Investidura fallida
Illa pide paso tras el bloqueo de Puigdemont a ERC
Cataluña entra en parálisis: Aragonès fracasa en su investidura por la abstención de JxCat y queda activado el reloj electoral
La política catalana sigue sumida en la parálisis del «procés» y el independentismo sale del debate fallido de investidura de Pere Aragonès (ERC) peor de lo que empezó, dividido, desnortado tras dos sesiones de peleas y reproches mutuos y con unas negociaciones para el Govern aún muy enquistadas. La fotografía de este primer intento no deja lugar a dudas: el republicano se ha convertido en el candidato a la presidencia de la Generalitat con menos votos(42, sólo los de ERC y la CUP) tras el bloqueo del partido de Puigdemont con su abstención y el rechazo del resto (61) en el Parlament.
Y es que la lucha por el poder y el mando del «procés» han marcado los primeros compases tras el 14-F y han enconado las posturas, con Carles Puigdemont exigiendo pilotar la estrategia desde Waterloo a través del Consell per la República y una estrategia unitaria en el Congreso, y Esquerra avisando de que no aceptará una presidencia con «sustituciones» ni «tutelas». Así terminó ayer la investidura fallida en el Parlament, un choque que Salvador Illa (PSC) aprovechó para reivindicarse y pedir paso.
Después de ganar los comicios con 33 escaños y algo más de 650.000 votos –una victoria histórica pero insuficiente– el socialista ha repetido una y otra vez que su intención es postularse a la Generalitat, un objetivo vigente tras el bloqueo independentista y su ofrecimiento como «alternativa» a JxCat y ERC. Postura que este martes Salvador Illa ha enfatizado al pedir a Pere Aragonès que dé un paso al lado antes de abocar a Cataluña a una repetición electoral: «Hay alternativa y me comprometo a encabezarla. Los socialistas somos garantía de solvencia y de buen gobierno».
Los objetivos del PSC son dos en este sentido: desmarcarse de la gestión de la victoria de Ciudadanos en 2017, cuando Inés Arrimadas ni optó a la investidura al no contar con los apoyos necesarios; y defender un programa de gobierno «de izquierdas» y «progresista» en el Parlament que dé salida a la pandemia y a la crisis económica sanitaria tras «una década» de debate independentista. Es decir, lograr el altavoz en la cámara para exponer su hoja de ruta, atraer a los comunes –la facción que cobija a Podemos en Cataluña– y tratar de presionar al resto, en especial a Esquerra. El propio Illa se ha referido a ello en el debate e incluso ha emplazado Aragonès a abandonar el veto al PSC tras el bloqueo ejercido por Puigdemont en el seno del independentismo: «Su discurso del otro día [por el viernes] decía poner en valor las luchas compartidas, apelaba a acuerdos amplios y a gobernar para todo el mundo, pero eso es incompatible vetando la socialdemocracia catalanista, que además ha sido la fuerza más votada en estas elecciones».
De hecho, el socialista critica a su vez que la presidenta del Parlament, Laura Borràs, (JxCat) haya frenado su candidatura pese a ganar las elecciones y pide paso para exponer el plan del PSC en un debate de investidura. Sin embargo, una hipotética presidencia de Illa necesitaría sí o sí del apoyo de ERC en la cámara y los republicanos rechazan de plano esta opción.
Es más, Aragonès ha apostado desde el minuto uno por un Ejecutivo de corte independentista a pesar de los sucesivos encontronazos con JxCat. Ayer, republicanos y postconvergentes escenificaron de nuevo sus discrepancias en el pleno más importante de la legislatura y se lanzaron duros reproches –el republicano Sergi Sabrià ha acusado a JxCat de no practicar una unidad que «predica» y de desperdiciar una «oportunidad histórica»– pese a que ambas formaciones se emplazaron públicamente a seguir con las negociaciones y a llegar a un acuerdo para la Generalitat. También a evitar una repetición electoral en plena pandemia que quedaría fijada de forma automática el 26 de mayo –para mediados de julio, el 18– si persiste el bloqueo y no hay president dentro de dos meses.
Tras su acuerdo blindado con la CUP, ERC sí que ha tendido la mano a los comunes, la formación morada a la que ha mentado una y otra vez en los dos debates de investidura para descontento de JxCat, incompatible con Podemos a nivel social y programático. Los republicanos podrían abrir una nueva vía de diálogo con los comunes para presionar a JxCat mediante un pacto de izquierdas que necesitaría el apoyo del PSC.
Y los socialistas, con las elecciones madrileñas en el calendario –previstas para el 4 de mayo, tres semanas antes que se acabe el plazo en Cataluña– también rechazan de plano esta opción y argumentan que debe ser Illa, ganador de los comicios, quien encabece la «alternativa».
Ante el endiablado tablero político catalán, la oposición coincidió en criticar la batalla entre ERC y JxCat por el poder, el bloqueo y la división que ello conlleva y el «fracaso» de un nuevo Ejecutivo independentista: «No aceptan que mande usted, desde Waterloo han decidido humillarle», ha advertido Alejandro Fernández (PP) a Aragonès antes de su segunda votación fallida de investidura.
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