Cisma

El independentismo se desangra por las entidades que impulsaron el "procés"

La ANC se rompe con la dimisión de 13 dirigentes. El organismo de Puigdemont se queda en un 10% de los socios que prometió

La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Dolors Feliu, interviene delante de las urnas que han colocado en un acto simbólico de la ANC, en Plaza Sant Jaume
La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Dolors Feliu, interviene delante de las urnas que han colocado en un acto simbólico de la ANC, en Plaza Sant JaumeLorena SopênaEuropa Press

Hace menos de nueve años, en la Diada de 2014, el independentismo exhibió músculo social y político con una manifestación en forma de «V» en Barcelona que marcó la agenda del mismísimo Govern de Artur Mas. El «president, posi les urnes!» («presidente, ponga las urnas») de Carme Forcadell encima del escenario empujó a la Convergència de entonces a organizar la consulta del 9-N de la mano de ERC y la CUP, además de evidenciar la influencia de la ANC en el Palau de la Generalitat. Ahora, una década después y con el independentismo agonizando, el movimiento se desangra en las entidades que impulsaron el «procés».

La prueba más evidente es la severa crisis interna por la que pasa la ANC y que ha llevado a 13 miembros del secretariado nacional –su cúpula directiva– a dimitir en contra de la gestión de la presidenta Dolors Feliu. Entre ellos se encuentra el vicepresidente Jordi Pesarrodona, el más votado por la militancia en las elecciones internas del año pasado. Y el motivo no es otro que la lista cívica con la que la dirección de la entidad quiere plantar cara a los partidos políticos –especialmente a Esquerra– y presentarse en las próximas elecciones al Parlament. Un órdago en toda regla que la mitad de la organización no suscribe entre denuncias de «falta de democracia interna».

Ahora, los críticos quieren forzar un relevo anticipado que la propia Dolors Feliu rechaza al atrincherarse en el cargo bajo el argumento de que goza con la mayoría del apoyo del secretariado nacional. Sea como fuere, lo cierto es que la ANC se ha roto y los partidos independentistas se han puesto de perfil y no han intervenido en el cisma de la entidad que en su día agitó el «procés» desde la calle. Es más, Esquerra señala con dureza a la actual dirección tras varios encontronazos a raíz del plante de la Diada, con el partido de Oriol Junqueras y Pere Aragonès ausente en su manifestación. «Actualmente, la ANC se aleja mucho de aquello que era la ANC con la presidenta Carme Forcadell», aseguró esta semana la portavoz republicana, Marta Vilalta, para pedir explícitamente que vuelva a ser un movimiento transversal, «en lugar de buscar las críticas, las divisiones y los reproches» en los que se ha instalado en los últimos años.

Cabe recordar en este sentido que los silbidos, los insultos y los reproches a los dirigentes de ERC son constantes en las movilizaciones y actos de la ANC, con la petición expresa de «dimisión» al Ejecutivo de Pere Aragonès sobre la mesa y los crudos abucheos a Junqueras en la manifestación contra la cumbre entre Pedro Sánchez y Emmanuel Macron.

Por su parte, Junts tampoco ha querido mediar en la ruptura de la organización independentista y se mantiene en un segundo plano pese a la vinculación del sector afín de Carles Puigdemont y Laura Borràs con la asociación de Dolors Feliu, abonada a la vía unilateral.

Al cisma en la ANC hay que sumarle el estancamiento de las otras dos grandes entidades del independentismo, especialmente al Consejo de la República que dirige el propio Puigdemont desde Waterloo. El ex presidente de la Generalitat ideó esta suerte de parainstitución con el objetivo de dirigir el «procés» desde Bélgica, una tarea fallida con la llegada de Esquerra al Palau de la Generalitat. Sin embargo, sus números demuestran un claro parón a nivel de afiliados: suma 103.093 socios, una cifra techo teniendo en cuenta que en octubre de 2021 el organismo anunció haber superado la barrera de los 100.000. Por tanto, en los últimos dos años y medio apenas ha incorporado a 3.000 adeptos, un crecimiento residual y que se queda a una distancia sideral del millón que prometió el propio Puigdemont en 2018.

En medio de este panorama también son sintomáticas las palabras de los indultados del «procés» descartando de plano volver a la política activa pese a que su inhabilitación ha quedado extinguida con la reforma del Código Penal y la derogación de la sedición. La ex presidenta de la Cámara Carme Forcadell (ERC) aseguró que por ahora no tiene «previsto» volver a primera línea: «Tengo otros intereses y quiero hacer otras cosas». «Lo pasé muy mal como presidenta del Parlament», zanjó. También ha descartado su retorno el posconvergente Joaquim Forn, más interesado en la esfera privada pese a la cercanía de las municipales.

El Gobierno hurga en la ruptura

La ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, señaló este pasado viernes que el independentismo está dividido y que no tiene «acompañamiento social». «El ‘procés’ conducía a Cataluña a un escenario más gris, de pérdida de capitales y, en definitiva, de decadencia», sentenció sobre lo que catalogó como el fin de una etapa política.