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La novela del cuerpo humano

El escritor Andrés Neuman publica «Anatomía sensible» donde convierte cada parte de la anatomía en un relato

El escritor Andrés Neuman fotografiado hace unas semanas en Barcelona
El escritor Andrés Neuman fotografiado hace unas semanas en BarcelonaShootingShooting

El cuerpo humano puede ser una novela. Cada una de las partes de nuestro organismo es una puerta abierta a la narrativa. Eso es lo que nos propone en su nuevo libro Andrés Neuman, en «Anatomía sensible» publicado por Páginas de Espuma. El autor dialogó con este diario sobre este trabajo.

–Usted ha escrito novela y relatos. ¿En qué formato se siente más cómodo?

–No sé si mi objetivo es la comodidad. Entiendo la pregunta, pero en realidad me pregunto si no cambio siempre de género o formato buscando todo lo contrario, de una especie de saludable incomodidad. Mi idea de la escritura no es la del especialista que repite una y otra vez la misma fórmula, la misma distancia, el mismo tipo de aproximación lingüística y que la hace cada vez mejor y más rápida. Mi idea de la escritura diría que es casi opuesta. Es la pérdida del oficio y la desautomatización para volver a una cierta sensación de aprendizaje lingüístico e incertidumbre. Para acercarse a ese objetivo me han hecho falta cambios radicales drásticos de proyecto. Cuando cambias de una novela corta a una larga hay algo de reseteo en el planteamiento que me devuelve a la sensación de no sé escribir y tengo que aprender. Eso por un lado. Por el otro, sería interesante plantearse la sinergia entre todos esos géneros literarios. Si me pregunta si me quedo con Argentina o España o con Europa o América me ahogaría a mitad de camino y me quedaría en un botecito en mitad del mar. Me pasa lo mismo con los géneros. Me interesa la síntesis del cuento, el desarrollo expansivo de la novela o la experimentación lingüística del poema y también el combate social del ensayo, pero lo que más me interesa es que todo eso pueda pasar en una página.

–Páginas de Espuma es un sello que publica cuentos, pero no parece que podamos definir «Anatomía sensible» en este género.

–Estoy de acuerdo. Empiezo por el principio. Páginas de Espuma ha pasado y pasará a la historia de la edición en castellano como editorial de cuentos, aunque si vemos su catálogo tenemos también ensayos y diarios. En realidad ni Páginas de Espuma publica solo cuentos, aunque ese sea su foco. A mí me gusta verla como una editorial, como diría Piglia, de formas breves. Por ahí nos vamos acercando más a lo que es el género del libro. Creo que Páginas de Espuma se especializa en formas breves. Muchas veces esas formas breves adquieren la forma del cuento clásico, pero no exclusivamente. Mi libro no son cuentos clásicos sino que es multigenérico en varios sentidos. Primero lo es en el literario porque reúne todos estos condimentos que estamos diciendo. Hay quien ha dicho que es un ensayo poético, por ejemplo, y no me parece una definición desacertada. Pero tiene una especie de estructura orgánica interna como de novela y se podría entender que es la novela del cuerpo llena de personajes anatómicos.

–Con piezas que parece que pueden leerse de manera independiente.

–Sí. como en un libro de cuentos o microrrelatos. La prosa trabaja mucho con lo poético y aforístico. La temática de fondo se acerca al ensayo social. Todo eso está presente en el libro. También creo que es un experimento con el género en otro sentido, más identitario. La voz que observa y ocasionalmente narra es poliédrica y mutante. Es decir, a veces parece una voz masculina y a veces femenina, igual que a veces parece una voz hetero y otras gay, o puede parecer voz niña o anciana. Es un experimento con el género literario, con el género sexual y también, al menos lo he intentado, con lo generacional porque tiene una voz cambiante. He querido oponerme a la dictadura de lo perfecto, lo joven y lo bello que nos oprime de una manera directa.

–Ha estado siete años trabajando en este libro.

–Ha sido un proceso de vuelta muy poco a poco hasta encontrar el tono. Venía notando que en novelas anteriores, como «El viajero del siglo», «Hablar solos» o «Fractura», se venía dando la irrupción del cuerpo no normativo o había una cierta búsqueda de escenas físicas o sexuales que no reprodujeran ciertos clichés de la descripción física. Diría que había una poética de la cicatriz. Entonces eso poco a poco me hizo desear no escribir libros donde a veces no hubiera cuerpos sino uno monográficamente sobre esto. Juan Casamayor, el editor de Páginas de Espuma, dice que es un atlas físico de mis libros.