Asamblea de Madrid

Los madrileños no se merecen una moción de censura

Los madrileños no se merecen una moción de censura
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El Partido Popular se ha caracterizado siempre por ser un decidido partidario del cumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria. Y esto no es por dogmatismo, es porque observamos los buenos efectos que tienen la estabilidad sobre la economía y el bienestar de los ciudadanos. Más allá de estos efectos es una evidencia que un Estado o una Comunidad Autónoma, al igual que una familia o una empresa, no pueden tener de forma continuada más gastos que ingresos, porque eso les llevaría a la ruina.

Es sorprendente que esta evidencia no la hayan asumido en el PSOE y Podemos, grandes partidarios del descontrol en las cuentas públicas, pero es más alucinante que tampoco la asuma Ciudadanos puesto que, aunque sobre el papel esta formación habla de las bondades de la estabilidad presupuestaria, luego sus propuestas llevan una y otra vez al incremento del gasto y del tamaño de la Administración Pública sin ningún tipo de control.

Como decía al principio de este artículo, la estabilidad presupuestaria incide de una manera muy positiva en el empleo y la economía. Los datos de 2017 son un buen ejemplo de ello: Madrid cumplió el objetivo de Estabilidad Presupuestaria con un -0,47% del PIB y, simultáneamente, nuestra economía creció un 3,7%, una cifra realmente muy destacada, el empleo aumentó un 4% y Madrid alcanzó la cifra más alta de afiliados de su historia. En paralelo, el Gobierno de Cristina Cifuentes reforzaba los servicios públicos de la región, porque es perfectamente posible cumplir con la estabilidad y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Otra consecuencia del respeto a estos principios es la mayor atracción de inversión extranjera, porque los inversores internaciones tienen en cuenta, a la hora de ubicar su capital, los territorios más estables y que le dan más confianza. En esta materia, la Comunidad de Madrid supera todas las expectativas porque en 2017 ha logrado atraer el 61% de toda la inversión extranjera que ha llegado a España, incrementando su volumen casi en un 25%, respecto del año anterior.

Mientras esto sucedía en Madrid, el Reino de España también cumplía el objetivo de déficit con el 3,07% del PIB. Las consecuencias son que la economía española crecía un 3,1%, 6 décimas por encima de la Unión Europea, y la afiliación aumentaba en 611.000 personas, una gran éxito.

Esto es lo que ocurre cuando se cumplen los objetivos de déficit. ¿Qué pasa cuando no es así? Para saberlo basta con analizar la situación durante los tres últimos años que el PSOE gobernó España. Fueron los años 2009, 2010 y 2011 y en ellos el déficit alcanzó las astronómicas cifras del 11%, el 9,5% y el 9,31% respectivamente. ¿Cuáles fueron las consecuencias? En pocas palabras, la economía española inició la senda de la recesión en el último trimestre de 2011, el número de empleos destruidos fue de 600.000 y la tasa de paro alcanzó casi el 23%. Está fue la situación que recibió el Gobierno de Mariano Rajoy a finales del años 2011.

Gracias a nuestras políticas y a un gran esfuerzo se ha dado la vuelta a la tortilla. De la recesión se ha pasado a crecer por encima de nuestros socios europeos y de destruir 600.000 empleos al año a crearlos. Y en este escenario destaca Madrid, región a la que los gobiernos del Partido Popular han colocado a la cabeza de todos los índices. Esta es la diferencia entre los gobiernos del Partido Popular y los del PSOE, la diferencia entre el rigor en las cuentas y el descontrol, la diferencia entre los que consiguen prosperidad y los que nos llevan a la pobreza, la diferencia entre los que consolidan el estado del bienestar y las pensiones y los que los llevan al abismo.

Por estos motivos, y muchos otros, debería estar completamente abocada al fracaso la moción de censura que ha anunciado el PSOE-M, al igual que la presentada hace más de un año por Podemos. Los madrileños no se merecen una moción de izquierdas porque las consecuencias de sus políticas serían el adiós a la confianza y al prestigio de Madrid entre los inversores españoles y extranjeros, a las buenas inversiones en nuestra región y, en suma, a la prosperidad.