Sociedad

Historias de la infancia que cobran vida en Astudillo (Palencia)

La pasión de dos amigos convierte 80.000 piezas de Playmobil en relatos vivos que unen generaciones

Abraham Nieto y Rubén de la Fuente han montado esta exposición que abarca desde el mundo del cine al mundo de los piratas, de la fantasía, y de la historia sagrada
Abraham Nieto y Rubén de la Fuente han montado esta exposición que abarca desde el mundo del cine al mundo de los piratas, de la fantasía, y de la historia sagradaBrágimoIcal

La pasión infantil de Abraham Nieto y Rubén de la Fuente por los Playmobil ha trascendido el tiempo, convirtiéndose en un proyecto que despierta nostalgia, creatividad y asombro en el Albergue de Santa María de Astudillo. Bajo el evocador título ‘Los Playmobil que cuentan historias’, esta exposición, organizada por la Asociación Cultural Villaclick, transforma los icónicos muñecos en narradores de cuentos, leyendas y sueños porque son los muñecos los verdaderos contadores de las historias que nos evocaban cuando éramos tan solo unos niños.

Abierta al público los domingos de 12 a 13 horas, con visitas concertadas para grupos y escolares, la muestra se ha consolidado como un rincón mágico que no solo atrae a familias, sino que se ha integrado como un nuevo tesoro turístico en el corazón de este pueblo palentino. En menos de un año, ha superado las mil visitas, un hito que refleja el poder de un juguete capaz de unir generaciones.

“Todo empieza cuando los Reyes Magos te traen la granja, el barco o los vaqueros”, recuerda Abraham con una sonrisa que destila nostalgia. Para él y Rubén, aquellos regalos de infancia no fueron solo juguetes pasajeros, sino el germen de una pasión que los ha acompañado hasta la edad adulta. “Cuando creces, hay quien colecciona sellos o monedas, nosotros seguimos con los Playmobil. Es una forma de volver a la infancia, de jugar sin que nadie te llame loco”, confiesa Abraham. Lo que comenzó como una afición personal ha crecido hasta convertirse en una colección impresionante: de las 30.000 piezas iniciales a las 80.000 que componen hoy la exposición. Cada muñeco, cada escenario, ha sido cuidadosamente seleccionado, con verdadero mimo para dar vida a historias que trascienden el plástico y conectan con el alma, informa Ical.

La exposición no es un simple escaparate de objetos, es un lienzo vivo que evoluciona con el tiempo. “No exponemos todo lo que tenemos, pero queremos que cada maqueta tenga un sentido, que cuente algo”, explica Abraham. Desde su primera muestra, ‘La Biblia en un click’, que estuvo tres años situada en el Convento de La Consolación de Calabazanos, el proyecto ha recorrido un largo camino. Ahora, en Astudillo, las maquetas abarcan un abanico de temas que van desde el Lejano Oeste hasta cuentos clásicos, pasando por ferias, circos, dragones de fantasía y escenas bíblicas que recrean desde Adán y Eva hasta la resurrección de Cristo. Estas últimas, en particular, son un testimonio del ingenio de los coleccionistas. “Los Playmobil no tienen codos, así que hemos tenido que tunear, pintar y adaptar los muñecos. Muchas piezas son únicas, creadas con una impresora 3D”, detalla Abraham.

Entre las joyas de la exposición brilla con luz propia el tren eléctrico del Oeste, una pieza tan rara como codiciada. “Es como una maqueta de trenes, pero en escala Playmobil. Muy pronto dejaron de fabricarlo por problemas de seguridad para los niños ya que iban conectadas a la electricidad. Hoy quedan muy pocas”, explica Abraham. Este tren no está solo: muñecos y casas del Oeste, pertenecientes a las primeras colecciones comercializadas por la marca en los años 70, comparten espacio con otras reliquias que son el deleite de cualquier coleccionista. Pero la magia de la exposición no radica solo en las piezas originales. Abraham y Rubén han llevado su creatividad un paso más allá, construyendo escenarios únicos que no se encuentran en ninguna tienda. Un ejemplo es la villa de Astérix y Obélix, recreada con piezas del mítico Fort Bravo, o un imponente barco pirata, nacido de la unión de tres modelos cortados, pegados y pintados a mano. “Son cosas que no puedes comprar”, subraya Abraham con orgullo.

La exposición también es un homenaje al trabajo artesanal. Muchas de las escenas requieren una dedicación meticulosa, desde pintar muñecos para adaptarlos a personajes específicos hasta imprimir accesorios en 3D, como cascos de Star Wars o un Goliat gigante para la escena bíblica de David contra Goliat. “Hemos desmontado, pegado, pintado… Cada pieza cuenta una historia, no solo por lo que representa, sino por el esfuerzo que hay detrás”, añade. Este nivel de detalle transforma la exposición en algo más que una colección, es una obra de arte en constante evolución.

