Ibiza, sinónimo de fiesta y paraíso mediterráneo, atraviesa un verano marcado por la tragedia. Tres jóvenes turistas han perdido la vida en el Ibiza Rocks Hotel en apenas tres meses, lo que ha encendido las alarmas en la prensa británica sobre la seguridad en uno de los alojamientos más emblemáticos de Sant Antoni.

El último fallecimiento, el del británico Gary Kelly, de 19 años, ocurrió el 21 de julio tras caer desde un tercer piso. Solo dos semanas antes, Evan Thomson, escocés de 26 años, murió en circunstancias similares. Ambos casos se suman a las muerte de abril: una turista italiana de 19 años que cayó desde un cuarto piso.

El hotel, conocido por sus eventos musicales con DJs internacionales, ha anunciado que suspende su programación como muestra de respeto. En su comunicado oficial, expresó estar “profundamente conmocionado y devastado” y aseguró su colaboración total con las autoridades.

Sin embargo, la familia de Evan Thomson llegó a denunciar la supuesta insensibilidad del establecimiento, señalando que la fiesta continuó pocos minutos después del trágico suceso. “Fue un acto de absoluta falta de respeto”, afirmaron. Por su parte, los amigos de Gary Kelly, prometedor jugador de hockey sobre hielo, han exigido una investigación rigurosa, denunciando barandillas inadecuadas, supervisión deficiente y acceso sin control a zonas peligrosas.

Aunque no se ha confirmado responsabilidad directa del hotel, familiares y testigos critican fallos estructurales y una respuesta tardía de los servicios de emergencia. Tanto, que medios como The Sun han bautizado al Ibiza Rocks como el “hotel de la muerte”, al tiempo que exigen una revisión profunda de los protocolos de seguridad.