Medio Ambiente

Ni Francia, ni Marruecos: El bosque de sabinas mejor conservado del mundo está en este precioso pueblo español

Este precioso espacio natural cuenta con árboles que superan los 2.000 años

Sabinar de Calatañazor
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Los bosques son cada vez más preciados en el mundo. Los incendios y el cambio climático está acabando con estos "pulmones naturales" que hacen peligrar muchas especies. Por este motivo es cada vez más preciado un paseo por algunos de estos espacios naturales, que España es una de las zonas más privilegiadas. Muchas son las clases de árboles que existen, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en algunas de las especies más espectaculares, las sabinas. Los sabinares más extensos del mundo se encuentran en Francia y en Marruecos, pero no es en esa tierra donde se encuentra el más grande y mejor conservado del mundo. Este privilegio lo ostenta una preciosa villa medieval española.

Un sabinar es una formación vegetal, con un estrato arbóreo, poco denso, de sabinas (Juniperus thurifera) salpicadas, que dejan entre sí grandes espacios abiertos, cubiertos por diferentes especies arbustivas, en general de porte bajo y con predominio de formas almohadilladas o hemisféricas, como respuesta a las condiciones climáticas.

La sabina albar, (J. thurifera), es un árbol, perennifolio, de distribución fundamentalmente ibérica, manteniendo pequeñas poblaciones en los Alpes y llegando a constituir bosques en las montañas marroquíes. Dentro de España, los mejores sabinares se hallan en las provincias de Teruel, Guadalajara, Soria, Segovia y Burgos, extendiéndose en pequeñas manchas por el sur de Castilla-La Mancha, Región de Murcia y sur de Aragón.

Los sabinares se localizan sobre ámbitos muy heterogéneos: parameras de interior, grandes depresiones, laderas, áreas de montaña y medios edáficos diferentes, y desde los 140 metros hasta los 1800 de altitud. El factor que más influye en su distribución, es el climático, con condiciones especialmente duras, lo que permiten su permanencia a salvo de la competencia de la familia Quercus, con inviernos muy fríos y veranos secos y muy calurosos. Se puede decir que los sabinares, son formaciones de árboles de distribución relicta, y con tendencia a la regresión, en el momento climático actual, a favor de árboles más competitivos y con mayor eficacia reproductiva, como robles y encinas, según señala wikipedia.

Sabinar de Calatañazor

El sabinar más grande y mejor conservado del mundo es el de la localidad soriana de Calatañazor. Desarrollado sobre terreno llano, de carácter calcáreo y a 1.000 metros de altitud, algunos de los ejemplares de esta masa arbórea monoespecífica alcanzan un porte y una edad notables: 14 metros de altura, más de cinco metros de diámetro y cerca de dos mil años de existencia.

Las condiciones climáticas de la zona, con intensos y duraderos fríos invernales, heladas tardías, sequía estival, fuertes contrastes térmicos, unidas al escaso desarrollo del suelo, resultan adversos para la vida de un gran número de especies vegetales, por lo que muy pocas especies han podido acoplarse a este medio. Para ello se necesita poseer órganos adaptados a reducir la transpiración (hojas aciculares y escamiformes cubiertas por una gruesa cutícula) y desarrollar importantes aparatos radicales que les permitan profundizar en el suelo o cubrir una amplia zona para poder obtener el agua y los nutrientes necesarios.

Es un bosque de sabinas albares que acoge a algunos de los ejemplares más longevos y elevados de esta especie de la península ibérica, ya que algunos de ellos superan los 2.000 años. Destacan por su tamaño, hasta los 20 metros de altura y 8 metros de diámetro troncal. Esto tiene varias causas entre la que se encuentra que este espacio ha sido aprovechado como dehesa (espacio de pastoreo para el ganado), lo que ha impedido la entrada de matorral y de otras especies forestales y la fertilización del terreno, que se encuentra a pie de ladera en el fondo de un valle con suelos profundos.

En la escasa superficie de este Espacio Natural, con importantes actuaciones humanas, pocas son las especies faunísticas que pueden tener aquí su hábitat, residiendo únicamente las de pequeño tamaño y territorio reducido (pequeños mamíferos, paseriformes, pícidos, insectos, ...) que toleran la presencia del ganado y del ser humano. Utilizándolo las de mayor tamaño y exigencias de naturalidad como zona esporádica de campeo. Estas viejas sabinas, en muchos casos de troncos huecos, albergan un grupo de especies que encuentran aquí cobijo como murciélagos, lirones, palomas, mochuelos, cárabos, abubillas, picos, páridos, trepadores ... Siendo estas las principales especies que pueblan el Sabinar.

