Cataluña

Diario de una cuarentena con niños: Día 48

Dibujamos las emociones pero hasta la alegría parece de mal humor, ¿por qué?

¿Por qué nos hacen dibujar monstruos para representar a las emociones? ¡Acaso los sentimientos son monstruosos!
¿Por qué nos hacen dibujar monstruos para representar a las emociones? ¡Acaso los sentimientos son monstruosos!Carlos SalaLa Razón

Hoy he soñado con mujeres tocando la trompeta. También había hombres tocando la trompeta. Incluso había perros tocando la trompeta. La calle estaba llena de gente y cosas tocando la trompeta, y no lo hacían bien, no, incluso lo hacían mal a propósito. Sólo parecían gritarse unos a otros. Luego ha resultado que sólo era el despertador, que nos avisaba de que teníamos que levantarnos, pero la angustia de un mundo lleno de trompetas ha sido horrible. Supongo que tengo un miedo irracional a los intrumentos de viento.

Esta mañana estábamos hablando de mi condición de diabético mientras los niños desayunaban una ensaimada descongelada y Camila le ha dicho a Pablo, “calla, que tú no sabes lo que es ser diabético”. Está feo decir lo que sabe o no sabe una persona, no me gusta, y a Pablo tampoco. En eso nos parecemos. “Claro que lo sé”, ha contestado el niño al instante, “significa que papá se está convirtiendo en abuelo”. Me ha dejado de piedra, pero tenía razón, convivir 48 días seguidos con niños las 24 horas del día te convierte a la fuerza en alguien muy viejo.

Cada día que se despierta lo primero que dice Pablo es: “¿Hoy es día de fiesta?” Odia el colegio aunque sea a distancia, es curioso. El lado positivo es que se despierta con una pregunta, o sea tiene ganas de saber, así que explotaremos eso. La primera clase del día ha sido dibujar emociones. Su profesora nos puso unos ejemplos de cómo hacerlo. Eran unos monstruos terribles de diferentes colores. No me gusta que identifique emociones con monstruos, pero podría ser peor, podría querer aprender a tocar la trompeta.

En lugar de hacer que coloree monstruos, he pensado que lo mejor era que dibujase él cómo veía las emociones. El resultado ha sido muy revelador. Primero, ha dibujado sólo niñas, así que identifica las emociones con algo femenino. No sé si tengo que preocuparme por ello. Luego he visto que ha dibujado más guapa a la alegría, mientras la tristeza parecía triste porque se le había caído un camión encima. Parece que prefiere la alegría. Y, por último, he comprobado que se ha negado a dibujar la rabia, con lo que estaba bastante claro que empezaba a cansarse de dibujar y sólo quería irse a jugar. “¡Jo, en el cole la hora del patio es más larga!”, ha insistido.

Está claro que Pablo prefiere la alegría que a la tristeza
Está claro que Pablo prefiere la alegría que a la tristezaCarlos SalaLa Razón

El caso es que sabe muy bien interpretar sus emociones y por alguna razón todavía se niega a dar un paseo por la calle. Le he preguntado si tenía miedo, pero me ha dicho que no, y que si podía irse a jugar. Le he dicho que no y le he preguntado si siente rabia o está enfadado por algo, y me ha dicho que sí. ¡Sí! Me ha hecho ilusión que dijera que sí, que estuviese comunicándome íntimamente con él y que pudiésemos descubrir por fin qué le pasaba, por qué no quería volver a salir a pasear. “Dime, por qué estás enfadado”, he insistido. “¡Porque no me dejas ir a jugar con Camila, jolines!”, ha gritado.

En ese momento ha sonado otra vez la alarma del móvil y el recuerdo del mundo lleno de trompetas ha regresado como un destello desagradable. La imagen ha sido fulgurante. He sentido hasta un escalofrío. Yo creo que el desconfinamiento será así, un mundo de trompetas, frío y desagradable. Habrá que acostumbrarse. Yo estoy preparado. ¿Lo estoy? “¿Estás bien, papi?”, me ha preguntado Pablo al ver la cara que he puesto. Al menos he visto que el niño sabe interpretar las emociones mucho mejor que yo y eso creo que me ha puesto alegre, aunque no estoy seguro, se lo preguntaré.