Praxis policial
Los Mossos podrán disparar proyectiles de foam sin aviso previo en manifestaciones
La Policía Autonómica hace público el protocolo para el uso de estas lanzadoras
Los Mossos d’Esquadra ha publicado este lunes los protocolos para el uso de lanzadoras con proyectiles de foam para dispersar manifestaciones después de el Síndic de Greuges y varias entidades en defensa de los derechos humanos lo solicitaran tras la pérdida de un ojo de una manifestante en las protestas contra el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél en Barcelona.
Según las instrucciones, antes de emplear este tipo de armas, se deberán haber agotado las vías de diálogo y mediación y haber avisado a las personas de que se usarán las lanzadoras, aunque especifican que en caso de manifestaciones la comunicación previa “no será preceptiva cuando se produzcan alteraciones de la seguridad ciudadana con armas o cualquier medio de acción violenta”.
Los proyectiles de impacto, que llegan de 5 a 50 metros, se deben disparar del abdomen hacia abajo, pero si la persona “tiene un objeto arrojadizo, contundente o arma blanca” se puede dirigir la munición hacia las extremidades, mientras que en el caso de los gases se debe recibir una “orden directa” que indique dónde dirigirlos. “Siempre se tienen que utilizar siguiendo los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad”, remacha el protocolo.
Este tipo de herramientas policiales se pueden usar cuando haya “desórdenes públicos graves y con peligro inminente para las personas, la policía y bienes inmuebles”, para neutralizar “conductas violentas individualizadas” que puedan provocar “lesiones a las personas o daños a los bienes”, así como cuando haya “un riesgo para la integridad física de terceras personas” y en el momento en que se den “situaciones peligrosas para la seguridad ciudadana”.
Como norma general, el mando del equipo o del dispositivo es quien tiene que autorizar el uso de estas herramientas, aunque, “excepcionalmente, en casos de extrema necesidad con peligro muy grave para las personas, para los agentes de policía o para los bienes”, se podrá utilizar “sin autorización” del mando superior inmediato. “En este caso hay que informar cuanto antes de su uso, de les circunstancias que han provocado la necesidad de usarlo y de los resultados de la intervención”.
El pasado mes de enero con el Síndic de Greuges, semanas después con el colectivo en favor de los derechos humanos Iridia, el conseller de Interior, Miquel Sàmper, se comprometió a hacer públicos los protocolos de actuación de cada una de las armas que por dotación tienen los Mossos d’Esquadra, incluidos los del uso del foam y salvas de los antidisturbios de la Brigada Mòbil.
El documento especificando cada una de las herramientas, sus particularidades y su uso se debía subir en la web oficial de los Mossos, aunque finalmente su publicación coincidió con la presentación en Barcelona de la nueva oficina policial de la policía catalana en el distrito del Eixample, en la que se ha incorporado la Guardia Urbana de la capital catalana.
Se detalla que se pueden usar cuando haya desórdenes públicos graves y con peligro inminente para las personas, policía y bienes inmuebles; neutralizar conductas violentas individualizadas que pueden provocar lesiones en las personas o daños en los bienes; un riesgo para la integridad física de terceras personas y situaciones peligrosas para la seguridad ciudadana. Si hay riesgo inminente, el agente podrá hacer uso del foam por cuenta propia
Según explican los Mossos en este protocolo, si el manifestante tiene en las manos un objeto contundente que puede lanzar a los agentes o arma blanca, se le podrá disparar foam a las extremidades.
Además, en situación de riesgo inminente el agente podrá hacer uso de estos cartuchos sin la autorización de su responsable in situ, aunque después deberá dar parte y explicar las circunstancias que le han llevado a usar ese proyectil y el resultado de la intervención.
El manual también aclara que antes de disparar foam se tienen que haber agotado las vías de diálogo y mediación previas y se tendrá que avisar a los manifestantes o violentos del uso de esta herramienta.
Más allá del compromiso de Sàmper, los protocolos de actuación y su difusión estaban condicionados por el debate político y la exigencia de formaciones políticas como la CUP que hace tiempo que los reclaman. De hecho, la CUP llegó a condicionar sus negociaciones con ERC al conocimiento de esos protocolos de actuación.
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