Sabores

Ni sobados ni quesadas, el postre más tradicional y delicioso de Cantabria es este

La receta surgió tras una charla que se alargó y se añadió mantequilla a la masa para ver si se podía hacer algo con ella, el resultado fue una delicia

Ni sobados ni quesadas, el postre más tradicional de Cantabria es este
Ni sobados ni quesadas, el postre más tradicional de Cantabria es este Tripadvisor

El mundo de la gastronomía dulce de Cantabria es prácticamente una fantasía. Conocidos por su sabor a mantequilla y por su textura deliciosa son los sobaos, otra de las delicias son las quesadas, y mención especial tienen también los hojaldres, con los que se elaboran otros productos como las corbatas de Unquera, las polkas o las palmeras.

Hoy te descubrimos un postre menos conocido pero que es absolutamente delicioso, y que solo podrás disfrutarlo en un pueblín cántabro que tiene un encanto especial, con lo que el plan ideal es disfrutar de pasar allí un día o una tarde y pedirte las famosas pantortillas.

Se trata de un dulce elaborado con un hojaldre muy muy fino y crujiente y que lleva una costra de azúcar encima, que le aporta esa crujiente especial tan característico que, además, contrasta con la ternura del hojaldre.

Para probarlo, y si quieres acertar seguro en tu elección, tienes que ir a Reinosa, que es el pueblín en donde se fabrica y se lleva haciendo desde tiempo pretéritos, ahí reside parte de la esencia, en que se mantiene la receta original y se siguen cuidando los ingredientes. Su elaboración continúa siento artesana y eso se nota en cada bocado.

Dicen en Reinosa que aunque te comas la pantortilla en cualquier otro lugar del mundo, solo alcanza su mejor sabor en este pueblo, y que son sus condiciones climatológicas las que le dan el último toque especial. En Reinosa las pantortillas saben mucho mejor.

Se elaboran desde el año 1850, que fue cuando el obrador de plan Nicanor García abrió sus puertas. El dulce fue encandilando los paladares de los vecinos, que solían compartirlos con un café mientras charlaban durante horas.

Una mezcla en una masa para ver qué pasaba

Dicen que fue también fruto de una charla que se alargó demasiadas horas cuando nació este postre, casi por casualidad. La masa de las tortas de pan del obrador se fermentaron más de la cuenta, porque se habían quedado olvidadas durante la charla, y entonces el pastelero decidió echarle mantequilla para ver qué pasaba.

Cuando lo horneó, lo que consiguió fue una especial de pan con textura de hojaldre, al que decidió coronar con azúcar. La receta es bastante sencilla por si te animas a hacerla en casa, aunque lo ideal es comerlas en Reinosa, que es la cuna de este postre, que es uno de los menos conocidos de Cantabria, pero que si lo pruebas vas a tener que repetir, porque engancha.