Patrimonio
La misteriosa decoración de la joya románica que asombra al mundo desde un pueblo de diez habitantes
Declarada Bien de Interés Cultural y en buen estado de conservación, está repleta de curiosidades iconográficas
A 20 kilómetros de Burgos capital, en el Valle de Santibáñez, se encuentra un pequeño municipio burgalés en el que sobresale una iglesia parroquial que alberga una de las joyas del románico más interesante y espectacular, a la vez que desconocida para el gran público y que se ubica en la portada del templo.
El municipio en cuestión es Miñón de Santibáñez, cuyo origen se remonta a los inicios del siglo XI, en el año 1014, cuando en una escritura de donación al monasterio de San Salvador de Oña se menciona un molino sobre el río Úrbel del que se beneficiaban los vecinos del pueblo llamado Mingón. Sus pobladores declararon siete siglos más tarde en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada que pertenecían únicamente al rey, es decir, era lugar de realengo.
Y en cuanto al templo, se trata de la iglesia parroquial de San Pedro, levantada sobre un cerro que domina el caserío, donde llama la atención la mencionada portada, fechada a finales del siglo XII o inicios del XIII y declarada Bien de Interés Cultural, que está repleta de curiosidades iconográficas y que además se puede disfrutar casi en su esplendor por cuanto su estado de conservación es bastante bueno.
Lo más curioso y singular de esta portada son los doce misteriosos medallones que se encuentran esculpidos en la primera arquivolta del arco y que representan a los signos del zodiaco o eso parece, ya que los que mejor se aprecian son los de leo, virgo y sagitario, aunque también se relacionan estos medallones con los bestiarios fantásticos tan habituales del románico que dan prueba de ello otras portadas como las de Soto de Bureba y Almendres , también en tierras burgalesas.
La siguiente arquivolta es un geométrico zig-zag que en la clave incluye una ave.
En la tercera aparecen dieciocho altorrelieves que representan a una serie de personajes con grandes cabezas en forma de gota.
El central puede ser un eclesiástico mitrado y con báculo, mientras que a su derecha aparece un monje que sostiene un libro abierto y un caballero armado que podría representar al poder civil.
El resto de los personajes serían músicos tocando instrumentos de cuerda, viento y percusión e incluso bailarines o acróbatas que amenizan una fiesta.
En el alero superior hay unos canecillos corrientes mientras que los capiteles sobre los que se asientan las arquivoltas presentan un decoración vegetal y dos sirenas cogiéndose las colas.
La iglesia parroquial dedicada a San Pedro se construyó a finales del siglo XII y se sitúa sobre un pequeño alto sobre el pueblo. Solo la portada y el ábside semicircular son románicos, ya que el resto del templo es del siglo XVI tras la reconstrucción que sufrió.
El edificio es sencillo y cuenta con una torre cuadrada con contrafuertes moldurados hasta el alero, dos huecos y dos campanas.
Y en su interior destaca su pila bautismal, también de estilo románico, con arcos continuados en borde y pie cilíndrico.
También luce un retablo barroco de finales del siglo XVII, trazado por Policarpo de la Nestosa y realizado por José de la Torre y Marcos Recio. El retablo dedicado al Santo Cristo se realizó a principios del siglo XVII y la imagen principal es renacentista.
✕
Accede a tu cuenta para comentar