Patrimonio
Uno de los parajes naturales más bonitos de España esconde la ermita medieval más impresionante del mundo
Se encuentra a más de 100 metros de altura y mezcla naturaleza y religión
España cuenta con uno de los patrimonios monumentales y naturales más impresionantes del mundo. Pero no es tan sencillo que ambos aspectos se mezclen, como sucede en uno de los parajes más impresionantes de nuestro país, que "esconde" de una "joya medieval" en forma de ermita. Una ermita es una capilla o santuario pequeño, generalmente situado en despoblado o en zonas alejadas de un núcleo urbano, que históricamente estuvo vinculado a la vida de un ermitaño y que hoy en día suele tener un culto no permanente. A menudo, se asocian a tradiciones locales, romerías o festividades específicas del santo al que están dedicadas.
Originalmente era un lugar de oración y recogimiento que permitía a un fraile o ermitaño poder cultivar en paz su propia vocación particular. Está relacionado con el concepto de eremitorio, que es un lugar donde existen uno o más frailes o monjes eremitas, al estilo de los Padres del desierto o del yermo o Padres de la Tebaida del cristianismo. Posteriormente, el significado se extendió para incluir capillas, iglesias u otros santuarios, generalmente pequeños, situados por lo común en el campo, y que no tienen culto permanente.
En ocasiones, una ermita puede ser prácticamente un humilladero cubierto de planta rectangular, con paredes en tres de sus lados y reja en el otro. Es tradicional en muchas ermitas celebrar misa el día de la festividad del santo bajo cuya advocación estén, pudiendo celebrarse además romerías y festejos en su entorno.
Hay santuarios que originalmente se construyeron en despoblados y posteriormente han quedado rodeados de otros edificios, pero conservan la denominación de ermita. Por el contrario, hay iglesias que se construyeron como parroquias y acogieron culto habitual, pero luego, al despoblarse su entorno, quedaron más aisladas y han pasado a considerarse ermitas, según señala Wikipedia.
Hoces del Río Duratón
Lo más curioso es que una de las ermitas más bonitas de España se esconde en un impresionante paraje natural, el segoviano de las Hoces del Río Duratón, que está situado en el noreste de Segovia, aguas abajo de la villa de Sepúlveda. En esta zona el río se ha encajado en un profundo cañón, que en algunos lugares alcanza más de 100 metros de desnivel.
Al interés y belleza del paisaje hay que añadir la gran riqueza arqueológica e histórica que encierra en su interior esta garganta. En los altos farallones rocosos que culminan las hoces anidan casi 768 parejas de buitres leonados, acompañados de un buen número de alimoches, águilas reales y halcones peregrinos.
Los valores naturales de la zona se ven sazonados, además, mediante el valor añadido, tanto en el plano histórico como artístico, como son la ermita románica de San Frutos, las cuevas con grabados de la Edad del Bronce y el conjunto arquitectónico de Sepúlveda.
Las características morfológicas de las hoces, por las que se dan diferencias sustanciales entre unas zonas y otras, han redundado en una rica diversidad de biotopos. Los diferentes tipos de vegetación cobijan diferente fauna, pero los cortados, con sus cuevas y oquedades, son donde se asientan los lugares de nidificación de las aves que han hecho famosas las Hoces.
En el área protegida se dan diferentes hábitats debido a las diferencias climáticas y de suelo existentes. Se distinguen tres zonas diferentes y determinadas, la paramera en la zona superior, el bosque de ribera a la orilla del río y los cortados. Se han registrado 572 especies de flora.
Los diferentes hábitats existentes en el parque hacen que exista una gran riqueza de fauna. Las aves destacan sobre el resto de la fauna habiéndose censado 195 especies. La lista se completa con, al menos, otras 315 especies de fauna no ornitológica. En el río son abundantes los barbos y las carpas que se encuentran en la zona del embalse, mientras que en la parte de río vivo (que no está represada) se pueden ver truchas comunes, bogas del Duero y bermejuelas, así como gobios. Hay una población de nutrias que se han ido reproduciendo bien, aumentando significativamente su censo. El cangrejo señal, especie introducida por el hombre, se ha adaptado bien a las condiciones del parque.
Entre los anfibios destacan las ranas comunes y ranitas de San Antonio, los sapos comunes, partero y corredor; entre los reptiles se encuentran la culebra viperina, la culebra de escalera y el lagarto ocelado y algunas otras especies de lagartijas. Hay diversas especies de mariposas, como el macaón. En la paramera abundan los saltamontes, y en el río los zapateros y libélulas.
En cuanto a los mamíferos, en el páramo hay numerosas liebres y algunos roedores; en los pinares hay corzos, jabalíes, zorros, ardillas, tejones, garduñas y comadrejas que por su gran movilidad pueden verse en los diferentes hábitats que hay en la zona protegida. La colonia de aves es muy importante, con 195 especies entre nidificantes y migradoras, distribuyéndose por los diferentes hábitats que se dan en el parque: cortado, paramera y fondo del cañón.
