Cultura

El espectacular castillo que tiene la doble muralla más grande de España

La fortaleza se encontraba en un enclave estratégico entre los reinos cristianos y musulmanes

Castillo de Berlanga de Duero y su doble muralla
Castillo de Berlanga de Duero y su doble murallaJcylJcyl

España cuenta con cientos de castillos. Cada uno de ellos con unas características diferentes y con diferentes grados de conservación. Además no todos sirvieron para lo mismo, aunque los que han llegado hasta nuestros días se han convertido en un referente turístico en España. Volviendo a las características de las fortalezas, la mayoría fueron defensivas, y en España destaca una de ellas por tener la doble muralla más grande de nuestro país.

Se llama fortaleza a todo punto fortificado capaz de contener la guarnición conveniente y desde el cual puede ser defendida una plaza, una puerta, un río o lugar importante. Estas fortificaciones defensivas debían tener un diseño que permitiera resistir un largo sitio o asedio facilitado por las artes de la poliorcética, por lo que era frecuente contasen con aljibes para recoger el agua de lluvia y abundantes depósitos de víveres y otros pertrechos.

También debía su construcción ser la adecuada para resistir el asalto y ataque de catapultas, almajaneques, pierrières, mangoneles, bricolas, arietes, grúas, torres de asedio, sambucas, túneles de mina y demás artificios de demolición ideados por zapadores e ingenieros militares para expugnarlas; más tarde, tras la invención y divulgación de la pólvora en el renacimiento y la subsecuente de las bombardas o lombardas y cañones más avanzados, las fortificaciones tuvieron que volverse más sinuosas o en forma de estrella con revellines y lunetas para minimizar el efecto de los impactos

Los orígenes del arte de la fortificación se remontan a los tiempos en que se constituía la sociedad y se identifican con la probablemente más antigua de las relaciones internacionales: la guerra, informa Wikipedia. Aun cuando los pueblos más antiguos se fortificaron con hileras de estacas o postes y muros de adobe, la experiencia les proveyó pronto de más conocimientos y mejoraron sus defensas con mampostería en las murallas principales.

Los romanos tenían por costumbre acampar siempre en recinto defendido con fuertes de postes y fosos. Los sitiadores también usaban de fortificaciones. Según las circunstancias, establecían una o dos líneas de atrincheramientos defendidas convenientemente. Se circunvalaban las plazas con fosos, blocaos y parapetos, o baluartes modernos construidos para albergar cañones o ametralladoras en hormigón reforzado con varas de hierro.

Con el paso de los años estas edificaciones fueron mejorando y en España la Edad Media fue una época clave por el periodo de la Reconquista, y las continuas guerras que se fueron produciendo en toda la Península Ibérica.

Castillo de Berlanga de Duero

De esta época es el castillo que cuenta con la doble muralla más grande de España, que no es otro que el de la localidad soriana de Berlanga de Duero. Esto se debe a que en los siglos X y XI, hubo en el lugar una fortaleza musulmana que, en el XII, tras la conquista castellana, se amplió con el cinturón exterior amurallado que se conserva.

Dominando la villa desde su posición estratégica sobre un cerro, el castillo de Berlanga de Duero es un monumento histórico que simboliza el legado de la región. Este imponente complejo refleja la evolución de la arquitectura militar desde la Alta Edad Media hasta el Renacimiento, con una mezcla de elementos medievales e innovaciones renacentistas en la defensa artillera.

El castillo medieval tuvo su origen como una fortaleza islámica construida entre los siglos X y XI. Diseñada para proteger la frontera sur del Duero, fue un importante bastión en los conflictos entre los reinos cristianos y musulmanes. Aunque los restos de esta primera construcción son escasos, los registros históricos y arqueológicos confirman su existencia y relevancia.

En 1059, durante una campaña militar en el Alto Duero, el rey Fernando I de Castilla tomó Berlanga, iniciando un proceso de renovación del castillo para adaptarlo a las necesidades de defensa cristianas. A finales del siglo XIV, el castillo pasó a ser propiedad de la influyente familia Tovar, momento en el que se introdujeron mejoras significativas bajo la dirección de Juan Fernández de Tovar, Almirante de Castilla.

