Perros
Estas son las razas de perro más peligrosas, según los veterinarios
Los expertos aconsejan apostar por la educación en positivo, premiando la calma y las buenas decisiones, en lugar de recurrir a golpes o collares de castigo
Ningún perro nace malo. Esto lo repiten una y otra vez los veterinarios cuando se habla de razas peligrosas. El comportamiento de un animal es siempre la combinación de su genética, su educación, su entorno y las experiencias que acumula a lo largo de su vida. Sin embargo, hay razas que, por su tamaño, su fuerza y el tipo de trabajos para los que fueron criadas, tienen un potencial de daño mucho mayor si algo se tuerce.
Los expertos suelen resumirlo de una forma muy gráfica: cualquier perro puede morder, pero no es lo mismo el mordisco de un animal de 5 kilos que el de uno que supera los 40, con una mandíbula poderosa y un cuerpo lleno de músculo.
En ese grupo de razas aparece el mastín italiano. Se trata de un perro grande, frecuentemente por encima de los 50 kilos, seleccionado históricamente para la guarda y la protección. Bien educado, puede ser un compañero muy familiar, afectuoso y equilibrado. Pero los veterinarios saben que su carácter seguro de sí mismo, su tendencia a vigilar y su desconfianza natural ante lo desconocido pueden volverse en contra si no se trabaja la socialización desde cachorro. En manos inexpertas o en entornos caóticos, ese mismo perro puede convertirse en un problema.
Algo parecido ocurre con el bullmastiff. A menudo es un animal cariñoso, tranquilo y muy pegado a su familia, pero no deja de ser un perro enorme, robusto y criado durante años para proteger fincas y propiedades. Muchos veterinarios advierten de que esa faceta guardiana puede dispararse si no se acostumbra desde joven a recibir visitas, a moverse por entornos distintos y a convivir con otros perros. Un bullmastiff mal socializado, que vive aislado en un patio y solo se activa cuando llega alguien a la puerta, tiene muchos más números para reaccionar con miedo o agresividad que uno que forma parte real de la vida diaria de la casa.
En el caso del dogo argentino, el origen está en la caza mayor. Es un animal atlético, seguro, con mucha energía y poco impresionable ante otros animales grandes. Muchos propietarios relatan que, en casa, pueden ser sorprendentemente mimosos y cercanos. Pero los veterinarios recuerdan que esa energía hay que gestionarla: sin ejercicio diario, sin trabajo mental y sin una educación clara, puede canalizar su impulso hacia conflictos con otros perros o hacia comportamientos difíciles de controlar.
También el bulldog americano tiene una historia ligada al trabajo duro: granjas, ganado, tareas de guardia. Es un perro de cuerpo compacto, muy musculoso, confiado y con un marcado instinto protector. Los expertos subrayan que, con una buena estructura de normas, ejercicio suficiente y mucho refuerzo positivo, puede ser un gran perro de familia. Pero el reverso de esa moneda es claro: cuando se combina fuerza bruta, impulsividad y falta de límites, el riesgo se dispara.
La conversación sobre razas peligrosas rara vez pasa por alto al Staffordshire bull terrier. Su físico compacto y musculoso y su pasado en actividades como las peleas de perros han alimentado un estigma que pesa mucho. Sin embargo, los profesionales insisten en que su mala fama tiene más que ver con el uso que han hecho algunos humanos de la raza que con una agresividad inevitable. De hecho, bien criado, suele ser un perro intensamente cariñoso con las personas, muy apegado a su familia y con una notable devoción por los niños.
Otro nombre que suele estar en todas las listas es el del rottweiler. Su imagen de perro serio y su historial como guardián han alimentado una reputación intimidante, apoyada además en algunos casos de ataques. A ojos de quienes lo conocen bien, es mucho más que eso: un perro muy inteligente, con un fuerte sentido del vínculo y que puede ser extraordinariamente afectuoso con los suyos. Por su potencia física y su carácter protector, cualquier error de manejo se amplifica.
El presa canario quizás sea, de todos los mencionados, el que más claramente se asocia en España con la idea de 'perro de carácter'. Originario de las Islas Canarias, se desarrolló para la guarda y el manejo de ganado, algo que todavía se percibe en su forma de estar en el mundo: seguro, firme, poco dado a efusiones gratuitas. Su físico imponente y su ladrido grave refuerzan la sensación de estar ante un perro que no se toma a la ligera. Por eso muchos veterinarios son especialmente claros con esta raza: no es recomendable como primer perro, no encaja bien en hogares con niños pequeños y exige manos expertas, tiempo y compromiso para trabajar la socialización, la obediencia y el vínculo.
Sea cual sea el perro que llegue a casa, los veterinarios coinciden en una serie de ideas básicas: socializar desde cachorro con personas, perros y entornos distintos; apostar por la educación en positivo, premiando la calma y las buenas decisiones, en lugar de recurrir a golpes o collares de castigo; ofrecer suficiente ejercicio físico y mental para evitar el aburrimiento; no dejar nunca a niños pequeños solos con un perro, sea de la raza que sea; y acudir al profesional cuando aparezcan señales de miedo, estrés o agresividad.