Investigación neurológica
Arrojan nueva evidencia acerca de cómo el cerebro toma de decisiones
La inhibición o modulación de la actividad de la amígdala y de su interacción con partes del córtex cerebral podría ser una estrategia para el tratamiento de trastornos mentales como la psicosis o el estrés postraumático
El cerebro es un órgano clave en la toma de decisiones, puesto que permite llevar a cabo asociaciones entre estímulos externos.
Al respecto, existe bastante conocimiento acerca de cómo el cerebro codifica las asociaciones directas, ya que la investigación en este campo se ha centrado en entender ese proceso y estudiar las áreas del cerebro que participan en el mismo.
Producto de esas asociaciones directas evitamos, por ejemplo, hablar con una persona cuando hemos discutido con ella. Pero, con cierta frecuencia, tomamos decisiones basándonos en asociaciones indirectas, es decir entre estímulos de nuestro entorno que en principio no están relacionados entre sí, y, en estos casos no se conoce con exactitud cómo codifica y almacena el cerebro.
Por ello, un equipo de investigadores del Grupo de Investigación en Mecanismos celulares de conducta fisiológica y patológica del Institut de Recerca del Hospital del Mar, liderado por el doctor Arnau Busquets, puso en marcha un estudio de investigación básica con el fin de avanzar en la comprensión de cómo es este proceso y qué áreas del cerebro intervienen en el mismo.
Así, a partir de observaciones con ratones, comprobaron que hay dos regiones involucradas en la codificación y almacenamiento de esas asociaciones indirectas, las cuales determinarían cómo tomamos decisiones y éstas son la amígdala, que está vinculada a respuestas como el miedo o la ansiedad y que participa en determinadas patologías mentales, como la psicosis o el estrés postraumático, y una parte del córtex cerebral.
Para poder llegar a estas conclusiones, se sometió a los ratones a diferentes pruebas de conducta. Así, se hizo que asociaran el olor a plátano con el sabor dulce y el de almendra, con el salado. A continuación, se les expuso a un estímulo negativo asociado al olor del plátano y, a partir de ahí, los ratones rechazaron el sabor dulce, estableciendo así una asociación indirecta entre el sabor dulce y el estímulo aversivo, con un olor determinado como vínculo.
Durante este proceso, los investigadores observaron que "la amígdala se activa con la asociación de estímulos olfativos y del sabor, un proceso en el que también está involucrada una región del córtex cerebral, que interactúa con la amígdala", explica Busquets, quien revela que además, también detectaron "la activación de un circuito cerebral", que permite hacer estas asociaciones indirectas entre estímulos.
El destacado papel que juega la amígdala en este proceso quedó además confirmado cuando, en el marco de este trabajo, se comprobó que, tras inhibir la actividad de la misma, al someter a los ratones a los estímulos, estos animales eran incapaces de llevar a cabo estas asociaciones indirectas.
Para los investigadores, los mecanismos mediante los cuales el cerebro participa en la toma de decisiones en los ratones son similares a los de otras especies, como el pez, la rata, los primates o los humanos.
A partir de esta premisa, consideran que "inhibiendo o modulando esa conexión y la actividad de las regiones cerebrales implicadas en la toma de decisiones mediante electrodos se podría bloquear las asociaciones indirectas", lo cual podría convertirse en una estrategia para el abordaje de ciertas patologias mentales vinculadas a la amígdala, como la psicosis o el estrés postraumático, que se relacionan con alteraciones en cómo el cerebro codifica esas asociaciones indirectas.
"En situaciones de estrés postraumático, el individuo lleva a cabo asociaciones indirectas entre estímulos y el trauma, cuando en realidad éstos nunca han estado asociados", explica Busquets, quien apunta que, ante esta realidad, "la inhibición o modulación cerebral podría ser una aproximación para mejorar los síntomas de estas personas".
Al respecto, el doctor destaca que "este estudio es investigación básica, por lo que es solo un primer paso y habría que seguir trabajando para entender mejor cómo funciona el cerebro, por ejemplo, ante la exposición a otros estímulos sensoriales, como la luz, el tono o los sonidos".