Historia

El impresionante Castillo que vivió el romance de un Rey español y una princesa musulmana

Se trata de una fortaleza del siglo XIV y que tuvo funciones palaciegas en vez de defensivas

Castillo de la localidad abulense de La Adrada
Castillo de la localidad abulense de La AdradaDiputación de ÁvilaDiputación de Ávila

Las mejores leyendas españolas se esconden en algunos de los monumentos más impresionantes con los que cuenta nuestro país. Es el caso de un espectacular castillo que vivió la historia de amor entre un Rey español y una reina musulmana, algo nada habitual durante la Edad Media, ya que solían ser dos bandos que estaban bastante enemistados, debido a las batallas de la Reconquista.

La leyenda narra que el Rey Alfonso VI mantuvo un romance con la bellísima princesa Zaida, hija política de Abenabeth (rey de Sevilla, Muhámmad al-Mutámid). La bella dama se casó con el rey castellano, poco antes de la conquista de Toledo, se acomodó en la corte castellana, renunció al islamismo y se bautizó en Burgos con el nombre de Isabel.

Si eso es cierto, ella hubiese sido la primera reina castellana en llamarse así, y no Isabel la Católica. Sea verdad o no, lo cierto es que Zaida fue enterrada en el mismo lugar donde lo fueron las otras esposas e hijos de Alfonso VI, el Monasterio de San Benito de Sahagún.

Esta tórrida historia de amor se produjo en la impresionante fortaleza de la localidad abulense de La Adrada. El monumento consta de una muralla y un recinto interior en el que originalmente existía una iglesia gótica, posible origen de la fortificación. Así se indica en el libro «Castillos de Segovia y Ávila» de Javier Bernad Remon (Ediciones Lancia, 1990), que señala que a finales del siglo XIV cuando el Rey Enrique III concede la Villa de Adrada al Condestable Ruy López Dávalos, éste edificó la fortaleza en sillería y mampostería granítica aprovechando los restos anteriores e incorporando una iglesia.

En realidad, concibió el castillo con funciones palaciegas: un lugar donde la nobleza y la realeza castellana vendría a cazar y a disfrutar de la belleza de los montes que lo rodean, más que para acciones de guerra.

En el siglo siguiente, se levantó la torre del homenaje y se construyó un gran cubo artillero para adoptar las defensas al uso y, ya en el siglo XVI, olvidadas y desaparecidas las banderías nobiliarias y los conflictos interiores, el castillo se transformó en palacio renacentista porticado, según el gusto de la época.

Su posesión pasa a manos de Don Álvaro de Luna en tiempos del Rey Juan II y, tras su caída en desgracia y ejecución en 1453, entra a formar parte de los bienes de la corona hasta que su sucesor Enrique IV lo vuelve a ceder a D. Beltrán de la Cueva, quien lo mantiene en su familia y para sus sucesores con el título de marquesado en el siglo XVI. En el XVII, pasa a la casa de Montijo, familia que lo conservará hasta finales del siglo XIX, cuando pasa a la de Alba.

El paso del tiempo y las guerras hicieron estragos en esta gran fortaleza, hasta dejarlo en ruinas, pero se ha podido restaurar gracias a la intervención de varios organismos europeos y españoles, con fondos FEDER las aportaciones y el entusiasmo de la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial de Ávila y el Ayuntamiento de La Adrada. El resultado final de esta impresionante restauración ha sido espectacular y ahora nos permite hacernos una idea de la importancia que ha tenido esta fortaleza en la historia de la localidad abulense, según asegura la página web del Ayuntamiento de La Adrada.

La fortaleza se compone de un doble recinto amurallado y un foso exterior. En el primero de ellos se encuentra el núcleo fundacional del conjunto, la iglesia, de tres naves, mientras que sobre el ábside se construyó posteriormente un torreón que se configura como parte de la Torre del Homenaje.

El acceso al palacio ha sido reconstruido utilizando algunas piezas halladas en la excavación. La ventana está compuesta por dos arquillos con parteluz, recuadrados por una moldura de tipo islámico llamada alfiz. Corona el conjunto una ladronera, pequeña obra voladiza para el control vertical de dicha entrada.

