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¿Por qué las estrellas de Hollywood se negaban a llevar mascarilla durante la gripe española?

El coronavirus ha paralizado la industria y puede cambiar para siempre los hábitos de consumir cine tal y como ocurrió hace cien años con la mortal pandemia

El actor Harold Lockwood fue la primera gran estrella que falleció por la gripe española
El actor Harold Lockwood fue la primera gran estrella que falleció por la gripe españolaLa RazónArchivo

En septiembre de 1918, el joven galán Harold Lockwood, una de las nuevas estrellas de Hollywood, estaba en el rodaje de “Shadow of suspicion”. La película era un trepidante thriller en el que el actor daba vida a Cyril Hammersley, un espía británico acusado de ser espía alemán durante la I Guerra Mundial. Dirigida por Edwin Carewe, iba a ser el gran éxito de la Metro Pictures Corporation, el antecedente de la Metro Goldwin Mayer. Lockwood se había convertido en el actor más popular de la época. Sus películas junto a Mary Allison habían convertido a la pareja en un imán para las taquillas. Sin embargo, en la segunda semana de rodaje, Lockwood cayó enfermo. Unos días después, moría con tan sólo 31 años de edad en el hotel Woodward de Nueva York. Le enterraron en el Bronx ante el asombro y horror de su público el 20 de octubre.

En otoño de 1918, el gran éxito de taquilla era la nueva película de Charles Chaplin, “Shoulder arms”, que representaba los sueños de un soldado encerrado en las trincheras de la I Guerra Mundial. El 11 de octubre de 1918, la industria de cine anunciaba la paralización total de la producción. Los exhibidores pusieron el grito en el cielo. “¡Yo no he escuchado ni un solo estornudo del público en mis teatros!”, aseguraba Sid Grauman, dueño de numerosos cines, incluyendo el que sería el célebre Teatro Chino de Hollywood. El 14, el Ayuntamiento de Los Ángeles cerraba los 83 cines y teatros de la ciudad por la pandemia. La industria, que en ese momento era la quinta del país detrás de la agricultura, carbón, transporte y construcción, cerró a cal y canto, poniendo en jaque a muchas familias.

Hartos y desesperados por el cierre, los exhibidores se reunieron en el Ayuntamiento el 7 de noviembre y exigieron que cerraran todos los espacios, salvo los esenciales. Liderados por Frank McDonald, los exhibidores se presentaron con guantes y mascarillas reclamando que para que esa maldita gripe se marchase cuanto antes tenía que proclamarse el cierre total. No era justo que sólo cerrasen los cines, teatros y centros de ocio. Reclamaron también que las mascarillas fueran de uso. Por supuesto, no les hicieron caso.

Las malas noticias no dejaban de llegar. El actor Bryant Washburn enfermó y contagió a su pareja, Anna Q. Nilsson, durante el rodaje de la película “Venus in the east”. La actriz rusa Vera Kholodnaya moría el 19 de octubre por la enfermedad. Pero el cierre de la industria total parecía una carga demasiado pesada para los millones de personas que vivían de ella. “La mayoría de estudios trabajan en exteriores, lo que es menos peligroso durante la pandemia. Si no retomamos nuestro trabajo, nuestros trabajadores no cobrarán y no podrán hacer frente a los bonos Liberty para la guerra”, escribió el productor Rober Bruton al congresista de Californiia H.Z. Osborne.

De esta forma, a finales de octubre se reanudaron algunos rodajes, aunque la policía vigilaba que no se realizasen escenas de muchedumbres. Aún así, en noviembre la actriz Lillian Gish también enfermaba en un rodaje, así como su hermana, Dorothy Gish, quien aseguraba con frivolidad que: “Lo peor de esta enfermedad es que me ha hecho estar todo el día con horribles camisones de invierno”.

La industria empezó a abrir, pero los cines de Los Ángeles continuaban cerrados. Tenían una pérdida de un millón de euros a la semana (17,1 millones de hoy día) y estuvieron cerrados siete semanas. Los actores, a pesar de que muchos habían enfermado, incluido la gran Mary Pickford, la megaestrella de la época, preferían trabajar a estar parados. El director Allan Dwan, por ejemplo, reunió a un espectacular elenco formado por Jack Holt, Clara Kimball Young o Anna Q. Nilsson, que acababa de pasar la enfermedad. Cuando le preguntaron cómo lo había conseguido simplemente contestó: “La gripe”.

Poco a poco todos los estudios abrieron. Los guardias de seguridad rociaban con desinfectante a las personas que entraban a los estudios. También había enfermeras en sus inmediaciones rociando con talcos y se repartían mascarillas, aunque la mayoría no las utilizaba, sobre todo las estrellas, porque les impedía fumar. El famoso productor Mark Sennet, responsable de los primeros cortos de Charlot, alcanfor y otros ungüetos a sus actores y equipo técnico. “Todos llevan bolsitas cogadas del cuello con estos productos, incluídos el perro Teffy y el gato Pepper”, escribía la revista “Motion Picture World”. Hasta había quien recomendaba a todos comer pastel con levadura porque esto alejaba a la gripe.

En muchos estados la obligación de llevar máscara incluía los rodajes. El 14 de febrero de 1919, según la revista “Variety”, la actriz Shirley Mason y el director Walter Edwards fueron encarcelados en Pasadena por “no actuar conforme la ley qye les obliga a llevar mascarillas durante la epidemia de gripe”. EN ese momento estaban en el rodaje de la película “El último primer plano”.

Los estudios estaban en una encrucijada. Paramount había perdido más de dos millones de euros, aunque el mayor impacto lo recibieron los exhibidores, muchos de los cuales no pudieron reabrir sus teatros al estar arruinados. La epidemia permitió a gente como Adolph Zuckor, productor de la Paramount, adquirir todos estos cines y unirlos en una única cadena. Así empezó a tener realmente control de lo que se exhibía. En 1921 era el hombre más poderoso de la industria del cine.

Lo que hizo Zuckor en la pandemia es lo que están haciendo las plataformas de streaming ahora. Ellas crean, producen y exhiben sus productos, controlan toda la cadena del entretenimiento. ¿Estamos al borde de que Netflix compre las cadenas de cine que tendrán que cerrar?

Los cines empiezan a abrir en enero, pero los casos todavía son numerosos y la mayoría no se atreve a ir al cine. El anuncio de que Mary Pickford había cogido la gripe hace que el miedo vuelva a crecer y los teatros continúen vacíos. Y existía el problema de las mascarillas. Como ocurre ahora, al principio no había suficientes, pero cuando las hubo, empezó a correr el estigma de que sólo eran para gente cobarde. Las grandes estrellas de Hollywood, que querían proyectar una imagen de fuerza y masculinidad, no podían verse en público con mascarilla porque eso lastraba su imagen.

En la primavera de 1919 los cines ya funcionaban a plena capacidad y la gente volvió poco a poco. En otoño, un año después, los casos ya eran escasos y la industria recuperó su motor de producción con un cambio enorme, se estableció el sistema de grandes estudios. Al arrancar 1920 parecía como si no hubiese ocurrido nada. Al cambiar la década, la industria vivió un nuevo impulso basado en el sistema de control total implantado por Zuckor y con el cine sonoro y los llamados “locos años 20”, el recuerdo de la gripe española quedó totalmente diluido. Nadie se acordaba que unos años antes todos tenían que ir con mascarilla mirando a los demás con miedo. ¿Pasará esto con el coronavirus? La gente asegura que todo cambiará, pero la historia demuestra que en cuestión de comportamientos, eso es muy difícil.