El séptimo arte tiene un lugar destacado en la muestra, con escenas que abarcan desde clásicos como Casablanca hasta iconos modernos como Joker. “Para recrear ciertas películas, hemos tenido que ser muy creativos. Por ejemplo, imprimimos cascos para Star Wars y pintamos muñecos para que encajaran en la escena”, cuenta Abraham. Pero la exposición no solo mira al pasado o a la gran pantalla; también se arraiga profundamente en Astudillo. Con muñecos XL de 75 centímetros, los dos amigos han recreado pasajes históricos y leyendas locales, como la del escribano de Astudillo, una de las más conocidas del pueblo. Esta historia nos lleva hasta el siglo XVI, cuando un joven escribano que vivía en el pueblo se enamoró de una dama, sin embargo, su amor era imposible debido a las diferencias sociales. Desesperado, el escribano hizo un pacto con el diablo para conquistar su corazón, pero el trato salió mal y terminó perdiendo su alma. La leyenda dice que su espíritu aún vaga por las calles de Astudillo, buscando redención.

Los visitantes pueden descubrir estas historias escaneando códigos QR que convierten a los Playmobil en guías narrativos. “Queremos que el público conecte con Astudillo, que sienta el pueblo a través de los muñecos”, explica.

Esta conexión con la localidad se refuerza con gestos como el próximo homenaje al centenario del Albergue de Santa María, donde recrearán la historia de Don Bosco, fundador de los Salesianos, y del propio edificio. “Astudillo nos ha acogido como un recurso turístico más, y estamos agradecidos a los Salesianos, al Albergue y al pueblo entero”, dice Abraham. La exposición, aunque no es itinerante por la complejidad de mover miles de piezas, ha encontrado en Astudillo un hogar perfecto, desde donde sigue creciendo y sorprendiendo.

Un imán para familias y generaciones

En sus tres años en Calabazanos, la exposición atrajo a más de 8.000 visitantes. En Astudillo, en menos de un año, ya ha superado el millar. “Vienen abuelos, padres, hijos… El Playmobil une generaciones porque todos hemos jugado con él”, reflexiona Abraham. La muestra no solo evoca recuerdos, sino que crea nuevos momentos. Familias enteras se detienen frente a las maquetas, señalando detalles, riendo y compartiendo historias. Para facilitar estas visitas, además de los domingos, Abraham y Rubén abren sus puertas a grupos escolares con cita previa. “Queremos que todos puedan disfrutar, desde los más pequeños hasta los mayores”, añaden.

La exposición también se renueva constantemente para mantener viva la chispa. “Cambiamos cosas una o dos veces al año, pero cada cambio lleva meses de trabajo porque hay que pensar la idea, buscar los muñecos, adaptarlos, montar el escenario…”, explica Abraham. Una de las novedades introducidas en Astudillo fue un videomapping proyectado sobre un castillo de un metro cuadrado, una experiencia visual que dejó boquiabiertos a los visitantes. Para Navidad, planean un Belén renovado, y en mayo de este año inaugurarán una nueva exposición que promete sorprender. “No queremos que quien vuelva vea lo mismo. Siempre hay algo diferente”, aseguran.

El futuro de ‘Los Playmobil que cuentan historias’ está lleno de planes ambiciosos. Además del homenaje a Don Bosco, Abraham y Rubén expondrán pronto en el Palacio Real de Valladolid, llevando su creatividad a nuevos públicos. Ambos amigos sueñan con visitar La Meca de esta marca tan emblemática situada en Malta, donde les esperan la fábrica y el parque temático, un peregrinaje que todo coleccionista anhela. Mientras tanto, su espacio en Astudillo se ha convertido en un punto de encuentro para otros aficionados a los que prestan espacio. Recientemente, acogieron una maqueta de una excavación arqueológica del siglo XIX en Egipto, creada por otro coleccionista. “Nos gusta compartir esta pasión y dar espacio a otros”, dice.

El valor económico de la colección es difícil de calcular. “Hay piezas muy caras, como el tren eléctrico, y figuras que rondan los 10 euros solo por el muñeco", pero el verdadero valor es el tiempo y el cariño que le ponen a cada escena. Para Abraham, cada sección tiene su encanto, aunque admite un cariño especial por el Oeste. “Con todas disfrutamos, porque es volver a la infancia”. Esa sensación de juego, de libertad creativa, es lo que mantiene vivo el proyecto.

La exposición permanecerá cerrada este domingo por renovaciones, pero reabrirá el 23, Día de Castilla y León, y el sábado 26. En mayo, la nueva muestra se inaugurará el día 10 por la tarde, y durante el verano abrirán también los jueves. “No hay intención de cerrar, es permanente”, asegura Abraham . Su trabajo no solo celebra los Playmobil, sino la amistad, la imaginación y la capacidad de un juguete para conectar pasado y presente. En Astudillo, estos dos amigos han construido algo más que una exposición, han creado un universo donde las historias nunca dejan de crecer, pieza a pieza.