El auge del castillo continuó en el siglo XV, cuando Luis de Tovar e Isabel de Guzmán impulsaron su ampliación. Entre las mejoras más destacadas de esta etapa están la Torre del Homenaje y la zona palaciega, que conferían un carácter señorial al recinto. Los escudos de ocho linajes, tallados en la torre del homenaje, simbolizan el poder y prestigio de sus promotores.

El desarrollo de la artillería de fuego en el siglo XVI trajo consigo la necesidad de adaptar las fortalezas tradicionales. María de Tovar e Íñigo Fernández de Velasco, herederos del señorío de Berlanga, emprendieron una ambiciosa transformación del castillo. Entre 1522 y 1527, se inició la construcción de una nueva fortaleza artillera alrededor del castillo medieval.

Este nuevo recinto, diseñado por Lope de Isturizaga, maestro de obras de renombre, incluía innovaciones como gruesos muros calizos, cubos artilleros y casamatas diseñadas para soportar bombardeos y alojar piezas de artillería pesada. Aunque nunca fue escenario de ataques, su diseño reflejaba los avances en la ingeniería militar de la época. El contraste entre el castillo medieval y la inconclusa fortaleza artillera convierte al conjunto en un testimonio único de la transición en las estrategias de defensa durante el Renacimiento, según señala la propia página web del Ayuntamiento de Berlanga de Duero.

Tras la muerte de María de Tovar, el castillo comenzó a perder su función militar y asumió roles secundarios como prisión, archivo y arsenal. Este declive se aceleró en el siglo XVII debido a saqueos, desmantelamiento de estructuras por parte de los propios marqueses y un incendio devastador en 1660. Para finales del siglo XVIII, el castillo estaba en ruinas, conservando únicamente los muros principales.

Recientemente, el Ayuntamiento de Berlanga de Duero adquirió el castillo y su entorno, incluyendo las murallas y los jardines, como parte de un esfuerzo por preservar este valioso patrimonio. Los trabajos de consolidación y restauración han permitido poner en valor el monumento, que ahora se presenta como un destino turístico y cultural.

Hoy, la visita al castillo comienza en la Torre del Homenaje, donde se encuentra la oficina de turismo y una exposición sobre la historia del conjunto. Desde allí, se pueden explorar sus patios, murallas y casamatas, así como disfrutar de las vistas panorámicas de Berlanga y su entorno. El castillo de Berlanga no solo es una estructura monumental, sino también un lugar cargado de historia, donde las piedras hablan de conquistas, linajes nobles y los cambios de un mundo en transformación. El castillo y las murallas fueron declarados Monumento el 22 de abril de 1949.

Visitas

Horario de verano: Todos los días de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:30

Horario de invierno: Todos los días de 10:00 a 14:30 y de 15:30 a 18:30

Otros atractivos monumentales de Berlanga

Pero Berlanga de Duero no es solo su castillo. La localidad soriana, nexo de culturas, cuenta con un impresionante patrimonio monumental, con numerosos edificios entre los que destacan:

Puerta de Aguilera

De las puertas de las murallas solo se conserva la de Aguilera, llamada así por ser el camino que llevaba a esta localidad cercana a Berlanga. Está realizada en piedra de sillería y presenta dos partes bien diferenciadas, la inferior con un arco ojival está fechada en el siglo XIV, y la parte superior, reformada en el siglo XVI, que está almenada y presenta un escudo picado, enmarcado por unas pilastras que sostienen una concha que, según algunas versiones, relacionarían a la villa con el Camino de Santiago.

Palacio

En la Plaza del Mercado, a los pies del cerro del castillo, se puede contemplar la fachada del palacio renacentista de los señores de Berlanga. Único vestigio que queda en pie, ya que fue incendiado durante la Guerra de Independencia por las tropas napoleónicas, de lo que seguramente fue un majestuoso edificio.

Juan de Tovar, señor de Berlanga desde 1528, fue el promotor de las obras de este palacio. Sus padres María e Íñigo ya habían comenzado la construcción de un palacio junto a la colegiata, pero esta obra quedó inconclusa tras su muerte y Juan decidió construir el edificio palaciego en un lugar más destacado y espacioso desde el que se pudiera contemplar su esplendor.

El Palacio conserva una monumental y sobria fachada, sin apenas elementos decorativos, realizada en piedra de sillería y distribuida en tres plantas, con un último piso formado por una galería alta. Esta distribución era muy característica de la arquitectura palaciega y de las villas ducales del siglo XVI.

