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Mascotas

El dato demoledor que sacude a España: 33 animales son abandonados cada hora

Treinta y tres mascotas son abandonadas cada hora en España, una cifra desoladora que nos sitúa muy por encima de la media europea y que ha llevado al colapso a las protectoras, que denuncian una saturación crónica y asfixiante

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La dejadez individual tiene una cara visible: ocho de cada diez perros que llegan a un centro de acogida en España lo hacen sin el microchip obligatorio. Este dato no es una simple estadística, sino el retrato crudo de una irresponsabilidad generalizada que va mucho más allá de una negligencia administrativa. Se trata de un incumplimiento flagrante de la ley que, en la práctica, dificulta hasta lo imposible la localización de los dueños en caso de extravío y allana el camino para el abandono impune.

De hecho, esta falta de compromiso es la antesala de problemas mayores. A la ausencia del chip se suman las camadas indeseadas, una consecuencia directa de la escasa esterilización, o la simple pérdida de interés por el animal cuando la novedad se desvanece. A este cóctel de motivos se han añadido con fuerza los factores económicos crecientes, pues se calcula que el mantenimiento de una mascota supone un desembolso anual de unos 400 euros que no todas las familias pueden afrontar.

Esta suma de negligencias y dificultades culmina en una hemorragia silenciosa y constante. Las protectoras españolas recogieron la friolera de 286.681 perros y gatos a lo largo de 2023, una cifra que apenas ha variado en la última década y que nos sitúa a la cola de Europa. El goteo es incesante y se traduce en el abandono de setecientos ochenta y cinco animales al día, o lo que es lo mismo, treinta y tres animales cada hora.

Un sistema de acogida desbordado y en manos privadas

En consecuencia, quienes se encuentran en primera línea de batalla viven en una situación límite. Las propias organizaciones describen su estado como una «saturación crónica», donde la llegada de animales supera de forma sistemática a las adopciones. La escasez de espacio, de voluntarios y de fondos convierte la gestión diaria en un desafío titánico, dibujando el panorama de un sistema completamente desbordado por una crisis que no cesa.

Por si fuera poco, la responsabilidad legal de gestionar a los animales abandonados, que recae sobre las administraciones municipales, choca frontalmente con la realidad de la red de acogida. Apenas un 15 % de los refugios registrados en el país son de titularidad pública. Esto significa que la inmensa mayoría del esfuerzo y la carga económica descansa sobre hombros privados: los de asociaciones y ciudadanos que, con su buena voluntad, suplen las carencias de una gestión pública a todas luces insuficiente.