Villa medieval

En las inmediaciones del sabinar aparece la medieval y sugestiva silueta de Calatañazor: uno de los pueblos más bellos y evocadores de toda Castilla y León. Rodeado de un impresionante precipicio y presidido por el imponente perfil de su castillo, Calatañazor presenta unas estrechas y empedradas calles a las que se abren casas porticadas construidas con adobes y gruesas vigas de enebro.

Entre sus atractivos monumentales destacan:

El Castillo

Calatañazor es una población fortificada, se conservan lienzos de la muralla en el noroeste y sur, tambores y una pequeña puerta. La construcción originaria data del siglo XII y alcanzaba en algunos tramos los 18 metros de grosor. Fue reformado en el siglo XIV. En estado de ruina consolidada, conserva algunos lienzos y parte de la torre del homenaje desde dónde se pueden alcanzar unas vistas impresionantes. Por el lado noroeste, el más sensible de la fortaleza, cuenta con un foso, mientras que por el valle de la Sangre la propia altura de los riscos ofrece una protección suficiente.

Debajo del castillo se conserva una necrópolis altomedieval con tres tumbas antropomorfas fechable a partir del siglo X. No muy lejos circulaba la vía romana de Astorga a Zaragoza.

Arquitectura popular

El pueblo hace regresar al medievo por su estructura que le hacen tan especial, por sus calles empedradas con canto rodado y sus casas con desplomadas paredes de tapial de barro y paja o tosca mampostería de piedra, estructura y trabazón confiada a irregulares rollizos de enebro, puertas protegidas por postigos de media altura, cubiertas de teja sobre las que se alzan las genuinas chimeneas cónicas pinariegas.

Un conjunto prototípicamente medieval en su interior y no menos en su exterior, rodeado como está de recia muralla cuyos lienzos y cubos cubren todo su perímetro, con excepción del flanco oriental.

Rollo

La Plaza Mayor de Calatañazor la preside un rollo que recuerda que la villa gozaba de la jurisdicción de impartir justicia a los reos, ya sea con la pena capital o con la exposición o vergüenza pública que suponía «estar en la picota».

Iglesia de Nuestra Señora del Castillo

Actual iglesia parroquial, se trata de un edificio de planta de salón con una sola nave y una torre adosada en su parte norte. Es de origen románico, si bien de la primitiva fábrica no se conserva sino el paramento occidental en el que perduran un óculo baquetonado y la portada.

La singularidad de esta estriba en el alfiz rectangular que enmarca el arco de la puerta, un componente habitual en las construcciones árabes, cuya presencia aquí se debe, sin duda, a los numerosos musulmanes que residían en Calatañazor. La puerta dispone de arco de medio punto de doble arquivolta sobre sendas columnas encapiteladas. A la posterior obra gótica tardía (seguramente ya en el siglo XVI) pertenece la capilla mayor, siendo la nave y el coro del siglo XVIII.

En su interior se halla una pila bautismal románica del siglo XI, el Cristo de Calatañazor o del Amparo, talla del siglo XV en un retablo barroco del siglo XVII, y un pequeño museo que guarda variadas piezas de interés histórico y artístico, entre las que destacan las confirmaciones de privilegios originales de la villa otorgados por Enrique IV en 1456, los Reyes Católicos en 1477 y Carlos V en 1530.

El retablo mayor, de finales del siglo XVI a comienzos del XVII, en su primera parte, es obra de Juan de Artiaga y Francisco Rodríguez. El resto del retablo es del siglo XVII y el camerín de la virgen del siglo XVII. La virgen es una talla del siglo XV.

Iglesia de San Juan

De esta pequeña iglesia-ermita de una sola nave, presbiterio y ábside, no quedan sino algunos despojos que aún quieren dejarse ver entre la vegetación. Se conserva la portada en regular estado ostentando una sencilla decoración a base de bifolias.

Ermita de la Soledad

Iglesia extramuros restaurada en gran medida, pero que muestra intacto el ábside y la puerta que se abre en el lado norte. Sólo presenta decoración esta puerta en su arquivolta exterior que voltea sobre los ábacos volados al haber desaparecido las columnas adosadas a las jambas.

En el ábside existen dos puertas tapiadas que se abrieron en el siglo XVII para el tránsito de los desfiles procesionales. Una imposta recorre el tambor a media altura dividiéndolo horizontalmente en dos secciones, mientras que las columnas son de fuste continuo en toda su altura. Tanto los capiteles como los canecillos que se distribuyen bajo el alero son de una talla admirable, en particular una figurilla representando a un músico sedente.