Bloqueo catalán

JxCat vs ERC: dos meses sin Govern y enfrentados por el voto en el Congreso

Puigdemont quiere unificar posiciones y Aragonès se opone en plena cuenta atrás de las negociaciones para evitar la repetición electoral. El 26 de mayo, fecha límite

El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, baja las escaleras del Parlament durante un receso de la segunda sesión del debate de su investidura fallido
El candidato de ERC a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, baja las escaleras del Parlament durante un receso de la segunda sesión del debate de su investidura fallidoEnric FontcubertaEFE

Cataluña suma dos meses sin Govern tras las elecciones del 14 de febrero –el Ejecutivo sigue en funciones, con Pere Aragonès al frente desde la inhabilitación de Quim Torra en septiembre de 2020– y el acuerdo entre el independentismo no parece cerca a corto plazo a pesar de que el reloj no deja de correr con la fecha del 26 de mayo como límite para evitar nuevos comicios. Un paso por las urnas que se celebraría en pleno verano –18 de julio, aproximadamente– tras más de un año consecutivo de pandemia y con varias urgencias sociales y económicas por resolver.

Ambos partidos descartan la repetición electoral, aunque la falta de acuerdo aboca a Cataluña a un mayo de vértigo si nada cambia en los próximos días: las elecciones a la Comunidad de Madrid, el congreso de JxCat –previsto para el fin de semana del 8–, el fin del estado de alarma del 9 y la citada fecha límite del 26 para evitar una disolución automática del Parlament se acumulan en el calendario.

Y es que, pese a sumar semanas de conversaciones, JxCat y ERC siguen compartiendo Ejecutivo en funciones en plena pandemia y estancados en unas negociaciones –desde la investidura fallida de Pere Aragonès se han reunido en dos ocasiones– que esta semana quieren intensificar con diferentes carpetas por abrir y temas en los que mantienen posiciones aún muy enconadas. Una de ellas es la postura a adoptar en el Congreso, un asunto capital para el devenir de la legislatura y el margen de dos años que los republicanos quieren asegurarse para negociar con el Gobierno de Pedro Sánchez. La exigencia del partido de Puigdemont pasa por pactar una postura única del independentismo en Madrid para forzar a ERC o, al menos, ponerla en común en el órgano de dirección que pilote el «procés», algo que el partido de Aragonès rechaza.

Los republicanos le niegan a JxCat la unidad en el Congreso y trazan una línea clara en este sentido. «Nadie le dirá a ERC lo que tiene que votar en Madrid», espetó contundente el diputado de la formación y miembro del equipo negociador del nuevo Govern, Sergi Sabrià, tras la investidura fallida de Pere Aragonès, una postura que siguen manteniendo. Y para justificarla y blindar su autonomía en cuestiones como los presupuestos echan mano del resultado de las pasadas elecciones generales: «ERC tiene 13 diputados y JxCat, a día de hoy, tiene 4. Por tanto, hay claramente una propuesta ganadora». Además, los republicanos defienden que ni la suma de las otras dos formaciones –JxCat y la CUP– se acerca a su representación en la Cámara Baja, y más desde la ruptura entre el PDeCAT y el partido de Puigdemont, que ha dividido en dos el grupo (4 diputados de cada lado).

Precisamente, en el pacto con la CUP, Esquerra se aseguró un margen de dos años para negociar con el Gobierno del PSOE y Podemos a través de la mesa de diálogo, un foro que el propio Pere Aragonès ha pedido reactivar cuanto antes este mismo fin de semana para «hacer inevitable la autodeterminación y a amnistía», según sus palabras. El acuerdo con los antisistema no habla de ninguna unidad de voto en Madrid y tan sólo fija como límite el 2023, una fecha que tampoco podría ir más allá al ser el teórico final de la legislatura en el Congreso.

Un documento de trabajo con diferencias importantes

Otro de los escollos que deberán resolver JxCat y ERC en este sentido es el mando del «procés». La propuesta de los republicanos remitida al partido de Puigdemont en los últimos días incluye «a grosso modo» varias iniciativas sectoriales conjuntando ambos programas, un esbozo de hoja de ruta del «procés» basado en un «Estado Mayor» –una especie de sanedrín independentista– vinculado al Consell per la República y en el que estén partidos y entidades y varios mecanismos de coordinación entre formaciones.

Otra de las tareas pendientes es el reparto de poderes dentro del propio Ejecutivo de la Generalitat –quién ocupa qué consejerías– y el programa de gobierno, este último un aspecto que ambas formaciones ya han empezado a abordar. ERC, además, urge a trabajar en unos presupuestos para este 2021 que hagan frente a los efectos de la pandemia tras meses de parálisis política.