Entrevista
Ismael Pinteño: «Después de ilustrar a Edgar Allan Poe hay que coger aire»
El artista pone nueva imagen a los relatos «La caída de la casa Usher» y «La verdad sobre el caso del señor Valdemar»
Ismael Pinteño ha obrado un milagro. Consiste en llevar con imágenes al lector del siglo XXI dos de los relatos más conocidos en su oscuridad de Edgar Allan Poe como son «La caída de la casa Usher» y «La verdad sobre el caso del señor Valdemar», ambos publicados en un único volumen por Minotauro. El artista, que es uno de los invitados en el certamen Comic Barcelona, acudió para presentar este trabajo y hacer evidente que ha hecho suya la palabra del escritor estadounidense, como demuestra en la siguiente conversación con este diario.
¿Es difícil ilustrar a un autor de la talla de Poe?
Estamos hablando de uno de los grandes literatos. Poe es un maestro tanto con el terror, como en lo policíaco. En estos dos relatos nos lo encontramos en el terror psicológico, por lo que tuve que meterme en aguas muy profundas para poder sacar sus miedos. Pero, sí, es un reto porque hablamos de alguien que incluso ha sido ilustrado por Manet.
Por lo que cuenta ha hecho una exploración completa en el mundo del escritor.
Para entrar en estos relatos, he leído el resto porque quería conocer a un tipo que es poliédrico. «La caída de la casa Usher» y «La verdad sobre el caso del señor Valdemar» hablan de decadencia, en un caso de un cuerpo arquitectónico y en el otro desde el aspecto físico. Esos miedos también los tengo yo. Son los miedos de si dejarás un legado o no, si dejarás tus huellas y apellidos. Tienes que estudiarlo bien y digerirlo bien y estamos hablando de una digestión difícil. Es una plástica oscura. He estado a gusto, pero luego hay que coger aire.
¿Qué le ha aportado enfrentarse a la prosa de Poe?
Me aporta una catarsis que es la de enfrentarse a miedos. Ha sido como una terapia para entender y aceptar que somos efímeros, pestañeables. Ha sido una purificación. Estamos hablando gracias a esos relatos de algo que nos resulta muy estrambótico, repulsivo, pero que es una terapia de choque. Son historias en las que se habla de la decadencia, de la muerte. Así que me ha servido para entender la vida que nos ocultan, algo que parece prohibido, como morirse en la calle, que no te vean los niños. Es una epifanía artística. Pese a los muchos años que lleva muerto Edgar Allan Poe hemos tenido una conexión.
¿Por qué estos dos relatos?
Son sus dos relatos más importantes. Probablemente «La caída de la casa Usher» sea el mejor de cuantos escribió. Estamos hablando de alta literatura. La función que tengo como ilustrador es acercarlo a lectores.
¿Ilustrar estos textos ayuda a crear nuevos lectores?
Sí, además gracias a un formato como el que hemos escogido que convierte el libro en un objeto de culto.
¿Había que sumergirse en el mundo de Poe al completo para poder ilustrarlo?
Sí. Hay que conocerlo. Es como le pasa a los actores con el método Stanislavski. Hay una primera fase que es la emoción, la chispa que te permite sumergirte en él, aunque nunca podrás conocerlo bien del todo. Sin embargo, te encuentras con el choque entre tu psicología y él y ves qué ocurre. Luego pasamos a la producción que es cuando tú, como pasa con el alimento que has digerido, tienes que vomitarlo.
¿Qué técnicas ha empleado?
Las técnicas tradicionales, como el grafito o la acuarela, es decir, las decimonónicas. Mi idea era variar. Busco la belleza dentro del trazo, como las ilustraciones estadounidenses del XIX, llevándolo a esta época con algún toque moderno.
¿No le tienta la poesía de Poe?
Sí, aunque hacer «El cuervo» sería caer en el cliché. Tiene poemas dedicados a doncellas que me parece muy dibujables. Sin embargo, la poesía es un lenguaje muy propio y traducirlo a gráfico es difícil.