Cultura catalana

Por esto se come canelones el día de San Esteban en Cataluña

En la región las fiestas navideñas están llena de símbolos y tradiciones que reflejan la riqueza cultural de sus gentes

Canelones tradicionales
Canelones tradicionalesCan Culleretes

La Navidad es una época del año que trae consigo un sinfín de tradiciones que nos conectan con nuestras raíces y nos envuelven en el espíritu festivo. Desde adornos y luces que iluminan las calles hasta villancicos, regalos y reuniones familiares, cada región tiene sus propias costumbres que hacen de estas fechas algo único. En Cataluña, la Navidad se vive con especial intensidad, siendo una de las festividades más arraigadas y queridas por sus habitantes.

En Cataluña, la celebración navideña está llena de símbolos y tradiciones que reflejan la riqueza cultural de la región. Entre estas, destacan los galets y la escudella, un sabroso caldo con pasta en forma de caracol gigante que se sirve en la comida de Navidad, también el Tió de Nadal, un tronco mágico que "caga" regalos tras ser golpeado por los niños de la casa y sin olvidar el caganer, la pintoresca figura que aparece en los belenes catalanes, añadiendo un toque humorístico y terrenal a la escena navideña.

Sin embargo, hay una tradición culinaria catalana que no se celebra el 25 de diciembre, sino el día siguiente: los canelones. Este plato se ha convertido en un clásico de la mesa catalana en Sant Esteve (San Esteban), formando parte del ritual navideño de muchas familias.

Origen de la tradición

La tradición de comer canelones el día de San Esteban en Cataluña tiene raíces profundamente prácticas, vinculadas al aprovechamiento de las sobras de las celebraciones navideñas del día anterior (el 25, el día de Navidad). Antiguamente, el día de Navidad era sinónimo de grandes banquetes familiares, donde abundaban platos como la escudella i carn d’olla o los asados. Sin embargo, el 26 de diciembre, conocido como el día de San Esteban, se instauró como una jornada de reuniones más informales, y la economía doméstica marcaba la pauta: había que reutilizar los restos de comida de la víspera para no desperdiciar nada.

Los canelones, adaptados de la cocina italiana, se convirtieron en la solución ideal. Se rellenaban con las carnes sobrantes de la escudella, pollo, cerdo, ternera e incluso restos del caldo, que se picaban y mezclaban con bechamel para darles una textura suave y cremosa. Este plato, horneado con queso gratinado, era sencillo de preparar y resultaba perfecto para alimentar a toda la familia con los ingredientes ya disponibles. Así, los canelones no solo nacieron como un gesto de aprovechamiento, sino también como una manera de continuar las celebraciones con un toque diferente.

Con el tiempo, esta costumbre se consolidó como una tradición catalana, hasta el punto de que los canelones se convirtieron en el plato estrella de San Esteban. Lo que en su momento fue una solución práctica pasó a ser una receta refinada, con variantes que incluyen mariscos, setas o espinacas. Sin embargo, su esencia sigue recordando ese espíritu de ingenio culinario y el valor de compartir momentos en familia en Cataluña.