un Cristo cautivo y una Virgen de la Soledad.
Impresiona, y mucho, ver la habitación desde la calle, ya que Ana solo tiene que levantar la persiana de ese cuarto para que cualquier persona pueda ver las imágenes desde la vía pública. Algunas se paran a echar una foto, otras rezan, y, desde luego, a nadie deja indiferente lo que se puede ver.
Pero, curiosamente, para que la Esperanza Macarena haya llegado a su casa, ha tenido que interceder la otra gran devoción de la Madrugá del Jueves Santo sevillano: la Esperanza de Triana, porque esta mujer es devota sobre todo de esta última imagen, y la Macarena llegó a su casa casi por casualidad.
Un Jueves Santo, Ana acababa de dejar a su Esperanza de Triana en una calle de Sevilla, y salió en busca de La Macarena. Cada año la veía con su amiga Cristina, y al fallecer decidió verla pasar en su recuerdo. “Me fui a verla, y no sé lo que tenía, que cuando la veo frente a frente me llamó…, me encantó”, porque, asegura “era como si estuviera viva, como si respirara”.
Ella se lo tomó como un mensaje de su amiga, y con ese mensaje se fue al estudio del imaginero Luis Álvarez Duarte, a quien trasladó lo que había sentido. Un año después, la Macarena estaba en su ático, y, con el paso del tiempo, se instaló en la que fue la casa de sus padres, a pie de calle. El resultado es el que pueden ver sus vecinos al pasar por su ventana cada día.
Como si fuera Jueves Santo
“Yo abro la persiana por la mañana, pongo marchas de Semana Santa y esto es como si fuera el Jueves (Santo), con todo el mundo mirando”, explica Ana, que no oculta su devoción por la Esperanza de Triana, que es la virgen que se ve de frente desde la calle, y de la que, además, tiene todo su ajuar, el mismo que se custodia en su capilla de la calle Pureza de Sevilla.
Sí admite que quienes van a ver a La Macarena no pueden evitar compararla con el rostro de la virgen original, cuya restauración provocó tantas protestas el pasado julio, tras colocarle unas pestañas y cambiar su expresión facial. “La gente entra y dice, ‘mira, así las tenía (las pestañas) la Esperanza Macarena’”, afirma, pero confía en que “Pedro Manzano -el restaurador que ahora trabaja con la imagen- lo va a recuperar todo, porque está en muy buenas manos”.
Una devoción desde pequeña
Lo de Ana no ha surgido con la madurez, sino que es algo que toda la vida ha llevado dentro. Recuerda que, cuando era pequeña, cogía las muñecas en su casa, las vestía como una virgen de palio y las sacaba en procesión por las calles de su barrio, que entonces era el Polígono San Pablo sevillano.
Vivir después en un ático no le quitó las ganas de culminar su ilusión, la de tener una réplica exacta de la Esperanza de Triana, y tener ahora su casa a pie de calle ya es la culminación a ese sueño que tuvo de pequeña, como comprueban las decenas de personas que, cada día, o bien se atreven a hacer una foto entre las rejas de la habitación, o directamente piden permiso para entrar en el cuarto y ver las imágenes de cerca.
Como curiosidad, la Virgen de la Soledad que tiene frente a la Macarena no pertenece a ninguna hermandad ni es réplica de ninguna otra. En su día fue un encargo de la fallecida Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, la duquesa de Alba, que nunca fue recogida ni por ella ni por sus herederos, y terminó formando parte de su original santuario.
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