Temporales

¿Se convertirán las DANA's en un fenómeno habitual en Baleares a lo largo del siglo XXI?

Ibiza y Formentera han activado en una semana una alerta roja y una alerta naranja por el paso de fuertes borrascas que dejaron inundaciones casi inéditas

¿Se convertirán las DANA's en algo cada vez más frecuente en Baleares a lo largo del siglo XXI?
¿Se convertirán las DANA's en algo cada vez más frecuente en Baleares a lo largo del siglo XXI?iStock

En los últimos años, Baleares ha sufrido episodios meteorológicos extremos marcados por lluvias torrenciales y fuertes tormentas. Estos fenómenos, asociados a las DANAs (Depresiones Aisladas en Niveles Altos), han provocado inundaciones, destrozos en infraestructuras y serios trastornos en la vida cotidiana. La pregunta que muchos se hacen hoy es si estos eventos podrían volverse más habituales e intensos a lo largo del siglo XXI.

La ciencia apunta a que sí. Diversos estudios coinciden en que el calentamiento del mar Mediterráneo está desempeñando un papel clave en la intensificación de las DANAs.

En los últimos años se han registrado anomalías de hasta dos grados y medio por encima de la media histórica en las aguas baleares, lo que se traduce en más energía disponible para alimentar tormentas severas.

También el aire se mantiene más cálido, creando condiciones de gran inestabilidad atmosférica. A esto se suman los cambios en los patrones climáticos globales, vinculados al cambio climático, que favorecen episodios de lluvias extremas repentinas, especialmente en otoño, cuando el mar conserva todavía mucho calor acumulado del verano.

Medidas por parte de las autoridades

Conscientes de este riesgo, las autoridades baleares han comenzado a tomar medidas para reducir los efectos de las lluvias torrenciales. En los últimos años, el Govern ha intensificado la limpieza de torrentes, con más de 300 kilómetros de cauces intervenidos para facilitar el drenaje y evitar desbordamientos.

También se han incrementado los recursos destinados a infraestructuras hidráulicas y a la conservación de sistemas de evacuación de agua, además de reforzar los protocolos de emergencia y la previsión meteorológica.

Estas acciones permiten una respuesta más rápida ante la llegada de fenómenos extremos, aunque los expertos insisten en que la prevención física no basta si no se actúa también sobre las causas del calentamiento global.

El Mediterráneo, un caldero de energía

Las proyecciones de organismos internacionales y de centros de investigación climática apuntan a que las DANAs no solo serán más intensas, sino también más frecuentes.

En los escenarios más pesimistas, aquellos en los que las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen, la frecuencia de lluvias torrenciales podría incluso duplicarse a finales de siglo respecto a los valores actuales.

El Mediterráneo, convertido en un “caldero” de energía, seguirá calentándose, y los otoños tenderán a ser más húmedos, con fuertes contrastes térmicos que potencian la formación de tormentas.

Riesgo añadido en zonas expuestas

Esto supone un reto añadido para las zonas más expuestas, especialmente las áreas costeras y urbanas con drenajes insuficientes o en municipios con menor capacidad de inversión.

Las consecuencias pueden ir desde inundaciones repentinas hasta daños estructurales o cortes prolongados de servicios básicos. El grado de vulnerabilidad dependerá en buena medida del nivel de adaptación local: la planificación urbana, la conservación de los torrentes, la restricción de construcciones en zonas inundables y la mejora de los sistemas de alerta temprana serán factores decisivos para minimizar el impacto.

El compromiso con el medio ambiente

No obstante, el futuro de las DANAs en Baleares no está del todo escrito. El rumbo dependerá de las políticas de reducción de emisiones y del compromiso tanto institucional como ciudadano por adaptarse a una realidad climática cada vez más volátil.

Informar correctamente sobre los riesgos, invertir en infraestructuras resilientes y mantener una cultura de prevención pueden marcar la diferencia entre un fenómeno natural y una catástrofe.

En definitiva, todo indica que las DANAs tenderán a multiplicarse y a volverse más severas durante las próximas décadas si no se frenan las tendencias actuales. Pero el aumento de su frecuencia no tiene por qué traducirse inevitablemente en desastre: la preparación, la educación ambiental y la gestión responsable del territorio serán las herramientas más valiosas para convivir con un Mediterráneo que, siglo a siglo, parece cada vez más impredecible.