Un templo gótico pasó a formar parte del conjunto palaciego. La iglesia formaba el núcleo central de la fortificación. Al ábside de mampostería, cubierto con una bóveda de ladrillo se accede por un gran arco de triunfo. Sobre este ábside se levantó a finales del siglo XV la torre del homenaje.

El interior del castillo, de planta rectangular, resultante de la unión de la iglesia gótica basilical de tres naves y del palacio, ha sido durante generaciones y hasta su restauración lugar de juegos y escondite de los niños de La Adrada.

Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar

Uno de los principales atractivos del Castillo es el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar, que se encuentra en el interior, con el objetivo de propagar la cultura, la historia, el proceso rehabilitador de la propia fortaleza, el turismo y el entorno medioambiental del Valle del Tiétar, el castillo de La Adrada abre al público todas las mañanas, y también en las tardes de los sábados. En este lugar se celebran además a lo largo del año diversos actos culturales, como conciertos, exposiciones artísticas, obras de teatro, etc.

Ya dentro del castillo, El Centro de Interpretación Histórica Valle del Tiétar, recibe al visitante para mostrarle como ha evolucionado la fortaleza a lo largo de los siglos, constituyendo un punto de interés turístico y cultural que tiene como fin primordial divulgar la tradición y la cultura del Valle del Tiétar.

El centro dispone de una docena de estancias donde el viajero se puede empapar de historia sobre los primeros pobladores del valle, los vettones, - cazadores y recolectores de la segunda edad del hierro-, y de su vida en los castros. De las costumbres de los lugareños del valle a lo largo de los tiempos hasta hoy dan constancia las maquetas, textos e ilustraciones sobre la romanización, los visigodos, las invasiones musulmanas, los concejos, los señoríos y el mundo rural tradicional.

Diversos paneles ofrecen datos sobre la diversidad ecológica de la treintena de pueblos del sur de Ávila, Madrid y Toledo a los que da nombre el afluente del Tajo y en cuya depresión de 2.000 metros en la Sierra de Gredos se encuentran representadas prácticamente todas las regiones bioclimáticas. Las ilustraciones reflejan además con minuciosidad el mundo rural tradicional de los cerca de 170.000 habitantes del Valle, plagado ahora de urbanizaciones y viviendas.

Otros atractivos de La Adrada

- Iglesia de El Salvador: El templo, de notables dimensiones y de clara influencia herreriana, empezó a construirse a mediados del siglo XVI, bajo la dirección de Pedro de Tolosa, aparejador de las obras del Escorial. Comenzó a erigirse en el solar ocupado por la iglesia primitiva a mediados del siglo XVI y las obras se terminaron a finales del siglo XVIII.

Su aspecto sobrio exterior da paso en el interior a un retablo de estilo barroco churrigueresco con seis columnas salomónicas, donde destacan las figuras de El Salvador y de San Blas.

- La Ermita de la Virgen de la Yedra: Sencilla ermita, restaurada gracias a la contribución de los vecinos de La Adrada, está ubicada en el parque de La Nava y su interior se guarda la imagen de la Virgen de la Yedra, patrona de la localidad. Se piensa que este fue el segundo templo de La Adrada, después de la iglesia del castillo.

Su construcción comenzaría en el siglo XVI, sobre unas ruinas cubiertas de hiedra, en el lugar en el que, según la tradición, se aparecía una antigua imagen de una Virgen que se veneraba en la abadía de Burgohondo a su sacristán, de paso por La Adrada, allá por los siglos XII al XIV.

Cuenta la historia que, a pesar de que la imagen fue devuelta en varias ocasiones a la abadía de donde procedía, la Virgen regresaba de nuevo a La Adrada, por eso los habitantes la aceptaron y la acogieron para siempre como su patrona.

- Los puentes: De los numerosos puentes pertenecientes al término municipal de La Adrada, son dignos de mención por su antigüedad y belleza cuatro: el Mocha, el Mosquea, el Nuevo y el Chico. Los dos primeros sobre el Tiétar, el tercero sobre la garganta y el último sobre un arroyo afluente del Tiétar.

- La Niña de la Adrada y el gato: Se tratan de dos esculturas, la primera en bronce y la segunda en hierro fundido, del escultor Luis Arencibia, donadas por el artista al pueblo de La Adrada.