Mascotas

Mucho cuidado si tu perro padece enanismo: necesita cuidados especiales

El enanismo en perros, más allá de la estética, esconde una singular historia genética con un origen único hace miles de años

Esta raza de perro pequeño es muy juguetona y perfecta para familias
Es necesario distinguir entre perros pequeños y perros enanosRob HansonWikimedia

La fisonomía de determinadas razas caninas, como el teckel o el basset hound, caracterizada por sus patas cortas y cuerpos alargados, no obedece únicamente a una cuestión estética o a la selección deliberada de los criadores. Esta particularidad responde a una mutación genética concreta que provoca un tipo de enanismo denominado acondroplasia o condrodisplasia. Aunque hoy se perciben como mascotas adorables, el origen de esta característica posee raíces funcionales y puede acarrear consecuencias de calado para su salud y bienestar.

Resulta fundamental distinguir entre las razas caninas que presentan enanismo y aquellas que simplemente son de talla pequeña. Un chihuahua o un bichón maltés son perros de tamaño "toy" con proporciones armónicas, similares a las de sus congéneres de mayor tamaño. Por el contrario, los canes con enanismo exhiben desproporciones físicas específicas, como extremidades notablemente acortadas, cráneos más grandes o incluso una pronunciada curvatura en las patas, debido a alteraciones en el desarrollo óseo.

Estas diferencias no son meramente morfológicas, sino que conllevan implicaciones clínicas relevantes para la calidad de vida de los animales. Mientras que los perros de talla reducida rara vez experimentan problemas derivados de su tamaño, aquellos que manifiestan enanismo pueden sufrir a lo largo de su vida trastornos musculoesqueléticos, respiratorios y articulares.

Un origen milenario y una mutación decisiva

Un estudio publicado en la revista Science en 2009, liderado por el equipo de Heidi Parker, identificó el origen genético del enanismo en perros. Se trata de una copia extra del gen FGF4, insertada de forma anómala en el genoma canino, que regula el crecimiento óseo durante el desarrollo fetal. Esta versión 'errante' del FGF4 actúa de manera desproporcionada, inhibiendo la correcta osificación del cartílago en las extremidades.

Lo notable de esta mutación, conocida como retrogén, es que se produjo una sola vez en la historia evolutiva del perro doméstico. Sin embargo, se encuentra hoy en al menos diecinueve razas distintas, entre las que se incluyen el teckel, el corgi galés Cardigan y Pembroke, el pequinés, el dandie dinmont terrier, el basset hound o el bulldog inglés. Esta mutación, aunque completamente natural, se fijó en la población canina por selección artificial, ya que resultaba de gran utilidad para funciones como la caza en madrigueras o el pastoreo a ras de suelo.

Existe, asimismo, un enanismo de origen hormonal, conocido como hipofisario, que es mucho más raro y, además, no es buscado por los criadores. En este caso, el cuerpo del animal no produce suficiente hormona del crecimiento, impidiendo un desarrollo normal. Se observa con cierta frecuencia en el pastor alemán y razas derivadas. Los perros afectados por el enanismo hipofisario presentan un tamaño considerablemente menor al esperado, pelaje escaso, infertilidad y otras complicaciones endocrinas. Todas las organizaciones caninas mundiales mantienen la prohibición de usar estos ejemplares para la cría.

Seleccionar perros con características físicas tan extremas conlleva un coste importante en su salud. El enanismo predispone a los animales a padecer diversos problemas ortopédicos y de salud como displasia de cadera y codo, problemas vertebrales derivados de la herniación de discos, debilidad en las articulaciones, luxación de rótula, dificultades respiratorias, ojos saltones y problemas dentales o de piel colgante.

Además, los perros con enanismo suelen tener una esperanza de vida más corta y pueden requerir intervenciones quirúrgicas o rehabilitación física a lo largo de su vida. Por ello, se considera fundamental realizar chequeos veterinarios frecuentes y mantener un peso adecuado para preservar al máximo su calidad de vida.