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Elecciones catalanas

La Lliga Democràtica encara su puesta a punto con un Congreso para unificar al catalanismo

En un cónclave previsto para febrero, el nuevo partido tratará de agrupar a diversas formaciones no independentistas surgidas de las cenizas de Convergència y de Unió

El presidente de SCC, Josep Ramon Bosch
El presidente de SCC, Josep Ramon Boschlarazon

La Lliga Democràtica, el partido catalanista que aspira a hacerse un hueco en el centro derecha en Cataluña y que se constituyó en agosto, encara su puesta a punto para las próximas elecciones autonómicas: celebrará su Congreso fundacional en febrero, donde pretende «unificar a todo el catalanismo» bajo sus siglas. En ese objetivo está trabajando un comité compuesto por ocho personas procedentes de diferentes entornos –partidos o entidades como Lliures, Convergents, Cercle Carlemany, Catalunya segle XXI o Converses de Catalunya– (liderados por Astrid Barrio y Josep Ramon Bosch y, entre los participantes, están Roger Montañola y Antoni Fernández Teixidó).

«La voluntad es aglutinar a todo el catalanismo», explican fuentes impulsoras de la Lliga. En este sentido, por ahora, de entre el reguero de partidos catalanistas que han ido surgiendo de las cenizas de Convergència y de Unió, tan solo Lliures se ha mostrado dispuesto a confluir. Units per Avançar, partido que lidera el exconseller Ramon Espadaler, está manteniendo conversaciones con la Lliga, aunque todavía está lejos de dar el paso y prefiere seguir bajo el paraguas del PSC –algunas voces explican que hay gente de esa formación que está abandonándola porque consideran que está «subordinado» al PSC–.

En el caso de Convergents, hay personas vinculadas a la Lliga pero «hay un límite fundamental» para la integración: el partido que impulsó Germà Gordó se declara soberanista y reivindica el referéndum, algo que choca de frente con los planteamientos de la Lliga, que apuesta por superar el marco del «procés» y excluye el derecho de autodeterminación de sus planes. El nuevo partido catalanista aboga, en su manifiesto fundacional, por el reconocimiento de la «identidad nacional de Cataluña» pero siempre bajo el respeto al ordenamiento jurídico.

El entorno de Manuel Valls, que en un principio se había adherido a esta iniciativa política –Eva Parera participó en la fase inicial–, se ha distanciado y busca su propio proyecto. Las diferencias, según sostienen fuentes conocedoras, radican en el diagnóstico y la salida que se debe dar a la situación política en Cataluña: la Lliga apuesta decididamente por romper la dinámica de bloques que ha comportado el «procés» mientras que Valls aboga por perpetuarlo por el momento. «Para nosotros hay que levantar la política de bloques porque consideramos que la solución no pasa por la victoria de unos sobre otros, sino por un acuerdo que tenga máximo consenso y con gente de ambos bandos. Como nadie puede ganar, todos tienen que renunciar un poco», explican fuentes de la Lliga.

En el horizonte del partido está la participación en las elecciones autonómicas. La Lliga tiene plena voluntad de concurrir a esos comicios y para ello tiene el objetivo de conseguir la «máxima unidad». Aunque admiten que el «panorama es bastante volátil» en estos momentos, se muestran optimistas y consideran que pueden atraer «mucho voto del ámbito nacionalista», sobre todo a aquellos desencantados con el «procès», y también a «mucho voto del centro»: «Electores que apuesten por una opción catalanista, moderada, constitucionalista y no rupturista como había sido Convergència i Unió».

En el documento fundacional, la Lliga apuesta por el respeto al ordenamiento jurídico y por el ejercicio «pleno» de las facultades y competencias reconocidas en el Estatuto, ya que considera que en los últimos años «se ha renunciado». También abogan por hacer de Cataluña el «motor económico» de España.