Gracias a diferentes estudios se sabe que contaba con un gran pretil delante de la fachada desde donde se accedía por la puerta principal a un amplio zaguán, antesala de un patio central de columnas. Este patio, eje desde donde se distribuía todo el palacio, contaba con dos alturas con una galería inferior tenía columnas de piedra con arcos de medio punto y una superior zapatas y dinteles de piedra.

El acceso al piso principal por el patio se hacía a través de una escalera monumental situada en un lateral del mismo. El piso principal albergaba las estancias más destacadas del palacio, como los salones o dormitorios. Desde este piso se podía acceder a los magníficos jardines situados a levante del palacio, distribuidos en cinco alturas, adornados con fuentes y estatuas y regados por una ingeniosa noria. Se puede acceder a la única torre del palacio que queda en pie, donde actualmente se encuentra la oficina de turismo y una exposición sobre la historia del palacio y de la villa.

Colegiata

En la Plaza de San Andrés, en pleno centro de la villa, se alza la Colegiata, un grandioso edificio que contrasta por su altura y monumentalidad respecto al resto de la población. La obra de la Colegiata fue dirigida por uno de los arquitectos más importantes de la época, Juan de Rasines, y se comenzó a construir en la primera mitad del siglo XVI bajo el patrocinio de los señores de Berlanga: María de Tovar e Íñigo Fernández de Velasco. Sin embargo, un siglo después todavía no se había culminado, por lo que finalmente quedó inconclusa, ya que no se construyeron ni el claustro ni una de las torres.

Los motivos de la construcción de este edificio respondían a una clara intención propagandística y de exaltación del linaje promotor de las obras —buen ejemplo de esta intención lo encontramos sobre la puerta de entrada a la Colegiata, donde se encuentra el escudo de armas de los Tovar y de los Velasco—, estrechamente vinculado al cambio de mentalidad y de modos de vida que la nobleza estaba experimentando a comienzos de la Edad Moderna.

Tras el derribo de las diez iglesias románicas que había en la villa, los señores de Berlanga dieron comienzo a la construcción de la colegiata en 1526, una obra que formaba parte de un proyecto arquitectónico más amplio que incluía la construcción de otros edificios (el palacio y la fortaleza artillera) y que tenía como finalidad la transformación urbana de la villa de Berlanga en una auténtica villa renacentista y de representación ducal.

Se trata de una iglesia de tres naves de altura similar, con una cabecera centralizada y tres tramos de capillas más bajas entre contrafuertes. En general, las formas son sobrias, de traza renacentista, sin embargo las bóvedas de crucería corresponden al gótico, con un diseño de cuatrifolios. Por tanto, se podría enmarcar en un momento de transición del estilo tardogótico al renacentista.

Lo primero que se ve nada más entrar en el edificio, colgado de la pared, es el espectacular caimán negro que Fray Tomás trajo de las Islas Galápagos en su regreso a Berlanga, conocido popularmente en la villa como “el lagarto”. Este animal, tan exótico y raro en tierras castellanas, debió impresionar profundamente a los berlangueses, por eso, cuando murió, decidieron disecarlo y colgarlo de una de las paredes de la colegiata, como prueba irrefutable de la existencia de un animal tan peculiar.

Además, cubriendo todo el espacio del ábside de la Capilla mayor, se encuentra el monumental retablo barroco de estilo churrigueresco realizado en 1714. Elaborado en madera desnuda sin ningún cubrimiento y compuesto por cuatro columnas salomónicas de gran tamaño (cada una labrada en un solo tronco), con una decoración vegetal de racimos de uvas. Entre las columnas se encuentran dos grandes estatuas, San Andrés Apóstol y San Bernardino de Sena, y en el centro del retablo un gran cuadro de “La Asunción de La Virgen”, obra de Antonio Palomino. En el centro del altar del Presbiterio se encuentra un baldaquino dorado barroco, con la talla románico-gótica de la Virgen del Mercado, patrona de Berlanga, realizada en madera policromada.

Situada a la izquierda de la Capilla Mayor, consta de un sepulcro doble y un gran retablo gótico. La capilla fue fundada en 1516 y aquí se encuentra enterrado Juan Ortega Bravo de Laguna, obispo de Ciudad Rodrigo, Covadonga y Coria, junto a su hermano gemelo, Gonzalo Bravo de Laguna, alcalde de Atienza.

