Castilla y León

El Itacyl potencia el sector del cereal

Destina casi 600.000 euros en ámbitos que persiguen profundizar en el conocimiento, mejorar la rentabilidad del profesional, crear empleo en el medio rural y reducir la emisión de gases

Campo de cereal en Castilla y León
Campo de cereal en Castilla y LeónPascal RossignolREUTERS

El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) desarrolla en la actualidad, gracias a una inversión total de 584.700 euros, cuatro proyectos que pretenden potenciar el sector del cereal en el marco de la cadena de valor de los productos ecológicos (Ecotrigo), la fertilización inteligente con dosificación variable, el cultivo de especies de pseudocereales, como la quinoa, amaranto o trigo sarraceno, y otras minoritarias como la espelta, farro o monocum (Cultiemer), así como un último estudio sobre la aplicación del “machine learning” (Foodtool), una herramienta informática que ayude a las industrias agroalimentarias a formular de manera rápida y fiable alimentos saludables y aceptables sensorialmente por parte de los consumidores, con un incremento de valor añadido y evitando numerosos y costosos análisis de laboratorio.

Precisamente, el proyecto más importante en términos económicos es 'Foodtool', que absorbe 252.400 euros, casi la mitad del total. Pretende predecir las propiedades saludables y sensoriales en procesos industriales de la industria alimentaria, a quien está directamente dirigido. Entre estos alimentos ocupan un lugar muy importante los cereales dentro de la dieta mediterránea. La herramienta se alimentará de otras bases de datos, tanto bibliográficos como empíricos, con experiencias reales en laboratorio y a través de procesos industriales que permitirán comprobar que la herramienta está funcionando bien.

Fuentes del Itacyl, dependiente de la Consejería de Agricultura, consultadas por Ical, señalaron que el desarrollo de este tipo de herramientas ayudará a la transformación y a la digitalización del sistema productivo agroalimentario. Ello sucederá en varios aspectos, pues será visible el impacto en las propias empresas. Entre ellas, podrán obtener información de los factores de formulación de los alimentos que ya están produciendo, para así poder realizar mejoras. Además, podrán realizar simulaciones de alimentos para el desarrollo de nuevas líneas de productos saludables y con “mayor aceptabilidad por parte de los consumidores, lo que supondrá una importante línea de negocio de enorme valor añadido”.

El otro proyecto con gran peso en materia de investigación de cereales en el Itacyl actualmente es Ecotrigo, que pretende dar fuerza a la cadena de valor de los productos del cereal ecológico para dar respuestas al consumidor actual. Para ello, se seleccionan las mejores variedades de trigo blando adaptadas al cultivo ecológico y las prácticas agronómicas “adecuadas” para obtener una semilla de calidad. “Se estudia la molienda y diversas tecnologías para llegar a la producción de harinas de alta calidad nutricional y funcional, llevando al consumidor los productos ecológicos que demanda”, explican las mismas fuentes, que destacan que se trata de un proyecto que persigue tres pilares básicos en la producción actual de sostenibilidad: medioambiental, económica y social por su repercusión en el medio rural.

Esta iniciativa podría repercutir directamente en la distribución corta y mercados locales de trigo. Por ejemplo, ayuda a mejorar al agricultor su rentabilidad en explotaciones agrícolas ecológicas, mientras que en las industrias transformadoras supondría un incremento de calidad y sanidad de los productos y “podría incentivar el desarrollo de nuevos operadores”. Además, el abastecimiento a través de cadena corta “permitirá reducir la dependencia de materiales importados de otras comunidades”. Por último, entiende el Itacyl que aumenta el empleo en las zonas rurales.

Explotar nuevos cultivos

Generar los conocimientos necesarios para poner en cultivo especies de pseudocereales como quinoa, amaranto, trigo sarraceno y cereales minoritarios como espelta, farro o monocum en Castilla y León es el objetivo de Cultiemer, que aboga por dar al sector primario mayores posibilidades de rentabilizar sus explotaciones, ya que se trata de productos que pueden incorporarse a la dieta por sus propiedades funcionales y contenidos nutricionales.

El fin último de este proyecto a medio y largo plazo, que se desarrolla con una partida de 100.000 euros, consiste en que las variedades seleccionadas para cada una de las especies sean cultivadas por los agricultores de la Comunidad, lo que “genera una serie de beneficios específicos”, considera Itacyl. Sobre los agricultores, estos cultivos herbáceos emergentes pueden obtener altos rendimientos en la Comunidad y una “materia prima de calidad”. Asimismo, permitirá una mayor diversificación en las explotaciones. Además, las empresas e industrias contarán con un abastecimiento de estas nuevas materias primas a través de cadena corta para “reducir la dependencia de la importación y ahorrar en la huella de carbono de los productos”. Y, por último, al consumidor le permite tener a su disposición productos alternativos “más saludables, a partir de esas nuevas especies, diversificando así la oferta alimentaria centrada en la salud y el bienestar”.

Fertilización con dosificación variable

Con una inversión de 30.000 euros, el Instituto Tecnológico trabaja también en el proyecto denominado ‘Fertilización con dosificación variable’ para profundizar en el conocimiento de las técnicas de agricultura de precisión y la “factibilidad técnica y financiera de su expansión en Castilla y León”.

Así, su desarrollo se lleva a cabo en una misma parcela, en la que se aplica fertilización tradicional y variable y se comparan y estudian los resultados. En este sentido, se analizan tipos de suelo y muestras, se elabora un plan de fertilización específico de fondo y cobertera a partir de la información del suelo mapeada y analizada, además de la información de las extracciones y la información que proporcionan los satélites, se evalúa económicamente la implantación de esta tecnología, se cuantifica la huella de carbono y se crea una red de difusión de los datos.

Este proyecto aporta, insiste el departamento, beneficios económicos, medioambientales y sociales. Por un lado, contribuye a reducir los gases de efecto invernadero; orienta la producción a la agroindustria; contribuye a la lucha contra la despoblación, según el documento de Fundación Española de Municipios y Provincias (FEMP) sobre medidas para en este sentido, pues la incorporación de tecnología en el sector primario es “fundamental”. En este sentido, el proyecto persigue incorporar tecnología en la fertilización “a fin de mejorar la rentabilidad y manejo de las explotaciones en pro de que los agricultores dispongan de una mayor calidad de vida”. Relacionado con ello, la fertilización “mejora” la renta agraria, pues supone, por ejemplo, un 23 por ciento de los costes totales en secano; y por último, contribuye a la digitalización del campo en Castilla y León.