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Cultura

Fermín Herrero reúne sus ‘Poesías familiares y domésticas’ en “una antología personal” que inaugura la Colección Prúa de la editorial Difácil

El poeta soriano organiza sus creaciones más familiares e íntimas en un volumen diacrónico, desde su nacimiento hasta el día en que muera, prologado por Julio Llamazares

El poeta soriano Fermín Herrero Eduardo Margareto/Ical

“Recuerda / quienes fuimos, lo que nos puso / en pie”. Fermín Herrero asume el envite de sus propios versos para organizar sus poemas más íntimos en ‘Poesías familiares y domésticas’, un volumen que, con el subtítulo ‘Un antología personal’, abre (junto a ‘Pasajeros de andén’, del asturiano Pedro Luis Menéndez) la Colección Prúa, una apuesta de la editorial vallisoletana Difácil por reivindicar una suerte de poesía atlantista o norteña. El poeta Emilio Quintanilla Buey presentará ambos volúmenes mañana jueves, a partir de las 19,30 horas, en el Círculo de Recreo de Valladolid.

Tras superar sus reticencias iniciales, el Premio Castilla y León de las Letras aceptó la invitación de dar forma a su propia antología cuando vislumbró la posibilidad de centrar el volumen en torno a una temática concreta, en este caso su poesía más “hogareña, de andar por casa, sin ínfulas ni pretensiones sublimes”, como él mismo escribe en la ‘Nota del autor’ que cierra la obra.

Con su madre en mente, de 95 años, decidió pasar revista a su creación poética de las últimas tres décadas para entresacar sus creaciones vinculadas con su entorno familiar, y organizarlas “diacrónicamente” tanto espacial como temporalmente, desde su mismo nacimiento hasta el día en que muera. El resultado es una obra que vuela por derecho propio, donde todos los poemas comparten un estilo y un tono común, consciente de la levedad de la vida y de los sacrificios que otros, los nuestros, han tenido que asumir para que nosotros podamos respirar.

‘Poesías familiares y domésticas’ arranca con un prólogo excepcional que firma Julio Llamazares con el título ‘Bajando el puerto de Oncala’. Para el leonés, Herrero (a quien define como “un poeta que pasará a la historia”) reúne en este volumen “los poemas más emocionantes y universales de toda su producción”, versos “que reinventan un mundo que ya no existe, pero que palpita en el sentimiento del que lo evoca y en el de la fantasía del lector que se conmueve con esas imágenes”.

“En la poesía de Fermín Herrero las palabras, esas palabras castellanas viejas (somero, yunta, talegas), en desuso ya pero llenas de fuerza y de sugerencia, son importantes, pero tanto o más importantes son las imágenes que construyen y que trascienden su significación”, suscribe, antes de sentenciar: “Todo ese mundo en suspenso, tan pequeño y tan infinito a la vez, es el humus del que Fermín Herrero extrae toda su emoción, el magma lírico de ese volcán que se derrama en cada uno de sus poemas produciéndonos un calambre que nos conmueve y nos serena a la vez”.

En busca de la eternidad

El libro encierra una cuidada simetría en su estructura, que se abre con ese escrito y se cierra con la nota final del autor. Entre ambas partes, un prólogo y un epílogo con tres poemas cada uno: el primero recreando cómo se conocieron sus padres y cómo fue su nacimiento (el último parto casero que se vivió en Ausejo de la Sierra), y el segundo sobre el camposanto del municipio, la muerte de su padre y el momento en que el propio poeta se despedirá de este mundo.

Esos dos trípticos, además, enmarcan los dos grandes bloques temáticos del libro: ‘En casa de los padres’ y ‘En casa propia’, que sirven a Herrero para organizar sus poemas en torno a dos tiempos vitales claves: su vida en Soria y en Valladolid. En el primero de esos grandes apartados, Herrero se centra en recordar “un tiempo ya perdido”, que es el de sus padres “y el de toda la civilización campesina”. “Detrás del miedo viene la nostalgia, / brotan simas, / cavidades que nunca cauterizan y ahondan / con los años su terca quemazón”, escribe en ‘La casa de arena’; mientras que en otros como ‘Deméter’, desliza, atenazado por el silencio: “Nada se oye. Ya no recuerdo el trigo”. El segundo bloque, ‘En casa propia’, aglutina por otra parte poemas marcados por la inmediatez del presente, relacionados muchos de ellos con escenas domésticas compartidas con sus hijos, como ‘El heredero’, donde relata: “En el nombre de aquel que fui comprendo / que el viento riza el río y va a tu encuentro / y no habrá tierra suficiente para ti, / aunque no sea nunca la que te prometen”. “La poesía al fin y al cabo es eso: intentar buscar la eternidad del presente. Aunque nunca lo consigas, claro”, explica.

Para Fermín Herrero, “el sentimiento último no se vierte en el poema. Eso es algo tuyo y se acabó. En el poema haces una simulación. Cuando Pessoa decía que el poeta es un fingidor, lo que quería decir es que lo importante en un poema no es la confesión, sino decir la verdad. Es un matiz, pero yo creo que ahí es donde se juega la poesía”, sentencia antes de apuntar que este libro reúne “una poesía personal, que no confesional”.