Expresión RAE
El término canario que define un antojo difícil de explicar y que la RAE aún no acepta
La transformación de una palabra llegada de Andalucía derivó en una variante isleña que hoy desconcierta a quienes la escuchan por primera vez.
Han pasado décadas desde que en las casas canarias se empezara a hablar con naturalidad de la "gasusa" como si todo el mundo supiera de qué se trata, aunque fuera del Archipiélago muchos españoles sigan sin ponerle nombre a esa sensación tan concreta y cotidiana. El término se ha instalado en el habla popular de lasIslas hasta el punto de formar parte del paisaje lingüístico tanto como el acento o los diminutivos que sorprenden al turista peninsular.
En un país donde abundan las expresiones heredadas de los Siglos de Oro, el habla isleña ha ido creando su propio repertorio gracias a la mezcla de influencias, a la distancia geográfica y a una historia marcada por los movimientos de población. Dentro de ese repertorio aparece el término "gasusa", que no describe el hambre de quien lleva horas sin probar bocado sino algo más suave y, al mismo tiempo, más caprichoso. Es ese deseo repentino de comer algo muy concreto cuando en teoría ya se está saciado y que lleva, casi sin pensarlo, a abrir la nevera o a buscar un dulce en la despensa.
Quien ha sentido esa especie de cosquilleo goloso sabe que no tiene nada que ver con una necesidad biológica urgente, porque el cuerpo no reclama alimento para seguir funcionando sino que la mente se entretiene imaginando un trozo de chocolate, un helado o cualquier bocado apetecible. Un ejemplo muy sencillo ayuda a entenderlo mejor, después de una caminata de varias horas lo que aparece es un hambre clara, mientras que una pesona que acaba de comer, se siente en el sofá y de golpe sueña con un helado de pistacho puede decir sin problema que tiene "gasusa". La diferencia se explica en la calle, con naturalidad, aunque la Real Academia Española siga sin recoger esa voz en el diccionario.
Lo curioso es que este vocable que hoy se percibe como tan canario no nació en las Islas, porque sus raíces apuntan a Andalucía y Extremadura, donde se utiliza desde hace tiempo la forma "gazuza" con un significado muy cercano. La historia lingüística cuenta que las migraciones procedentes del sur peninsular llevaro al Archipiélago no solo costumbre y apellidos, también giros coloniales que con el paso de los años se adaptaron a la pronunciación local. Entre esas expresiones viajeras se encontraba "gazuza", que acabó transformándose en "gasusa" al suavizerse la "z" y fijarse en la escritura la forma que ya se escuchaba en la calle.
La explicación tiene que ver con un rasgo conocido del español que se habla en el Archipiélago, donde no se distingue entre ciertos sonidos que en otras zonas sí se diferencian de manera clara, así que la "z" y la "s" terminan compartiendo espacio en la conversación diaria. Lo que empezó como una ligera variación fonética acabó extendiéndose por barrios, pueblos y ciudades hasta consolidar una forma propia que muchos jóvenes ya sienten como totalmente natural. Hoy, resulta raro escuchar la variante original en una conversación informal en las Islas, mientras que la adaptación con "s" aparece en charlas familiares, en redes sociales y hasta en algunos textos literarios.
La posición de la Academia añade otro elemento a esta historia porque la institución sí reconoce "gazuza" como expresión coloquial vinculada al hambre, aunque de momento no haya dado el mismo paso con gasusa. Los académicos recuerdan a menudo que el diccionario no crea las palabras, solo las registra cuando se documenta un uso suficientemente amplio y estable, y ese proceso suele ser lento cuando se trata de voces muy marcadas por el territorio. En este caso se da la paradoja de que una forma se considera normativa y la otra se etiqueta como grafía inadecuada, pese a que para muchos en el archipiélago la versión con "s" es la única que emplean en su vida.