Sociedad
El parquímetro que se ha aliado con la vida en contra del aborto
Eusebio Orrasco, uno de los "rescatadores" que rezan frente a clínicas abortivas, recoge en una publicación su experiencia en Valladolid en la que reivindica el poder de la sonrisa
Agricultor jubilado, promotor del Sindicato Jóvenes Agricultores de Valladolid y aficionado a las letras como ya demostró en un libro sobre la historia del sindicato Asaja en Valladolid, pero, sobre todo, defensor de la vida y una persona solidaria que siempre está para lo que haga falta y para echar una mano a quien la necesite y la quiera.
Así es Eusebio Orrasco, que hace apenas unos meses decidía dar un paso e implicarse en la lucha contra el aborto en defensa de la vida desde la oración en lugares cercanos a las clínicas en las que se practica la interrupción involuntaria de embarazo pero también desde el poder que, a su juicio, da una sonrisa a quien la recibe, en este caso una mujer que acude sola a abortar o en compañía de su pareja o un familiar.
Eusebio es uno de los cientos de "rescatadores" que estuvieron cuarenta días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo entre el 22 de febrero y el 6 de abril, dentro de la iniciativa "40 días a favor de la vida", rezando el rosario para intentar persuadir de alguna manera a las mujeres que acuden a estas clínicas a abortar "para que piensen también en el hijo que llevan en sus entrañas", pero también para "estar junto a esos niños que no verán la luz y que no estén solos", señala a LA RAZÓN.
Cuenta que conoció la campaña por curiosidad acercándose a hablar con varias personas que oraban en las cercanías de la calle San José de Valladolid quienes le convencieron a unirse en esta "cruzada" contra el aborto que, según dice, está convencido de que caerá "por su propio peso" porque "va en contra de todo, de la naturaleza, del sentido común..."
Por ello, ha decidido escribir una pequeña publicación titulada "El poder de la sonrisa", de la que ha editado 250 ejemplares, para contar su experiencia en esta iniciativa. "Matar a un ser indefenso es lo más nefasto de la humanidad y algo miserable", insiste al advertir de la politización del aborto y del negocio que se esconde detrás de esta práctica. De hecho, cuenta en su publicación que en una de las clínicas abortivas se paga antes de las 12 semanas con anestesia local 325 y 345 euros y 400 y 450 con anestesia general.
Eusebio se apuntó a la campaña para los turnos de las diez de la mañana en los que rezaba cerca de una clínica de la calle San José de Valladolid, y cuenta que lo que más le ha llamado la atención es comprobar como a este lugar acudían a interrumpir su embarazo toda clase de mujeres, desde casadas, solteras, jóvenes e incluso adolescentes, y muchas de clase social alta, dice, por los coches de los que se bajaban, gran parte de ellos de alta gama como Audí o BMW, apunta.
"Aquello parecía una pasarela de modelos", señala, mientras explica que la mayoría entraban serias y nerviosas y salían tristes y llorando y tomándose un zumo, que asegura podría ser un regalo de la casa.
Eusebio sabe que esta campaña ha sido polémica y denuncia las prácticas que han utilizado desde las clínicas que les han acusado de presionar a las mujeres y de acosarlas para que no abortaran además de insultarlas e increparlas por lo que iban a hacer. Al respecto, niega la mayor y asegura que es es mentira y que lo único que hacían es rezar por ellas y por sus hijos, además de mirarlas y trasladarlas una sonrisa para hacerlas reflexionar sobre su acto.
Dice que en estos cuarenta días la Policía le ha pedido el DNI hasta en cuatro ocasiones y que en alguna ocasión han sufrido algún contratiempo con alguien que les ha mostrado su desacuerdo con lo que estaban haciendo, como por ejemplo una pareja que paseaba con un bebé en un carrito que les gritó "aborto libre" o una mujer que en otra ocasión se le acercó para decirle que no podía estar ahí rezando y que iba a llamar a la Policía.
También cuenta que ha sido testigo de otras muchas historias con las mujeres que van a abortar como protagonistas, y que en la mayoría de ellas se da un patrón: que la embarazada acude obligada a abortar por un familiar o, sobre todo, por un chico que se supone que es el padre de la criatura.
"Suelen meterse en un bar a tomar un café y hablar del tema y se les ve discutir, pero al final siempre se hace lo que dice el hombre", apunta Eusebio, quien afirma con orgullo que ha conseguido "rescatar" a una mujer gracias a una sonrisa.
"Era una chica bien vestida que entró en la clínica y al poco tiempo salió a echarse un cigarro mientras yo estaba rezando en la acera contraria. Ella giró la cabeza para no verme el rosario mientras rezaba pero al poco nuestras caras se encontraron y yo la sonreí. Ella me sonrió también y después de fumar entró nuevamente a la clínica y al poco volvió a salir mientras se dirigió hacia los que estábamos rezando para decirnos que había decidido tener a su hijo", cuenta feliz Eusebio.
Además, Eusebio apunta que en esta campaña han tenido un aliado con el que no contaban; un parquímetro de la ORA que hay en la calle San José y que, en su opinión, está en contra del aborto y a favor de la vida.
Y es que, según parece, este parquímetro en el que se sacan los billetes para poder aparcar en zona azul junto a la clínica está algo averiado y no funciona como debería. "Una vez se acercó una chica sola a sacar el tique y no funcionó y empezó a ponerse más nerviosa de lo que ya estaba; me acerqué a ella y le pregunté si necesitaba ayuda mientras le mostraba mi mejor sonrisa, que me devolvió. Pero tras conseguir el recibo se metió en la clínica. Al poco salió y se dirigió al coche para después regresar a la clínica otra vez. Un rato más tarde salió a la calle de nuevo y estuvo paseando por la acera bastante nerviosa hasta que, de pronto, se metió en su coche, arrancó y se marchó", cuenta Eusebio, para quien esta chica se arrepintió y el parquímetro se alió con él para ayudar a esta mujer.
No siempre el final es feliz, ya que también ha vivido casi en primera persona otros casos en los que al final sí que se ha llevado a cabo la interrupción voluntaria del embarazo, como el caso de una chica de unos 25 años vestida de negro que al salir de la clínica y tras ver a un rescatador rezando con la foto de la Virgen de Guadalupe, rompió a llorar unos metros más adelante junto a unos contenedores.
También dice haber sido testigo de cómo una madre y su hija que iban a la clínica se metieron a un bar cuando observaron a un grupo de personas rezando. Aunque al cabo de un rato decidieron entrar mirando a ambos lados como si con ellos no fuera la cosa.
E incluso ha visto como otros rescatadores" han tenido que dejarlo" porque no aguantaban el dolor que les producía ver entrar y salir a mujeres que iban o salían de abortar.
Eusebio tiene claro que seguirá participando en este tipo de iniciativas porque cree en que puede ayudar a muchas mujeres y porque está convencido de que ninguna madre quiere el mal para su hijo.
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