El sepulcro, fechado en la primera mitad del siglo XVI y de estilo gótico tardío, se encuentra situado en el centro de la capilla y está rodeado por una verja de hierro. Realizado en alabastro, tiene forma rectangular y está decorado con las figuras yacentes de sus moradores y una serie de escudos y laudas en la parte inferior.

Picota

La Picota de Berlanga de Duero, conocida también como rollo jurisdiccional, es un destacado ejemplo de la arquitectura gótica civil que refleja el poder y la autonomía de la villa en épocas pasadas. Este monumento, construido probablemente a finales del siglo XV, simbolizaba la jurisdicción independiente de Berlanga, otorgada por la Corona, y servía como lugar de castigo público y exhibición de objetos relacionados con delitos.

Situada a las afueras de la villa, junto a la puerta de Aguilera, la Picota tenía una función tanto práctica como simbólica. Indicaba que Berlanga poseía capacidad para administrar justicia de manera autónoma y era un lugar donde los reos y sus herramientas del crimen eran expuestos públicamente para escarmiento. Este tipo de estructuras era común en los núcleos con autoridad propia, pero pocas se conservan en tan buen estado como la de Berlanga.

La Picota está realizada en piedra caliza, un material abundante en la región, que confiere durabilidad y resistencia a los elementos. Se eleva sobre una base de escalones circulares, desde los que arranca un pilar de sección cuadrangular. La mitad inferior del pilar tiene una decoración sencilla, que contrasta con la parte superior más elaborada. En el punto de transición destacan cuatro cabezas de león, elementos simbólicos que pueden aludir a la fuerza y vigilancia asociadas con la administración de justicia.

El tramo superior es un pináculo gótico, una estructura de forma cónica o piramidal que recuerda a los remates de las catedrales góticas. Esta parte añade una dimensión ornamental y espiritual al monumento, evocando la estética arquitectónica de finales de la Edad Media. La cúspide presenta un detalle peculiar y cargado de simbolismo: un oso que sostiene un blasón liso con tres de sus patas, mientras que con la cuarta se cubre el ojo derecho. Este motivo es único y ha suscitado diversas interpretaciones, que van desde una representación de la justicia imparcial hasta un elemento puramente decorativo.

La Picota de Berlanga es uno de los mejores ejemplos conservados de este tipo de estructuras en la provincia. Su combinación de funcionalidad, simbolismo y detalles artísticos la convierte en una obra de gran valor histórico y patrimonial. En la actualidad, sigue siendo un punto de interés para los visitantes de Berlanga, no solo por su imponente diseño, sino también por su significado como testigo de la historia y de las dinámicas sociales y jurídicas de la época. Su ubicación, cercana a la antigua entrada a la villa, subraya su papel como símbolo de la autoridad que presidía la vida en Berlanga durante el periodo tardomedieval.

Necrópolis y Acueducto

En la parte superior del cerro del castillo, a la derecha del edificio, se conserva una curiosa necrópolis medieval donde se pueden ver varias sepulturas, de diferentes formas y tamaños, excavadas en la roca. Al carecer de un contexto arqueológico es difícil precisar su cronología, no obstante, es posible que este cementerio tuviera un uso continuado en el tiempo desde el siglo XI y estuviese vinculado a la antigua iglesia de San Esteban, derruida en 1526 para construir la colegiata de Santa María del Mercado.

Junto a la necrópolis, y de una época bastante posterior, se conservan los restos de un acueducto realizado en piedra caliza y ladrillo. Este acueducto es un ingenio hidráulico que intentó elevar el agua desde el cauce del río Escalote hasta la parte superior del cerro, para regar los jardines del palacio. Si bien, la documentación escrita no describe su mecánica por lo que se desconoce si realmente llegó a funcionar o utilizarse.

Ermita de la Soledad

A la entrada de Berlanga se encuentra esta pequeña ermita humilladero dedicada a la virgen de la Soledad. Se trata de un sobrio edificio del siglo XVI que presenta una planta cuadrangular, con un tosco pórtico de madera que guarnece la doble entrada de arcos de medio punto. Realizada en mampostería, su único adorno exterior es un escudo en el que se puede contemplar una bola del mundo coronada por una cruz.