Sociedad

La voz de la solidaridad en la América Hispana

El vallisoletano José Álvarez lleva casi 24 años ayudando a niños que viven en las calles de Bolivia, Perú o Colombia

Pepe Álvarez, presidente de la oenegé Voces para Latinoamérica
Pepe Álvarez, presidente de la oenegé Voces para LatinoaméricaWellington Dos Santos PereiraLa Razón

Un taller de educación sexual que impartía en Capinota, una pequeña ciudad de Bolivia, cambió la vida del vallisoletano José Álvarez Blanco hace ya casi 24 años. Cuando le contaron que en ese lugar había niños de ocho años viviendo en la calle no se lo creyó hasta que lo comprobó con sus propios ojos. Lo que vio en aquél momento debajo de unos puentes de ese municipio le impactó. Tanto, que le puso la cabeza patas arriba y lo dejó todo para volcarse en ese país andino.

Una labor que después le ha llevado también a Perú y Colombia de la mano de Voces para Latinoamérica, la oenegé que impulsó hace dos décadas para, mediante la sensibilización, la investigación, la formación, la conciencia crítitca y la denuncia, trabajar con estos menores que viven en la calle, con los que están encarcelados o con los que padecen algún trastorno mental tras sufrir malos tratos o por drogas.

LA RAZÓN conversa con este inquieto psicoterapeuta y experto en drogodependencias, que empezó en el Movimiento Scout Católico de Valladolid, y que vive a caballo entre esta ciudad y la de Burgos cuando se encuentra en España, o entre Bolivia, Perú y Colombia, en función de los proyectos. Como este mes de marzo, que tiene previsto marcharse a Lima para lanzar una iniciativa con técnicos de todos los centros de menores de Perú.

Cuenta «Pepe», como así le llaman los amigos, que la experiencia de ver la realidad de la calle, con niños rotos, violados, desvinculados de sus familias y sin esperanzas «no se olvida». Como una imagen que recuerda cada día, cuando después de acercar al hospital a un menor que tenía un fuerte y dolor y fiebre alta, el médico le echó la bronca por no haberle llevado antes debido a la operación que había sufrido - le habían quitado un riñón para después venderlo- algo que el niño y él desconocían.

A través de las redes locales y con pocos recursos tratan de aportar su granito de arena en la sensibilización y la denuncia. Destaca también algunos «pequeños éxitos» fruto de investigaciones «que han dado visibilidad a la situación -apunta- además de demostrar que se puede trabajar con estos menores en su integración, rehabilitación y reinserción psicosocial o psicofamiliar, en lugar de la ‘‘Paloterapia’’, la ‘‘Teoterapia’’ o la ‘‘Laboroterapia’’, y que pueden tener un futuro».

José Álvarez es también muy crítico con el modelo de la cooperación, donde oenegés pequeñas como la suya tienen complicado acceder a proyectos al carecer de infraestructura pese a llevar dos décadas trabajando. También lo es con la forma de vida actual en la sociedad, a la que responsabiliza del «vaciamiento y cosificación de la persona». «Solo importa la cultura del tener antes que el ser», advierte, mientras se pregunta qué nos pasa como seres humanos cuando hay 150 millones de niños en la calle en todo el mundo o 223 millones explotados sexualmente. Pese a todo es optimista, sobre todo, cuando ha vivido y presenciado casos como el de un menor que estuvo a punto de morir alcohólico, y ahora es pastor evangélico y les ayuda en el trabajo con los niños de calle.

Quien quiera colaborar como voluntario en Voces para Latinoamérica puede contactar mediante el correo vocespara@gmail.com mientras quien desee aportar algún donativo, desgravable en Hacienda, se puede realizar a través de la Fundación Oxigeno y en el número de cuenta ES6621001416740200072629.