Salud

Lérida: una ratonera para los jornaleros

Pese a las restricciones de movilidad, cientos de temporeros llegaron motivados por la falsa promesa de empleo y papeles. Ahora, quieren volver, pero

Ciudad LLEIDA
Ciudad LLEIDAMiquel González de la FuenteMiquel González / Shooting

El coronavirus ha destapado la situación que desde hace años viven decenas de temporeros que recorren España en busca de una oportunidad laboral en el contexto de la campaña de la recogida de fruta. Como en otros puntos del mundo, las condiciones habitacionales en las que viven son un foco de contagio, como se ha visto en Lérida.

Los payeses que les contratan están obligados a garantizar un alojamiento a todos aquellos que, para trabajar, han de recorrer más de 60 kilómetros y el propio temporero ha de destinar un 10% de su sueldo a costear este alojamiento. En este caso, excepto en contadas ocasiones, las personas que trabajan en la campaña de recogida de fruta, pese a tener que compartir muchas veces habitación y espacios comunes, pueden mantener las mínimas medidas de seguridad. Pero, ¿qué pasa con quiénes no están contratados? ¿Dónde se alojan? Y es ahí donde precisamente reside el problema. Cuando existe excedente de trabajadores, cuando la cosecha no da para emplear a todos los temporeros que se ofertan, siempre hay un grupo de personas que duerme y vive en la calle por falta de alojamiento y éstos suelen ser quienes se encuentran en situación irregular.

No hay trabajo para todos

Además, este año, cuando más necesario es establecer un control y seguir unas medidas de prevención, parece que es cuando la situación está más descontrolada porque, antes del inicio de la campaña, por temor a no poder contar con el personal necesario para la recogida de la fruta por los problemas de movilidad asociados al coronavirus, se hizo un llamamiento para atraer a todas aquellas personas que estuvieran interesadas en trabajar en la campaña. Y la respuesta ha sido desmesurada. A municipios como Lérida han llegado más temporeros que nunca, con un representación inédita de personas en situación irregular, a quienes los payeses no quieren ni pueden contratar, y con mucha más antelación que en años anteriores, porque en su día “corrió el bulo por las redes que había trabajo para todos y que se iba a dar papeles”, explica Jaume Pedrós, responsable de los temporeros de la Unió de Pagesos, quien, en este contexto, se extraña de “la llegada a Lleida de unas 300 personas, algunas sin papeles, procedentes de Andalucía y Extremadura a principios de mayo, cuando aún estábamos confinados y no podíamos siquiera salir para ir a la playa”.

Un mal año

Por su parte, Llibert Reixach, de Fruita amb Justicia, comenta al respecto que “muchos de los temporeros que han venido hasta Lérida no han encontrado trabajo, entre otras cosas porque la campaña aquí es muy irregular, tiene diferentes intensidades y no hemos llegado al pico” y además constata que “este año ha aumentado el número de personas en situación adminisrativa irregular”.

En cualquier caso, ante este desembarco imprevisto, el Ayuntamiento de Lérida tuvo que poner en marcha medidas extraordinarias para dar alojamiento a estas personas, ya que la previsión era habilitar un pabellón a partir del 1 de junio, cuando en años anteriores esto no se había hecho hasta primeros de julio, para acoger a los temporeros contratados. Pese a que Reixach asegura que “el consistorio leridano no ha hecho un protocolo de acogida de temporeros y ha ido siempre a remolque”, desde el ente municipal aseguran que, pese a que no es una responsabilidad del Ayuntamiento, éste ha dado en todo momento una respuesta al problema. Así, el 15 de mayo se ofreció aquellas personas que ya habían llegado al municipio en busca de un empleo en la campaña de recogida de fruta las 40 plazas habilitadas en un pabellón para, en un origen, ofrecer alojamiento a las personas sin hogar de la localidad.

A continuación, el 1 de junio y tal y como estaba previsto, se abrieron las puertas del pabellón acondicionado expresamente para ofrecer un techo a los temporeros con contrato, con capacidad para 123 personas, pero ante la elevada demanda fue necesario abrir un segundo pabellón, éste con155 hamacas. Tal y como apunta una portavoz del Ayuntamiento leridano, “en ambos casos está garantizada la distancia de seguridad para prevenir contagios y se toma la temperatura a todo el que entra, de manera que el riesgo de contagio es bajo”. “En estos pabellones ofrecemos desayuno y cena y hay duchas, consignas y servicio de lavandería, así como una oficina de atención al temporero”, añade.

