Patrimonio
Tras el rastro de Julio César en los restos de campamentos romanos de Segovia
En el yacimiento Canto-Los Hierros
El estudio del yacimiento Canto-Los Hierros, en la localidad segoviana de El Espinar, ha revelado la existencia de varios campamentos romanos del siglo I AC en su entorno, probablemente de las tropas lideradas por Julio César durante el avance de la conquista romana de Hispania. Se trata de un yacimiento con una superficie de 135 hectáreas en el que se han identificado restos de un asentamiento indígena con cuatro tramos de muralla y está ubicada en lo alto de un gran cerro, situado apenas a tres kilómetros del casco urbano del municipio de El Espinar, entre las provincias de Segovia, Madrid y Ávila.
Según ha relatado en una entrevista con Efe el director del proyecto, el arqueólogo Iván Aguilera, todo comenzó en 2016, cuando en el marco del programa Atajo se descubrieron dos líneas de muralla y los restos de casi un centenar de viviendas con características semejantes a otros asentamientos prerromanos del Sistema Central como el Castro de Ulaca, en Ávila.
Con el paso del tiempo, se despertó en los investigadores la sospecha de la posible existencia en ese mismo lugar de campamentos romanos en un periodo posterior a estas poblaciones indígenas, por lo que se llevó a cabo varios estudios al respecto.En primer lugar, se realizó un análisis de la zona con un sistema de detección remota LIDAR, que permitió la toma de imágenes del terreno con un alto nivel de detalle gracias a la tecnología láser, y reveló la existencia de estructuras asociables a estos campamentos romanos.
La visión a gran escala también permitió a los estudiosos conocer la superficie real del yacimiento: “Hemos podido corroborar el yacimiento, las estructuras que habíamos detectado en 2016 y sumar más viviendas y muralla, por lo que hemos pasado de 70 hectáreas a 135”, relata Aguilera.Una prospección directa del terreno a finales del año pasado ha confirmado finalmente la existencia de al menos dos campamentos romanos de mediados del siglo I a.C tras el hallazgo de algunos materiales como tachuelas de las sandalias de los romanos legionarios y puntas de flechas.
Según este estudio, el primer asentamiento indígena se construyó en el siglo III a.C. por poblaciones de vetones, los cuales a mediados del siglo I a.C. fueron asediados, según parece, por las legiones romanas, formadas cada una por unos 5.000 soldados. ”En este momento, todo el espacio desde el levante hasta el río Duero está controlado por el mundo romano y Julio César llega a la península para costear lo que él quiere hacer en Roma, que es acaparar el máximo poder”, relata Aguilera.
En busca de “fama y botín”, se sabe que en el año 61 a.C. este militar romano atraviesa con dos legiones el Sistema Central y bate las poblaciones indígenas a su paso “bajándolas al llano”: Las desplazaba de lo alto del cerro a una zona más baja para tenerlas más controladas y realizar “una tributación más eficiente”, en palabras del arqueólogo.
Además, hay otro detalle que hace sospechar del rastro de Julio César en este campamento y es la forma de las estructuras encontradas: “El tipo de entrada que tienen estos recintos es de cuarto de semicircunferencia, un acceso que siempre se asocia a la figura de César”, señala el director del proyecto. Este tipo de estructuras se han encontrado entre los restos de las famosas Guerras de las Galias, y según el análisis de Iván Aguilera es muy probable que las tácticas que creen que se utilizaron en este paraje fuera una especie de “estrategias preparatorias” para lo que estaba por venir.
Las Guerras de las Galias, la batalla de Alesia, la entrada de Julio César en Roma a través del río Rubicón y su conversión en “el dictador que dio el golpe a la República entre comillas y la convirtió en un imperio”, apunta el historiador.Destaca Aguilera del emplazamiento su vasta extensión como asentamiento prerromano, inédita en la península ibérica y con hallazgos similares sólo en centro Europa, como el yacimiento de Bribacte en Francia, y también el lugar inhóspito en el que está ubicado, a 1.700 metros sobre el nivel del mar.
En este momento, su equipo está a la espera de que el Ayuntamiento de la localidad de respuesta a los resultados del proyecto y, sobre todo, manifieste su compromiso de apoyo con medios económicos para continuar con este estudio, que hasta ahora se ha desarrollado de forma totalmente altruista.
La mayor aspiración del programa Atajo, en el que participan miembros del grupo de investigación Antea, de la sociedad de ciencias Aranzadi y de la empresa Dolabra Arqueológica, es que este lugar pueda convertirse algún día en “una llamada” a los visitantes, que “coloque a El Espinar en el mapa de Europa”.
También que ayude a fijar población en el medio rural a través de múltiples recursos como paseos didácticos, charlas o centros de interpretación asociados al yacimiento y, una de las cosas más importantes para el programa, que sirva para garantizar su conservación.
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