El recorrido más accesible por las Hoces del Duratón comienza en la explanada de tierra donde termina el camino de Villaseca. Desde allí, se debe caminar hacia el espolón rocoso, rodeado de precipicios, donde se encuentra la ermita de San Frutos. Al cruzar un puente de piedra sobre una profunda grieta llamada La Cuchillada, se asciende al antiguo cenobio benedictino.
La ruta circular de la senda de los dos ríos combina naturaleza e historia a lo largo de poco más de cinco kilómetros. Este recorrido ofrece la posibilidad de llegar al punto de encuentro de los ríos Duratón y Caslilla. El inicio oficial de la ruta es en la casa del parque de Sepúlveda, donde se encuentra el centro de interpretación de las hoces. Desde aquí, se llega a la primera puerta de la ruta, la puerta del Azoguejo. La primera parada significativa es la iglesia románica de la Virgen de la Peña, notable por su tímpano románico sobre la entrada. A pocos metros detrás de la iglesia, hay un espectacular mirador desde el cual se pueden contemplar las primeras Hoces del río Duratón.
Ermita de San Frutos
Y la “joya” que esconde este paraje natural es la impresionante “Ermita de San Frutos”, que son los restos de un antiguo conjunto monástico ubicado en el municipio de Carrascal del Río. En la ermita finaliza el Camino de San Frutos, ruta de peregrinación al santo segoviano de unos 80 kilómetros que comienza en la ciudad de Segovia.
El conjunto monacal se sitúa sobre uno de los meandros que forman las hoces del río Duratón en el mismo corazón del parque natural de las Hoces del Río Duratón y el lugar del mismo que más visitas recibe. Su ubicación, al borde del acantilado, permite apreciar óptimamente el cañón que forma el río Duratón.
La ermita es una construcción románica de siglo XII que se realizó sobre otra visigótica del siglo VII. La fundación se atribuye a San Frutos (642 - 715) y sus dos hermanos, santa Engracia y san Valentín, que eligieron el lugar para dedicarse a la vida contemplativa. Posteriormente se completó el complejo con un monasterio y un cementerio.
Desde aquí se ofrece la vista más conocida de las hoces al ser uno de los lugares más atractivos del parque. Se accede al complejo religioso mediante un pequeño puente de piedra construido en 1757 que salva una grieta, La Cuchillada. Entre la grieta y la ermita están los restos de un monasterio benedictino. Un poco más adelante se encuentra la ermita y al pie de su ábside se conservan varias tumbas antropomórficas datadas en la Alta Edad Media y relacionadas con la reconquista de la zona por Fernán González en el siglo X y reutilizadas por los monjes del priorato.
Entre el complejo religioso y el borde del acantilado se ubica un cementerio y a su lado, en una pequeña construcción, se encuentran las tumbas que la tradición adjudica al santo y sus dos hermanos, ahora vacías. Al lado izquierdo de La Cuchillada quedan los restos de una primitiva escalera tallada en la roca para bajar al fondo del cañón.
A la entrada del complejo hay una cruz de hierro sobre un pedestal de piedra en el que figuran las siete llaves de Sepúlveda. Esta cruz fue levantada en el año 1900 para conmemorar la gran peregrinación que se realizó ese año auspiciada por el obispo de Segovia Quesada.
La iglesia se comenzó a construir en el año 10934 y fue consagrada en el año 1100 por el arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac. Se halla sobre restos de construcciones romanas. Su construcción está atribuida a un monje llamado Michael siendo el Abad Fortunio. Consta de una sola nave de 8 metros de ancho con dobles arquerías ciegas a sus lados que se levantan sobre pequeñas columnas y se cubre por una bóveda de cañón en tres tramos y arco de triunfo rebajado, al fondo de la nave está el ábside.
El templo se reformó en el siglo XII con tres nuevos ábsides semicirculares, pero no fue hasta comienzos del siglo XVIII cuando se realizaron obras importantes en el interior de la iglesia. Se hizo un retablo nuevo para el altar de San Frutos y se trasladaron allí sus reliquias. El 18 de junio de 1126 el rey Alfonso VII de León concedió fuero para poblar el monasterio de San Frutos y confirmó la anexión de este lugar al monasterio de Santo Domingo de Silos.
Como no puede ser de otra manera, cuenta con una leyenda, la de la “Cuchillada”, que es la grieta que hay que salvar, en la actualidad mediante un puente de piedra, para acceder al recinto monacal. Según la tradición fue abierta por San Frutos con su bastón para detener a los sarracenos y proteger a los vecinos de Sepúlveda que pedían ayuda, siendo así que la grieta define el terreno "sagrado" que los infieles no debían pisar.
Tan conocido como el milagro de "La Cuchillada" es el de "la mujer despeñada". La leyenda cuenta que en 1225 un marido celoso empujó a su mujer, en la creencia que esta le engañaba, al precipicio. La mujer fue salvada de la muerte por San Frutos, ya que era inocente, y en agradecimiento donó todos sus bienes al priorato. En uno de los muros del templo se puede leer la siguiente inscripción: “Aquí yace sepultada una muger de su marido despeñada y no morió i hizo a esta casa lymosna de sus bienes”.