Donde habitan los temporeros

Estas instalaciones cierran sus puertas a primera hora de la mañana y no vuelven a abrirlas hasta el anochecer al entender que durante el día los temporeros acuden a sus puestos de trabajo, pero, conscientes de que no todos estos trabajadores habían encontrado empleo, cuando se decretó el confinamiento, el Ayuntamiento habilitó una carpa en los exteriores del pabellón, en la que se ofrece también comida a los temporeros, para minimizar su movilidad. Paralelamente, el consistorio, junto con la Diputación y el Departamento de Salud, han puesto en marcha hasta tres hoteles medicalizados para asistir a aquellos temporeros contagiados o que han de permanecer en aislamiento.

En definitiva, desde la Unión de Pagesos aseguran que todos los payeses cumplen con sus obligaciones y en su mayoría están ofreciendo un alojamiento en condiciones a todos sus empleados. De hecho, Pedrós recuerda que “el año pasado se llevaron a cabo 1.500 inspecciones de trabajo y solo se tramitaron tres denuncias, de las cuales solo una acabó en multa, lo que quiere decir que tan solo uno por cada mil payeses no cumple con su obligación”. Por otra parte, desde el Ayuntamiento afirman que, pese a no ser su responsabilidad, se ha trabajado para dar alojamiento y ofrecer las condiciones mínimas a los temporeros para mantener las medidas de seguridad, incluso a aquellos que no cuentan con un contrato. Sin embargo, los hechos son los que son.

Los positivos

La semana pasada ya se habían contabilizado 22 positivos entre los cerca de 600 temporeros alojados en los pabellones en el último mes y, hasta hace escasos días, los vecinos del centro de la ciudad denunciaban “el gran número de personas inmigradas que ocupaban las calles y plazas y la grave situación del numeroso grupo de temporeros que duermen al aire libre”. Y es que como apunta Pedrós, “es muy difícil controlar a la gente”. “Puedes controlar a los temporeros mientras trabajan en tu campo o duermen en el alojamiento que les ofreces, pero más allá de eso, es muy difícil controlarles”, comenta para a continuación señalar que “muchos de ellos son personas jóvenes, que no desarrollan síntomas de la enfermedad, así que también es complicado detectarlos”.

Próxima parada: La campaña de la pera y la manzana

Pero el problema además no queda aquí y es que éste es un colectivo que se desplaza con cierta frecuencia siguiendo los itinerarios que marca la campaña de recogida de la fruta. “En breve comienza la campaña de la pera y la manzana en el Pla d’Urgell, la Noguera … y a mediados de agosto arranca la vendimia”, explica Pedrós. Sin embargo, los autoridades de estos territorios dicen estar tranquilas al respecto, puesto que coinciden en que en sus localidades no se concentrará un número tan elevado de temporeros y aseguran haber tomado las medidas necesarias para evitar que la situación de Lleida se replique en sus municipios.

En este sentido, Rafel Panadès, presidente del Consell Comarcal del Pla d’Urgell, afirma que “los temporeros de Lleida y Baix Segrià no son los que vienen a trabajar al Pla d’Urgell y aquí tampoco vienen tantos, no hay un alud de trabajadores que no sabemos dónde ubicarlos”. “Nosotros solemos trabajar siempre con los mismos, que llegan de Andalucía, Rumanía, África... y ya los tenemos controlados”, constata Panadès, quien además explica que “hay un censo de temporeros y los localizamos para la recogida de la fruta”. En cualquier caso y en previsión de evitar un posible brote entre este colectivo, “hay un técnico que comprueba que los alojamientos sigan las medidas de seguridad adecuadas y además se está buscando una estrategia comarcal para el triaje de la COVID-19 y romper así la cadena de contagios”. En esta línea, Panadès avanza que “haremos una reunión conjunta los 16 municipios del Pla d’Urgell para habilitar un lugar en el que aislar a los temporeros que den positivo”.